Toltecáyotl
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Toltecáyotl

Aspectos de la cultura náhuatl

Miguel León-Portilla

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Toltecáyotl

Aspectos de la cultura náhuatl

Miguel León-Portilla

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Con el título Toltecáyotl, Miguel León-Portilla nos remite a un concepto utilizado por los nahuas para entender el legado cultural proveniente de los toltecas tocando varios temas como: la historiografía prehispánica, el pensamiento mítico, las ideas de número, tiempo y espacio, sus ideales en la educación, literatura y organización social.

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Tercera Parte
TOCANTE
A LA “INFRAESTRUCTURA”
XI. SOCIEDAD Y ECONOMÍA
DOS PARTES, claramente distintas pero relacionadas entre sí, integran este ensayo. En la primera examino las principales tendencias en las modernas investigaciones sobre la organización socioeconómica prehispánica (sobre todo en su fase mexica). La atención se dirigirá en especial a tres formas de revisionismo en la interpretación histórica. La primera es la emprendida por Adolph F. Bandelier, apoyado en los trabajos de Lewis H. Morgan, hace aproximadamente un siglo. La segunda, que hizo crítica del pantribalismo atribuido por Morgan y Bandelier a la sociedad mexica y que surgió hace cerca de 50 años (1931) con Manuel M. Moreno, Alfonso Caso y otros, afirmó la existencia de una auténtica organización estatal, con clases sociales definidas y diversas formas de tenencia de la tierra, entre ellas de propiedad individual en el caso de los pipiltin o nobles. La tercera corriente o tendencia es la contemporánea, en la que se critica la posición anterior. Rasgo fundamental es que sus seguidores insisten en valerse de un marco teórico de referencia. Algunos toman en cuenta testimonios documentales antes no aprovechados. El marco de referencia lo derivan del pensamiento marxista, en particular de las ideas de Marx —muy tardíamente redescubiertas— acerca del modo asiático de producción. Dentro de esta tendencia hay variantes que van, desde una real o pretendida ortodoxia marxista, hasta posturas más o menos eclécticas que, como lo hace notar uno de sus seguidores, “aparte las preocupaciones teóricas en boga”, insisten sobre todo en percibir qué es lo que cabe desprender de “los datos mesoamericanos”.1
La segunda parte de este ensayo es en considerable grado expositiva. En ella intento elaborar una síntesis de lo que me parece que conocemos en la actualidad sobre sociedad y economía mexicas. Tomo en cuenta aportaciones de las corrientes mencionadas, sobre todo de las dos últimas. Planteo problemas y me pregunto si no es ya tiempo de buscar una más penetrante y adecuada forma de integración entre lo que llaman “infraestructura” y el conjunto pleno de las realidades culturales del México prehispánico. ¿O es que no hay una especie de dialéctica en el todo cultural que hace posible la interacción constante entre lo que con etiquetas se describe a veces como “lo material” y “lo espiritual”?
LAS CORRIENTES DE INTERPRETACIÓN HISTÓRICA
Atendamos a la ya larga secuencia de investigaciones sobre organización social, económica y política en Mesoamérica. El tema, tanto en lo que se refiere a la etapa mexica como a la evolución cultural en distintas áreas mesoamericanas, atrae en la actualidad, y en muy alto grado, la atención de no pocos estudiosos.
Las indagaciones sobre este asunto, en términos ya de las que se denominan “ciencias sociales”, se iniciaron hace algo más de un siglo. Fue entonces cuando lo expresado por los cronistas españoles del siglo XVI acerca de la sociedad y la economía prehispánicas pasó a ser objeto de más penetrantes análisis críticos. Antes, autores como Veytia y el mismo Clavijero, o después Prescott, Ramírez, Bancroft y Orozco y Berra, al acudir a dichas fuentes, en general se habían fiado plenamente de ellas. Aunque a veces introdujeron salvedades y precisiones, incluso mantuvieron con frecuencia el empleo de la terminología de que se habían servido los cronistas del siglo XVI. Vocablos relacionados sin duda con instituciones europeas siguieron siendo aplicados para aludir a las realidades indígenas: reyes y reinos, príncipes y nobles, real casa y corte, magistrados, sumos sacerdotes, capitanes y generales, plebeyos, siervos y esclavos.2
