Dedicatoria
Para Carla, por llevarme con la magia de sus alas.
Magic City crece a su propio ritmo
y la gente no sabe por qué crece.
—Esteban Luis Cárdenas—
Al cabo de los años he observado que la belleza,
como la felicidad, es frecuente.
No pasa un día en que no estemos,
un instante, en el paraíso.
—Jorge Luis Borges—
¿Por qué contentarnos con vivir a rastras
cuando sentimos el anhelo de volar?
—Helen Adams Keller—
Gracias
a Elsa que con su pluma de niña divertida le dio libertad a estos poemas, a Miriam, Manny y Carlos por ser de los primeros en animarme, a Alberto Soria por su arte, a mis hijos que algún día lo tendrán entre sus manos, a papá, y por supuesto, a mi esposa Carla cuya luz y amor está en cada uno de estos versos.
Prólogo
Encontrar a un poeta que convoque a llevar la poesía a las calles, que nos invite al ejercicio del deber humano más elemental como lo es el amor, es tan raro hoy como encontrar a un lector de poesía.
Con una poética que atraviesa la apatía de nuestro siglo, Víctor Jiménez se asoma a su ventana para alertarnos y sacudirnos al revelarnos lo que ha descubierto: «Escucha: la poesía anda por las calles y va con los brazos abiertos». Y es cierto, porque ¿quién va a negar que es amor eso que brilla en los ojos del perro? Hay en sus versos un bullicio de imágenes que hurga nuestra penumbra, que estremece sin violencia —como una joya que irrumpe de un estanque de serenísima agua— hacia nuestro corazón hundido en el desierto de la indiferencia. Toda intensidad aquí sentida se desborda y termina en lo cotidiano: las calles, la casa, las manos, un árbol. Y sin rubor nos confiesa que todo eso que nos impregna de claridad culmina siempre en el abrazo del ser amado.
Fundada en la desazón de estar vivos sin sentir, la poesía de Víctor es un estremecimiento a la orfandad existencial del hombre, incapaz de verse en la mujer que duerme a la intemperie, protegida por, un ejército de mosquitos y los gritos de la noche. Cuando nos muestra al árbol que se aferra a la vida en un trozo de metal, Víctor no nos señala simplemente la «rareza», al contrario, apunta y celebra la posibilidad de ser, y mejor aún, de querer ser, de atreverse y persistir. Sus palabras proponen una relación de intimidad con lo que nos rodea, una relación de amparo, protección y cui...