Palestina
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Palestina

Ocupación, colonización, segregación

Itxaso Domínguez de Olazábal

  1. 217 Seiten
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Palestina

Ocupación, colonización, segregación

Itxaso Domínguez de Olazábal

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Entender la realidad actual del pueblo palestino exige una mirada múltiple, que atienda tanto a su dimensión histórica como coyuntural y que sea capaz de conectar sus acontecimientos recientes con la evolución de los debates y análisis en torno a la causa palestina. Los palestinos, millones de personas en todo el mundo, permanecen en una situación, dominada por el colonialismo y el apartheid, en la que se les niega tanto su pasado como su futuro y en la que su presente parece condenarlos a una espera perpetua. Más allá de la interpretación dominante, en el que se hace valer el alcance de un "conflicto" simétrico con Israel, de "procesos de paz", "soluciones" y "escaladas de violencia", este libro se centra en Palestina y los palestinos, quienes llevan años reclamando que entendamos la realidad sobre el terreno, también sus formas de resistencia, para traspasar esa visión unilateral que los reduce únicamente a víctimas o los convierte en potenciales terroristas. Itxaso Domínguez trata así de hacer un ejercicio de pedagogía crítica, que explique la fragmentación territorial y jurídica que ha padecido la sociedad palestina, así como la deslegitimación de su liderazgo político y el papel cuestionado de una comunidad internacional que se habría convertido en parte del problema. Con ello, pretende asimismo visibilizar los vínculos entre la Palestina histórica y el contexto global, y la importancia de las luchas transnacionales compartidas.

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Capítulo 1

Un nuevo marco interpretativo


“Esto es lo que hace que te plantees todas tus preguntas. Es aquí justamente donde comienza el problema. Es un pueblo que sufre discriminación, que lucha por sus derechos. Esa es la historia. Si dices que se trata de una guerra civil, tus preguntas estarán justificadas. Si dices que se trata de un conflicto, entonces claro que sorprende saber lo que está sucediendo”.
Entrevista a Ghassan Kanafani (1970)


Este capítulo se centrará en los distintos marcos interpretativos, promovidos por la sociedad civil y el ámbito académico, del contexto de la Palestina histórica, sobre todo en relación con el colonialismo de asentamiento y el apartheid (no incompatibles entre sí). Estos marcos cualifican o niegan la conceptuali­­za­­ción hegemónica de “conflicto”, y ayudan a entender la situación teniendo en cuenta los acontecimientos que han afectado a la totalidad del pueblo palestino a partir de la Nakba y el establecimiento del Estado de Israel. Hoy en día cada vez más palestinos, además de otros actores, reclaman la significación de estos marcos no solo en términos de interpretación, sino muy particularmente en términos de cómo comprender el futuro al que aspiran.