La revisión crítica se emprendió a la luz del pensamiento y las indagaciones de Lewis H. Morgan. Interesado éste en conocer la organización y desarrollo de las sociedades indígenas, convivió en particular con los iroqueses y más tarde con otros grupos de distintas filiaciones en Kansas, Missouri y Nebraska. Apoyado en sus observaciones directas y en amplias lecturas en relación con las antiguas sociedades del Viejo Mundo, publicó en 1877 su obra más conocida Ancient Society, or Researches in the Lines of Human Progress from Savagery through Barbarism to Civilization.
MORGAN Y EL MÉXICO PREHISPÁNICO
De manera más directa Morgan había puesto ya en tela de juicio el testimonio de los cronistas españoles a propósito de la realidad social, política y económica de los mexicas según existía al tiempo de la Conquista. Tan sólo aludiré aquí al largo artículo que, a modo de comentario, dedicó a la Historia de la Conquista de México, de Hubert H. Bancroft. En dicho artículo, publicado en la North American Review en 1876, es decir, un año antes de sacar a luz su Ancient Society, bajo el título de “Montezuma’s Dinner”, hizo sarcástica crítica de lo que, a su juicio, era crédula ingenuidad de Bancroft, Prescott y otros autores.3 Tomando como muestra las descripciones que los cronistas de la Conquista hicieron de las comidas de Motecuhzoma, externa su asombro al ver que en aportaciones como las de Prescott y Bancroft se perpetúa lo que él considera del todo alejado de la realidad. Morgan, que ha convivido con los iroqueses y otros indígenas, sostiene que los supuestos palacios aztecas no eran otra cosa que las casas comunales de familias emparentadas entre sí. Y, a propósito de las esplendorosas comidas o banquetes de Motecuhzoma, concluye que sólo la fantasía y las pretensiones de los cronistas hispanos pudieron presentar de tal modo “la usual comida diaria de los miembros de la comunidad, preparada en una cocina comunal […] y distribuida a la manera indígena […]”
Burla no exenta de gracia permea este artículo de Morgan, por cierto nunca traducido al castellano y casi desconocido en nuestro medio. Allí “el banquete de Montezuma” es el pretexto para declarar algo que otros habrían de elaborar más ampliamente, es decir que la sociedad mexica, con su famosa Triple Alianza, era el equivalente de las típicas confederaciones tribales, como la de los iroqueses tan bien estudiada por Morgan.
LA APORTACIÓN DE BANDELIER
Correspondió al distinguido investigador suizo-norteamericano Adolph F. Bandelier desarrollar y enriquecer el punto de vista de Morgan. Dos trabajos, de fecha muy cercana a la aparición de las citadas obras de Morgan, vinieron a ser los portadores del pensamiento de Bandelier. Uno, de 1878, versó sobre el tema de la distribución, tenencia y trasmisión de la tierra entre los antiguos mexicanos.4 El otro, de enfoque más amplio, se publicó en 1880. Me refiero a su conocido estudio intitulado “On the Social Organization and Mode of Government of the Ancient Mexicans”.5
Para Bandelier la consecuencia fundamental de sus inquisiciones es que, a propósito de los aztecas, no hay base alguna “para buscar más allá de la tribu una forma más amplia de organización social […]” La sociedad del México prehispánico estaba constituida en función de relaciones gentilicias. Citando a Morgan, expresa Bandelier:
la sociedad tribal basada, según Lewis H. Morgan, en el parentesco y no en una sociedad política, que descansa, según el mismo autor, en el territorio y en la propiedad, es lo que debe buscarse entre los antiguos mexicanos.6
Los trabajos de Bandelier, que empezaron a difundirse hace aproximadamente un siglo, llegaron a ejercer amplia y honda influencia. En función de ellos la mayoría de los estudiosos interesados en las culturas prehispánicas de México aceptó que se hallaban no ante pueblos que habían alcanzado un desarrollo de auténticos Estados con clases sociales diferenciadas sino frente a grupos tribales que en varios casos habían dado origen a confederaciones siempre de índole tribal.
CRÍTICA DE LOS CRÍTICOS
