
- 210 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
Cartografía menor
Descripción del libro
Durante siglos la poesía ha cantado al cuerpo, por lo regular al exterior; cuando ha sido al interior, las palabras se pierden en los recovecos de la metafísica, pero en esta ocasión la autora nos ofrece una vuelta de tuerca al adoptar como motivo poético la anatomía humana en una morfología de la creación literaria con el fin último de escudriñar la naturaleza humana en el más directo de sus sentidos: a partir de su composición física.Mapa de órganos, guía de aparatos, censo de curiosidades a manera de bestiario interno; este libro se coloca entre la prosa poética con tintes cercanos a la divulgación científica de acceso ligero, en donde se reformula la vieja consigna de conócete a ti mismo. La autora observa, disecciona con el poder de su lápiz los rincones del engranaje de esa máquina llamada cuerpo humano. Y es que "Cartografía menor" resulta una radiografía hablada (verbalizada) de nuestro organismo, ese extraño que habitamos.
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Información
Françoise Roy
Cartografía menor


El cuerpo humano que conocemos hoy en día, sí bien físicamente no ha cambiado desde entonces, no se parece a lo que —epistemológicamente— era para un médico del Medioevo. Las teorías imperantes sobre el mundo que nos rodea, por muy científicas que sean, siempre son difíciles de poner en tela de juicio. Más difícil aun es romperlas, ya que atrás del conocimiento anatómico se habían agazapado, a través de los siglos, un sinfín de prejuicios, tabúes, dogmas religiosos, supersticiones y equivocaciones orgánicas. Pensemos en algo ahora tan banal como los espermatozoides, que fueron descubiertos por Antoni van Leeuwenhoek en 1679. Su descubrimiento a partir de un estudio microscópico del semen es consignado en comunicados a la Royal Society de Londres, pero con la siguiente advertencia: «Si Su Señoría juzgara que esas observaciones son propensas a provocar repulsiones o escándalo entre los doctos, le rogaría muy atentamente las considere privadas, para publicarlas o destruirlas según Dios le dé a entender». Así, lo que ahora es parte del conocimiento básico de la reproducción de los seres vivos era por aquellos tiempos no sólo tópico bochornoso, sino que descansaba en supuestos erróneos. Como lo apunta Daniel Boorstin en The Discoverers: «Algunos años antes, William Harvey, en su De Generatione (1651), había descrito el huevo como la única fuente de toda nueva vida. Se creía comúnmente entonces que el esperma no producía más que “vapores” fertilizantes. Leeuwenhoek —para quien la movilidad era sinónimo de vida— cayó en el otro extremo, atribuyéndole el papel preponderante en la creación de vida».1 Así, un letrado holandés que se dedicaba al llano comercio de telas descubre —por curiosidad— el mundo de las bacterias; pero al mismo tiempo, debe resguardarse de ofender la moral de la época, y abre —sin saberlo— una vía nueva en la gran carrera hacia el conocimiento.
FRANÇOISE ROY
El sistema circulatorio
Da vueltas y vueltas, samsara de hierro y plasma, estelicio del color rojo, feria de glóbulos y agua arrebolada que transportan el planetoide del alma en su órbita —aunque lo nieguen los anatomistas, así la concebían los vejestorios del Antiguo Testamento.
ADÉNDUM
La sangre es el principal fluido biológico de los integrantes del reino animal superior. Tejido líquido cuya base, el plasma, es esencialmente proteico, transporta en disolución varias sustancias orgánicas, minerales y diversas células como los glóbulos y plaquetas. Su función es trasladar oxígeno y alimentar las células mediante el sistema vascular —arterias, venas y capilares—, que la distribuye en todo el cuerpo. Un cuerpo humano adulto contiene entre 4.5 y 6 litros de sangre, cuyo color rojo se debe a ...
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