El ‘conflicto’ etnorreligioso,
una narrativa hegemónica contestada

A lo largo de las décadas, el imaginario colectivo en España y Europa sobre el presente —pero también futuro— del pueblo palestino se ha visto enormemente influenciado por una narrativa hegemónica, la del “conflicto” palestino-israelí como un conflicto etnonacional y etnorreligioso. De acuerdo con esta, la única interpretación de la situación apunta a la existencia de un enfrentamiento, determinado por una dualidad y cuasi-simetría permanente, entre dos pueblos que desde hace décadas, apoyándose en la Historia, aspiran a convertirse en Estados-nación, ambos con los mismos derechos sobre el territorio del antiguo Mandato británico de nombre Palestina2. Así, la posibilidad de una separación territorial completa entre judíos y palestinos en Israel/Palestina, o al menos entre Israel, por una parte, y Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza por la otra, encuentra su justificación en un marco de resolución de conflictos de carácter etnonacional que obliga a la separación total entre estas sociedades marcadas por siglos de animadversión mutua. Esta versión ignora por completo la posibilidad de que el “conflicto” tenga otros orígenes o explicaciones, que a su vez han derivado en altas dosis de violencia.
La narrativa hegemónica, que impregna varios ámbitos —po­­lítico, académico, civil—, se inspira en gran medida en una metanarrativa positivista que define el sionismo como un movimiento de liberación nacional cuyo objetivo declarado era la creación de un Estado-nación parte de Occidente y heredero de la tradición europea. El nacimiento del Estado judío fue celebrado como el cumplimiento de un sueño de liberación nacional albergado durante siglos, pero también como una so­­lución a la “cuestión judía” a la luz del antisemitismo rampante en Europa y las posibilidades de redención que este arreglo representaba para un buen número de países. Esta narrativa, pretendidamente anticolonial contra la presencia británica3, combinaba elementos de misticismo y religiosidad, pero también de esencialismo y referencias constantes al estatus de insuficiente civilización de la población indígena, los palestinos, y el potencial modernizador que la presencia de inmigrantes judíos tenía para estos, el territorio, e incluso la región en su conjunto. La reacción de los nativos fue de resistencia, no violenta en su gran mayoría. Aun así, Israel sostiene que el país luchaba, y aún lo hace a día de hoy, por su supervivencia. Costara lo que costara.
La narrativa imperante también se caracteriza por el excepcionalismo: se ha convertido en moneda común escuchar una y otra vez que el contexto en la Palestina histórica es complicado, incluso demasiado complejo como para que el hombre de a pie pueda comprenderlo, no digamos proponer versiones alternativas. El relato distintivo presenta a una nación elegida pequeña y valiente, obligada desde el principio a luchar por la supervivencia contra enemigos irracionales sedientos de sangre. Así, se admite que Israel es un país que ha cometido errores —como hacen todos los miembros de la sociedad internacional—, pero que siempre ha hecho todo lo posible para lograr objetivos nobles, lo que obliga a juzgar sus acciones con mesura. Este excepcionalismo se ve plasmado en la expresión, sobre todo utilizada en Estados Unidos, “progresistas excepto en lo que a Palestina respecta”.
La narrativa hegemónica no cuestiona la legitimidad del establecimiento del Estado de Israel, mucho menos su carácter de democracia plena occidental. De esta manera, cuando por ejemplo se habla del “trilema de Israel”4 (Piqué, 2021), el análisis se centra únicamente en la ocupación militar de territorios y en la imposibilidad de que el país mantenga al mismo tiempo su condición de democracia plena si es una potencia ocupante, dejando de lado otras realidades pasadas, pero sobre todo presentes. El punto de inflexión lo representa para esta narrativa el año 1967, y no 1948, y con ello la llamada “Línea Verde”5. El periodo 1948-1967 sería para Israel una etapa de florecimiento democrático en la que se consiguió superar el “pecado original” de la Nakba palestina, en el que tantos se inspiran para argumentar que el país puede, y debe, retornar al “buen camino” (Dowty, 1995: 36). De acuerdo con esta versión, la ocupación pos-1967 sería además únicamente responsabilidad de un puñado de mesiánicos y de una ideología concreta, y no un conjunto de mecanismos íntimamente ligado a los cimientos del proyecto de establecimiento de país.
Esta narrativa hegemónica ha sido objeto de cuestionamientos crecientes a lo largo de los últimos años. La evolución de la realidad sobre el terreno arroja luz sobre la pulsión y realidad colonial que representa el Estado de Israel, sobre circunstancias que los palestinos llevaban años y décadas denunciando (figura 1). Un concepto que ha adquirido centralidad es el de la “realidad de un Estado”, en la cual Israel tiene y ejercita su soberanía de forma cuasiexclusiva a lo largo y ancho de la Palestina histórica, aunque de formas distintas en función del territorio concernido: la ocupación, el vocabulario, no se limita únicamente a la “ocupación militar” tipificada como tal por el derecho internacional. Esta progresiva erosión de la Línea Verde ha llevado asimismo a que hayan aumentado exponencialmente en número e intensidad las referencias a un contexto de apartheid en el antiguo Mandato británico. Mientras que un libro del antiguo presidente estadounidense Jimmy Carter (Carter, 2006) únicamente se refería a la posibilidad de un régimen de apartheid entre israelíes y palestinos en los territorios bajo ocupación —y ya entonces causó acaloradas discusiones—, textos relativamente recientes argumentan que la segregación es una realidad a un lado y otro de la Línea Verde.
Varios activistas palestinos llevaban años manejando el concepto de apartheid junto con los de colonialismo y ocupación. Ya en 2013, la organización palestina Al-Haq hablaba de “un régimen institucionalizado con la intención de establecer y mantener la dominación judía-israelí sobre los palestinos como grupo” (Al-Haq, 2013). En esta misma línea se había posicionado el Consejo de Investigación de Ciencias Humanas de Sudáfrica con su informe “¿Ocupación, colonialismo, apartheid?: una reevaluación de las prácticas de Israel en los territorios palestinos ocupados bajo el derecho internacional” (HSRC, 2009) y las importantes deliberaciones del Tribunal Russell para Palestina entre 2010 y 2013. Un punto de inflexión lo representó el Informe de la Comisión Económica y Social para Asia Occidental de las Naciones Unidas, aunque se forzó su retirada (ESCWA, 2017) seguido de —y completado por— un importante número de organizaciones palestinas, israelíes e internacionales. La última de ellas ha sido Amnistia Internacional que, en línea con lo que un importante número de entidades palestinas demandan, habla de un apartheid en la totalidad de la Palestina histórica, por lo tanto a ambos lados de la Línea Verde y no solo en los territorios bajo ocupación, sino que también afectaría a los refugiados palestinos (Amnistía Internacional, 2022). La primavera de 2021 trajo consigo un nuevo impulso por reconocer la importancia de los términos y narrativas (Abdel Razek, 2021a).

Figura 1
Palestina menguante a lo largo de las décadas

Fuente: Elaboración propia.

El colonialismo de asentamiento
en la Palestina histórica

El colonialismo de asentamiento es una realidad histórica que logra explicar el contexto de la Palestina histórica y cuestionar la narrativa hegemónica en su totalidad, incluso en lo que al contexto internacional respecta, más allá de excepcionalismos. Aunque esta interpretación ha sido alegada durante décadas por voces palestinas, ha sido gracias a las contribuciones en el ámbito académico internacional, pero también consecuencia de la imposibilidad de la narrativa hegemónica para explicar la realidad sobre el terreno, muy particularmente el fracaso del proceso de paz posterior a los Acuerdos de Oslo6, que esta versión gana terreno progresivamente en la academia, los medios y la opinión pública, aunque no en el ámbito político, como veremos en el capítulo 6.
A principios del siglo XX, la población de Palestina la componían un 4% de judíos y 96% de palestinos aproximadamente. En 1922, los inmigrantes judíos representaban ya el 10% de los habitantes de la Palestina histórica, consecuencia de la lleg...

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