1 El turismo de hoy y el futuro del turismo
El título de la obra explicita un interrogante, ¿fin de época?, que obliga a analizar los rasgos característicos del turismo en España y los factores del cambio y plantear los posibles escenarios futuros. El desarrollo de dicho análisis se formaliza en los distintos capítulos en los que se abordan los temas clave, pero, dada la complejidad de los objetivos, se ha optado, además, por un primer capítulo que constituya un hilo conductor a modo de planteamiento holístico sobre el conjunto.
1. De los récords de visitantes al final del turismo: ¿qué está pasando?
En el imaginario social sobre la historia reciente de España figuran de manera clara los resultados del turismo español, que, durante décadas, año tras año, conseguía alcanzar nuevos récords de visitantes extranjeros, lo cual se percibía como un gran éxito. Cabe señalar que esta evolución, pese a los altibajos que se han dado a lo largo de más de sesenta años, también se ha observado recientemente y, en particular, en la última década. En las primeras fases de su desarrollo, el turismo era percibido como algo coyuntural, un sector informal, «inseguro» y muy dependiente de circunstancias externas. Con el crecimiento y la consolidación del fenómeno, el turismo ha adquirido carácter estructural y, hoy día, es uno de los sectores clave del país. En las últimas fases de su desarrollo, de manera paralela al incremento de su significatividad y como consecuencia del modelo turístico seguido, han aparecido las disfunciones y los efectos no deseados, y, con ello, también las miradas críticas que rompen la anterior visión casi monolítica sobre el turismo. Esta situación más compleja explica la emergencia (antes de la irrupción de la COVID-19) del debate académico y profesional sobre la necesidad de reconducir el modelo turístico, idea de la que también participaban los actores del sector con el objetivo de ser más competitivos y mantener o ampliar los beneficios.
La mirada crítica y las propias reflexiones desde el sector se han visto fortalecidas por factores generales o externos (cambio climático, transición energética, desigualdad social, etc.) que inducen a cambios en el sistema. En este contexto aparecieron diversas interpretaciones sobre los cambios necesarios e inevitables del turismo, e incluso discursos que pronosticaban el «fin del turismo» (tal como se conoce hoy) o «el turismo después del turismo» (Donaire, 2019). La irrupción de la pandemia en 2020 ha supuesto una sacudida sobre la realidad conocida y la entrada en un escenario de incertidumbre que también comprende el futuro del turismo y las preguntas sobre el «turismo futuro».
España es un país turístico, ¿por qué?
El enunciado anterior es una afirmación: España es un país turístico. Una afirmación que puede parecer una obviedad por cuanto esta condición forma parte del imaginario social del propio país y –como mínimo– de medio mundo. Más allá de esta primera consideración, se pueden aportar evidencias de distinta naturaleza que corroboran esta caracterización.
El turismo está presente, día a día y por una razón u otra (información, conflictos, debate, reflexión, etc.), en los medios de comunicación, en los temas de conversación cotidianos de la sociedad española (turistificada), en la agenda política del poder-administración –local, regional, estatal (central)–, en la literatura, en el cine o en la investigación que se realiza en las universidades, entre otros muchos ámbitos. Y ello es debido a que, tras su desarrollo durante décadas, el turismo en España ha adquirido un carácter estructural en todas sus dimensiones (territorial, económica, social, política, etc.). De hecho, el análisis de las variables y los indicadores habituales de análisis y la caracterización de las estructuras y los componentes del país delatan el hecho turístico, su significado, su importancia. Y en relación con la percepción desde el exterior, el turismo forma parte de la imagen del país y de la «marca España».
España en un país turístico por el desarrollo que han alcanzado las actividades turísticas en términos absolutos y relativos (en relación con la dimensión de otras actividades de su sistema productivo), y también si lo comparamos con otros países. Si se considera la dimensión de turismo internacional, España es una potencia turística (según el argot habitual). En la última década siempre ha sido uno de los primeros países receptores de turistas internacionales (segundo o tercero, según los años y según se contabilice el número de visitantes o el valor de los ingresos, entre otros indicadores) y, además, durante la última década, cada año ha batido récords de visitantes. Las cifras del ranking de turismo internacional de 2019 son las siguientes: 1. Francia (89,4 millones de llegadas de turistas internacionales), 2. España (83,5), 3. Estados Unidos (79,3), 4. China (65,7) y 5. Italia (64,6 millones) (figura 1.1 y tabla 1.1).
