Prólogo
El haiku no es poesía budista ni poesía shintoísta ni poesía de cualquiera de las religiones japonesas. Es una poesía que no se deja atrapar por ninguna religión, ninguna filosofía, ninguna ideología. El haiku es la voz del alma japonesa, la forma poética de su sensibilidad mística. Y, sólo en la medida en que queramos empaparnos de esta sensibilidad, es algo al alcance del género humano, exportable al resto de los pueblos. Pero todo tiene un comienzo, y el del haiku se produce a partir de una cultura, de un modo concreto de encarar la existencia.
Por supuesto que entre los poetas de haiku (haijin) ha habido monjes budistas, como también señores feudales (Fûko), y mendigos (Rotsû), y comerciantes (Yasui), y vendedores de pescado (Sampû), y samurais (Masahide, Kyoroku, Kyokusui...), y médicos (Shikô, Bonchô, Michihiko...), y afiladores de espadas (Hokushi), y sacerdotes Shinto (Moritake), etcétera. Ciertamente, el modo contemplativo de vivir de los monjes, liberados económicamente de muchos afanes terrenales, facilita el haiku. No es casualidad que los últimos tres haijin de más celebridad en Japón sean monjes budistas. Pero de ahí a transformar el haiku en una poesía budista va un mundo: el que dista de una exposición objetiva del haiku al proselitismo. Que el budismo sea la más internacional de las religiones japonesas, que incluso pueda decirse que sea la única que ha sobrevivido a los errores de la historia (aunque esto habría que afirmarlo con muchas matizaciones), todo esto es una cosa, y otra bien diferente concederle sin batalla la herencia de la cultura del País del Sol Naciente. Pero ahora este no es el tema. Lo que ahora queremos es, en primer lugar, repasar lo que sabemos del haiku, con objeto de que el lector profano en la materia pueda valorar la calidad de los haikus que contiene esta antología, y para ello, en la medida de lo posible, buscaremos ejemplos de haikus confeccionados por monjes budistas. En segundo lugar, ya en el corpus central del libro, vamos a hacer una panorámica de lo que ha sido el mejor haiku del siglo xx.
Comenzamos, ya sin más dilaciones, explicando brevemente qué es y qué no es el haiku.
El haiku japonés es una estrofa que pretende captar los asombros del ser humano. Es un modo poético de hacerse con los instantes. Bashô, el padre del haiku, lo definió como “lo que ocurre aquí ahora”. Cualquier suceso, cualquier realidad, grande o pequeña, hermosa o sin aparente belleza, tiene derecho a habitar el haiku. Por eso, Reginald Horace Blyth explicaba que el haiku era “una nada inolvidablemente significativa” que había sucedido ante nosotros. La condición de notario de la naturaleza que adquiere el poeta de haiku es fundamental. El haiku debe ocurrir ante el poeta. No puede ser imaginado ni elaborado en abstracto; el haiku no es elucubración, no es arquitectura de la mente humana. Sólo pretende plasmar la existencia, tal como es, para transmi...