No arrugue que no hay quien planche
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No arrugue que no hay quien planche

Hada María Morales

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  1. 160 Seiten
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No arrugue que no hay quien planche

Hada María Morales

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Hay todo tipo de manchas y arrugas, desde en una blusa favorita hasta en los recuerdos dolorosos del pasado. Autora de inspiración, Hada María Morales ayuda a las mujeres a planchar las arrugas inevitables en su identidad como mujeres en el mundo de hoy. Morales emplea anécdotas graciosas, reflexiones sobre la Escritura y testimonios provocativos para inspirar a cualquier mujer: la adolescente poco elegante, la divorciada de edad madura y la abuelita canosa. Todas terminan en abrazar con gozo la visión que tiene Dios para su vida.

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Information

1
Mi póliza de seguros: El salmo 91
«El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente».
Salmo 91.1
Querido lector, quiero pedirle algo muy especial: cierre el libro y vaya al salmo 91, léalo completo, atesórelo en su corazón y medite en él Es de esta fuente hermosa y perfecta que emana el amor y la seguridad de que bajo sus alas estaremos confiados.
Lo que yo pueda expresarle a través de este capítulo solo será una experiencia humana del corazón buscando nexos para que juntos alabemos al Señor y vivamos dando testimonio al mundo del Dios en el que hemos confiado: «Mi Dios, en quien confiaré».
Hay escritores cristianos que poseen una habilidad extraordinaria para desmenuzar la Palabra de Dios y son de gran ayuda para nosotros, pero me encanta saber que Dios también trata con personas comunes y corrientes como usted y como yo, para entregarnos un mensaje con el fin de hacerlo vida en nosotros.
Me asusta el hecho de que andemos pregonando que somos cristianos y al primer «ruidito de los caites», como solemos decir en mi amada Nicaragua, cuando nos asustamos por cualquier cosa, salimos corriendo. Confiar en Dios no es algo que se establezca de la noche a la mañana. Solo cuando conocemos su amor reflejado en su Palabra, su valentía expresada en sus hechos, su constancia manifestada en su pacto —con todos aquellos que se comprometen con Él—, es que va volviéndose sólida esa confianza. Pienso que primero hay que tomarse el tiempo para conocerlo, dando como fruto el que lo amemos y, sin esperar tantas piruetas, concretar el deseo ardiente de servirlo.
Y ese es el proceso que he tenido que pasar. Cuando me sumerjo en el salmo 91, me invade una sensación real de seguridad al saber que me librará del brazo del cazador. Y bien sabemos que no es ese cazador de las películas, con botas y un rifle, sino del cazador «polifacético» que se disfraza de cuanta cosa puede para llevarnos como sus presas. Dice que nos librará de la peste destructora, que no es solamente una enfermedad sino también cualquier adicción o tendencia al pecado con frutos amargos y malolientes.
Continúa diciendo que no temeremos al terror nocturno y no solo para nosotros, sino para nuestros hijos; que en esa etapa de la juventud andan muchas veces por caminos que nosotros —y a veces ni ellos mismos— conocemos poniendo sus vidas en peligro. Sin embargo, los que conocemos la eficacia de la oración sabemos que es la única manera de protegerlos, pues nuestro Dios —en el cual hemos confiado— es firme en su pacto. Y me conmueven los versículos 9, 10, 11 y 12 (énfasis agregado):
Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,
Al Altísimo por tu habitación,
No te sobrevendrá mal,
Ni plaga tocará tu morada.
Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,
Que te guarden en todos tus caminos.
En las manos te llevarán,
Para que tu pie no tropiece en piedra.
Sobre el león y el áspid pisarás;
Hollarás al cachorro del león y al dragón.
Y ahora viene la parte de nosotros:
Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré
Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Me invocaráy yo le responderé; Con él estaré yo en la angustia;
Lo libraré y le glorificaré.
Lo saciaré de larga vida,
Y le mostraré mi salvación

Y hasta aquí mi participación, ya no tengo palabras vanas de hombre. Él ya lo ha dicho todo y no puedo dejar de postrarme de rodillas ante su GRANDEZA.