Cerca de 50 años habrían de transcurrir antes de que el pantribalismo propugnado por Bandelier fuera sometido a nuevo proceso de revisión crítica. Así como él, siguiendo a Morgan, había hecho a un lado las que consideró fantasías de no pocos antiguos cronistas, de modo hasta cierto punto paralelo, otros iban a ocuparse de sus trabajos confrontándolos con las fuentes de información a la luz de nuevos enfoques críticos. En 1931 Manuel M. Moreno, discípulo de Alfonso Caso, publicó su tesis titulada La organización política y social de los aztecas.7 Puntos claves en sus conclusiones fueron las aseveraciones sobre la existencia de auténticas clases sociales y de una genuina organización estatal entre los mexicas de la época anterior a la Conquista.
Una serie de trabajos, concebidos con un criterio semejante al de Moreno, continuó poniendo en la picota las tesis de Bandelier y enriqueciendo el nuevo cuadro de comprensión en el que, a juicio de los correspondientes autores, debía situarse el complejo de la organización política y socioeconómica de los mexicas. Tan sólo me es posible mencionar aquí los más sobresalientes de esos trabajos. En 1946 Salvador Toscano, siguiendo la misma línea de pensamiento, elaboró un artículo sobre La organización social de los aztecas.8 Arturo Monzón, en 1949, presentó su tesis, valiosa aportación, acerca de El calpulli en la organización social de los tenochca.9 Correspondió a Alfonso Caso hacer una clara síntesis de los nuevos puntos de vista en su trabajo “Instituciones indígenas precortesianas”, aparecido en 1954. Tanto él como Paul Kirchhoff habrían de ocuparse luego de problemas relacionados con la tenencia de la tierra.10 Las conclusiones a que llegaron, aunque no iguales, implicaron el reconocimiento de alguna forma de propiedad privada en lo tocante a la tierra.
Todavía en la década de los cincuenta, a fines de ella, se elaboran otros varios trabajos cuyo más notorio mérito es que en ellos se toman en cuenta de manera más amplia diversos testimonios derivados de la tradición indígena. Mencionaré el de Alfredo López Austin, presentado como tesis en 1959, La Constitución real de México-Tenochtitlan11 y el de Friedrich Katz, originalmente publicado en alemán en 1956, Die Sozialökonomischen Verhältinisse der Azteken im 15 und 16 Jahrhundert y más tarde, enriquecido, en versión castellana en 1966.12 Si bien en el libro de López Austin hay un principio de revisionismo respecto de tesis como las de la propiedad individual de la tierra por parte de los nobles o pipiltin, en general el enfoque de ese trabajo implica una aceptación de lo aportado por autores como Moreno, Monzón y Caso. Su interés principal radica en la abundancia de nuevos testimonios de procedencia indígena que allí se analizan. El libro de Katz, aunque concebido en función de un esquema marxista, básicamente coincide en aceptar las interpretaciones vigentes en puntos como los de la existencia de una organización estatal, clases sociales y propiedad individual de la tierra de los pipiltin.13
La lectura de trabajos como el ya citado de Katz podría hacer pensar que, al menos en lo general, se estaba ya en tierra firme, con universal aceptación en lo tocante al complejo tema de la organización socioeconómica y política de los mexicas. Sin duda muchos puntos quedaban por investigar pero el meollo del asunto podía considerarse como básicamente precisado. Las investigaciones iniciadas en la década de los años sesenta iban a traer, sin embargo, no pocas sorpresas en esta materia.
LA MÁS RECIENTE ACTITUD REVISIONISTA
Tomaremos el agua de más atrás. Comencemos por recordar que Karl Marx, al igual que Friedrich Engels, conoció y tomó en cuenta el núcleo de las aportaciones de Lewis H. Morgan, a quien se refería a veces como “el yanqui Morgan”. Justamente son elocuentes en este punto las hasta hace poco olvidadas “Notas etnológicas” de Marx, así como lo que al respecto expresó Engels. Al decir de éste: “Marx se había propuesto presentar los resultados de las investigaciones de Morgan en relación con sus propias conclusiones […]”14
Ahora bien, desde antes de que aparecieran los trabajos de Morgan, el propio Marx en un escrito suyo sobre “Formas que preceden a la producción capitalista” que, según los estudiosos de su obra, fue elaborado hacia 1858, había atendido por su parte al tema de la organización de las socie...

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