
- 72 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
La otra vida
Descripción del libro
Ni los años
ni los kilómetros
ni la colección de placeres;
sólo una adecuada combinación
de maldad y sentimientos auto compasivos
permite apreciar la belleza
de las cosas que caen.
Preguntas frecuentes
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Información
Categoría
LiteraturaCategoría
PoesíaLa sal
I
Suena el timbre y puede ser
cualquiera pero no es cualquiera sino
típicamente una tía o amigos de
los padres. Nunca hay que abrir la
puerta a los desconocidos, como mucho a un
señor que ofrece cosas insignificantes. Pudo
haber también un policía, con esa
ambigüedad que tienen a los siete años,
para qué acordarse ahora de algo. La apertura
de esas primeras puertas desde abajo, instante
siempre mal estructurado a ambos
lados de la mirilla, y la siempre
inútil simpatía de los adultos que por
fin entran en casa. El salón
está tan ordenado, ahora es ajeno,
daría casi miedo ser yo mismo o mis
dibujos y raquetas, daría casi
ganas de contar que los padres mienten
y esta seriedad de los sillones y la
mesa y de los padres es disfraz, que hay
té pero el azucarero está lleno de sal.
Existen distintas maneras de abrazar
a la almohada, como se puede
uno meter en la bañera cuando aún
no está llena, o tener y por lo tanto
ser en secreto algún insecto. Desde la
cama son gritos las palabras en
el cuarto de al lado, y el ruido
de las copas una vajilla rota. Las
certezas: sé que soy yo
el que abraza esta almohada porque esta
almohada es la mía; sé que esta almohada
es la mía por su forma de abrazarme.
II
Escucha voces que no son
la tuya, despierta a las desigualdades
y a sus normas, colecciona las muchas
hojas que la hoja es en la tarde.
Vuélate y abre alas al testigo
de tu médula, de
todas tus traiciones a tu
médula, a quien llega desde tan
cerca que no conoce el tránsito.
Por el lado del agua, su mirada
te congela en tu origen. Por el lado
del aire, guía tus propios ojos hacia
lo innegociable. No es difícil
adiestrar a un espejo, pero un hermano
siempre es un yo salvaje.
Algunas intersecciones
remiten a otra geometría,
inexplicable y obvia. ¿Qué paralelas
no se han cortado alguna vez,
no se han curado? No sabría
decir si es herida o cicatriz esta
extracción hasta la presencia externa, pero
hay otro fuera de mi boca. Los cuerpos
se disponen siguiendo una ética
variable y centrípeta, la sal
acaba siempre con el hielo,
a la larga no existe la venganza
y todas son iguales, las voces,
las aristas. Menos una.
III
Murmurando un idioma que
entiende cualquier célula, llega el
mar hasta las puertas de un niño que
se moja. El mar hospital es el mar
aeropuerto, a diez kilómetros de altura
se traza una línea sobre la arena donde no
alcanzan las olas con sus manos maternas
y hasta siempre el agua por los
tobillos. El mar verano no es el
único, está también el mar en la ciudad
exilio: el cable del teléfono enterrado
en el fondo, nombres que superan el
naufragio y se arrepienten y reclaman
apellidos, la gestación de una mitología,
la necesidad de aprender a despedirse
sin haber aprendido a saludar
y sobre todo la precaución de
no pisar las junturas de las baldosas, no
acercarse a los bordes ni conjurar
lo liminal o la antizona. El mar
asoma en todo lo que es
puerta: los ocasos, las bocas, la
música, estar solo; asoma y anticipa
la isla y el azar, la sensación de
consecuencia sin causa conocida.
El mar dos polos también finge, simula un
pez lineal, adusto, recurrente; y pájaro,
se resiste al resumen y a la síntesis, pez
cuyo vuelo se aloja en otro mar.
IV
Dice que no, que lo que
hay que elegir es si se enfocan
las semejanzas o las diferencias,
como ante algunos lienzos o con todos
los pinceles en la mano. Los
paisajes se suceden pero no,
es en el marco donde se escribe el
discurso, es a través del ojo
como se nubla el marco, es
antes de imaginar la vista cuando se puede
imaginar.
Elegir siempre es no: entre quedarme
vaciándome en mi casa o bajar
a buscarme por los parques, por ejemplo de
acuarelas triviales, no es no una
de las opciones sino todo el planteamiento.
El cuadro pinta la paleta,
ya sedimenta el próximo
paisaje. Una vez seca
la pintura, se articula la mano,
recupera la idea la perspectiva
inicial, el pintor
falsifica su firma. Yo
observo los oleos y no
consigo advertir la dirección del trazo, qué
volumen fue alguna vez aquí
y cuál allá. Eso es lo que me importa
distinguir: ¿id...
Índice
- Cubierta
- Portada
- Créditos
- Cuestión de decidir
- Ni los años
- ¿Y si fuera el día?
- Convivencia
- La interacción intensa
- Eli y el agua
- Autorretrato
- La sal
- Una moneda para los músicos
- Chicas de pelo corto
- He tratado de ser leve
- Iniciación
- La angustia
- Los espacios cerrados
- océano
- un árbol
- emergencia
- La otra vida
- El sótano del cielo
- Contenido
- Contracubierta