2
Busque a Dios diligentemente
Son las 3:30 de la madrugada de ese frío mes de enero. Está cayendo un tremendo aguacero que sirve de marco a un silencio muy preciado en esta casa, donde siempre hay ruido. Aunque doy gracias a Dios por la bulla de mis seres amados, esos raros momentos en que puedo escribir sin interrupciones son una delicia. No podía escribir este libro dedicado a promover —por decirlo de alguna manera— una vida llena de optimismo y deseos de aprovechar lo que Dios ha preparado para cada uno de nosotros, sin mencionar lo importantísimo que es buscar su rostro. Es precisamente en esos momentos de intimidad con Él que suceden cosas extraordinarias como la aniquilación del temor y el afianzamiento de unos lazos hermosos y fuertes con nuestro Padre celestial.
Puedo decirles, desde lo más profundo de mi corazón, que no conozco otra manera de vivir y de saber lo que Dios tiene para mí que buscándole día a día diligentemente.
Creo que nuestro Dios es un Dios vivo, activo, dinámico, que tiene mucho que darnos, pero que desea que nos «sintonicemos» con Él con ese mismo dinamismo para llevarnos a lugares que ni siquiera podemos imaginar. Quiero decirles que Josafat buscó al Señor con todo su corazón y se humilló, apartó tiempo para buscar a Dios y en ese tiempo de intimidad con Él fue cuando recibió las instrucciones para poder vencer al enemigo en una guerra en la que todo apuntaba a que los iban a hacer polvo. Si no hubiese buscado a Dios diligentemente, sin demoras —debido a que tenía su agenda muy ocupada—, la historia se hubiese escrito de otra manera. Esta diría: «Y fueron derrotados de la manera más fácil», como diríamos en América Latina: «Pan comido».
Jeremías nos dice que busquemos a Dios con TODO nuestro corazón y esto es, mis amados, lo que Dios quiere de nosotros, nuestros corazones. Me gusta mucho el segundo libro de Crónicas cuando nos dice: «Creed en Jehová, vuestro Dios y estaréis seguros, y seréis prosperados». Y yo pregunto: «¿Cómo podremos saber todo eso y caminar confiados, si no lo buscamos ni conocemos su Palabra?»
Me adelanto a contestar la pregunta: «No sería posible saber sus planes si optáramos por no dedicarle tiempo a Dios, tiempo para conocerlo. Esto no es más que caminar a ciegas o nadar sin protección en una piscina llena de tiburones».
Solo con ardor en el corazón para buscarle y estar con Él podremos vivir en paz aun a «pesar de…». No es en vano que en la Biblia la frase: «No temas», aparezca 366 veces. El año tiene 365 días y todavía hay un «no temas» extra. Así es nuestro Dios de grande, poderoso y sabio. Por ello, cuando esté temeroso y sintiendo que el mundo se lo va a comer, le sugiero lo siguiente:
Il_No_arrugue_que_no_hay_quien_0017_019
Entre en la presencia de su Dios TODOPODEROSO, que hizo los cielos y la tierra.
Il_No_arrugue_que_no_hay_quien_0017_019
Alábele con todo su corazón, así su alma vaya a su presencia en el altar santísimo con una mascarilla de oxígeno o bien en una camilla.
Il_No_arrugue_que_no_hay_quien_0017_019
Recuerde sus promesas, pero eso solo es posible si conoce su Palabra y la única manera de lograrlo es buscándolo.
Il_No_arrugue_que_no_hay_quien_0017_019
Muéstrele un corazón agradecido.
Me gusta lo que dice la Palabra de Dios: que el pueblo de Israel escribía sus victorias en estandartes para amedrentar al enemigo y recordarles las bendiciones que Dios les daba, obviamente tenían corazones agradecidos. No tenemos un Dios con el cual haya que sacar cita o hacer filas interminables para estrecharle su mano o hablar unos minutos con Él Estas situaciones suelen darse solo con hombres de carne y hueso. Nuestro Dios, al que amamos y servimos, es OMNIPRESENTE y siempre está con su oído y su corazón atentos a nosotros, ¡claro!, siempre y cuando le busquemos de todo corazón

¿Se ha puesto a pensar en cuán eficientes y diligentes somos para quedar bien con Raymundo y todo el mundo? Queremos darle tiempo a todos y a todo, pero… ¿tenemos tiempo para Aquel que nos ama y cuida de nosotros? La invito a que haga un compromiso con Dios para buscar de Él, su Palabra y su dirección, de forma que llevemos una vida llena de paz, de esa paz que sólo Él puede dar. Vaya a su Biblia y busque: 2 Timoteo 2.15 Proverbios 12.27 Medite en esas porciones de la Escritura y anote lo que le llegue al corazón Ahora si está lista para buscar a Dios diligentemente, sólo un detallito más:
PERSEVERE.

3
Somos vasijas de honra
Recuerdo cuando era muy pequeña y visitaba la casa de mi abuelo. Me llamaban poderosamente la atención las ánforas de piedra en las que guardaban el agua, eran de un material áspero, pero tenían la cualidad de mantener el agua fresca y conservarla limpia como si fuese de manantial.
Fueron pasando los años y, con la modernidad, las vasijas de roca fueron perdiendo su papel protagónico para convertirse en testigos mudos del pasado y de tiempo mejores, como suelen decir los mayores. Pero estaban ahí, inmóviles, y dándole un cierto toque de nobleza al jardín interior de la casa.
Como niños al fin nos gustaba jugar y «husmear» el interior de las vasijas. Nos acercábamos a la boca de ellas para gritar o jugar a las escondidillas y acurrucarnos detrás de esas moles de roca viva. Cuando las empleadas de la casa nos veían haciendo eso, nos decían que nos iba a saltar una culebra o un sapo del interior del ánfora, por lo que salíamos corriendo. ¡Qué tiempos aquellos!
Con el paso del tiempo me encontré con la hermosura del evangelio y oí eso de «vasijas de honra», por lo que recordé los días correteando alrededor de las vasijas de piedra en el patio de la casona del abuelo. Sin embargo, sentí en mi corazón que las vasijas que somos no podían ser como aquellas de roca áspera, que como centinelas guardaban un líquido precioso y vital.
Y realmente es así, somos vasijas delicadas y hermosas. Siempre y cuando seamos moldeados en el taller del Maestro y por sus manos, esa masa de arcilla —color tierra y sin forma— poco a poco se irá transformando en vasijas de colores, de texturas finas y llamativas, nosotros. Y es lógico, pues alguien que lleva el Espíritu de Dios en su corazón no puede pasar inadvertido.
Por ello, después de haber pasado por ese proceso en manos del Alfarero, nuestro trabajo es hacer honor al que cambió nuestra forma para que emanemos un perfume especial y lo rociemos por donde vayamos, ¿que suena idílico? No en las manos de Dios.

Y aquí, señoras y señoritas, abran paso al versículo que nos enseña lo que nuestro Padre dice de nosotras: «Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida para que vuestras oraciones no tengan estorbo» (1 Pedro 3.7). Y ¿todavía nos sentimos como «arañas fumigadas» o gallinas en feria? Nada de eso mi amada amiga. No se detenga más ante el temor y ¡ADELANTE! Tome un ratito para estar a solas con su Padre celestial y medite en esta porción de la Escritura. Para mí fue la llave que abrió el candado que me mantenía atada a la tristeza de haber vivido llena de temores y hasta de complejos. Así que mi querida amiga, levante vuelo y viva gozando de la seguridad que Dios le brinda. Andar como arañas fumigadas es asunto del pasado.

4
Aflicciones de todos colores
¡Ay, Dios mío!, ¿cuándo podré ver aflicciones transparentes? Bueno, a veces lo son, pues son tan leves que si las comparamos con otras palidecen. Estamos muy mal acostumbrados a ver solo lo que nos incomoda, realmente pensamos que nuestro problema es el peor del mundo. Quiero decirle que si piensa así, le invito a darse un paseíto por los noticieros y que ...

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