Del 22 al 26 de enero de 2020 se celebró en Madrid la Feria Internacional de Turismo (FITUR), en su vigesimocuarta edición, una verdadera efeméride. Cada año por esas fechas y en este evento, relevante escaparate del turismo, los responsables del ministerio presentan el balance turístico del año anterior. En esta ocasión, la ministra Reyes Maroto informó de que la llegada de turistas internacionales a España había alcanzado un nuevo récord en 2019, por séptimo año consecutivo, al registrar 83,5 millones de viajeros, un 1,2 % más que en 2018, y de que, a pesar de este récord, el turismo español aún «no ha tocado techo». En 2019 no solo aumentó la cifra de turistas llegados a España, sino que también estos habían aumentado su gasto, en concreto un 2,9 % más que en 2018, con lo que se habían alcanzado los 92.337 millones de euros. Además del balance, avanzó algunas iniciativas que iban a ser prioridad de su ministerio, como el apoyo a la iniciativa de la Organización Mundial del Turismo (OMT) de convertir a España en sede de la Cumbre Mundial del Turismo y el impulso a la elaboración de la Estrategia de Turismo Sostenible de España 2030. En enero de 2020 no era imaginable la crisis sanitaria y socioeconómica general y mundial que provocó la COVID-19 a partir de febrero y que aún perdura. Crisis general y crisis del turismo en particular que, en el caso de España, provocan que la lectura de las cifras expuestas cuando se difundió el balance tenga que contextualizarse.
Figura 1.1 Principales destinos del turismo mundial (2017).
Fuente: Cinco Días (2018).
Los datos de los párrafos anteriores constituyen evidencias parciales que corroboran que España es un país turístico. Cabe preguntarse ahora: ¿por qué España es un país turístico? Para responder a esta cuestión hay que recurrir a la historia del turismo en España y a la identificación de los factores (internos y externos) que hicieron posible su desarrollo turístico hasta conseguir ser uno de los primeros destinos del turismo internacional, visitado cada año por millones de turistas. En las siguientes páginas se abordarán con detalle los distintos procesos que conformaron el desarrollo del turismo en España.
Significado e importancia del turismo
Desde el inicio del turismo en España y, en particular, desde los años sesenta del siglo XX, ha existido interés por informar sobre el desarrollo de este fenómeno y destacar su significado e importancia. Los discursos y los datos se han centrado desde siempre en su dimensión económica, en la aportación a la economía nacional (el valor económico del turismo), mientras que otras dimensiones (la territorial, la social, la urbanística, etc.) prácticamente se ignoraban en los balances de temporada. El turismo en España es hoy día un componente estructural de su economía, pero también de su territorio (el turismo como factor de urbanización y estructuración del territorio), de su praxis política, del modo de vida de sus habitantes. Estas realidades son abordadas en buena medida en las decenas de páginas de esta obra. Para ilustrar inicialmente la relevancia del turismo en España se indican a continuación algunos datos significativos, seleccionados entre la diversidad de fuentes de información que se dispone sobre estos temas.
A final de 2020 diversas instituciones y asociaciones empresariales se interesaron, en medio de la pandemia y ante la situación de bloqueo y espera, por informar y difundir lo importante que es el turismo para España. Un ejemplo es EXCELTUR, que hizo público un estudio en el que afirmaba que las cifras del turismo en España han sido espectaculares en las últimas décadas. Entre los datos de dicho análisis cabe seleccionar algunos para ilustrar el significado del turismo en sus dimensiones económica y social (EXCELTUR, 2020a):
– Importancia de su aportación al PIB, que, según el Instituto Nacional de Estadística, en 2018 llegó a ser del 12,3 %.
– El sector turístico es el principal empleador directo de la sociedad española, con 2,6 millones de personas (un 12,7 % del total).
– Por cada 100 empleos en actividades en contacto directo con el turista se generan 67 empleos adicionales en otros sectores.
– Por cada 100 euros de valor añadido, se aportan 62,1 euros a otros sectores.
– El turismo es clave para la dinamización de entornos rurales y la «España vaciada»: la red de casas rurales llega a más de 4.700 municipios (más del 50 % de los existentes en España).
– El turismo facilita la emprendeduría: hay más de 400.000 pymes en el sector.
– El sector apuesta como pocos por la formación: el 65,5 % de las compañías hoteleras impartieron formación a sus trabajadores.
– El turismo facilita la integración y la diversidad intergeneracional: un 21,9 % de sus trabajadores son menores de 30 años (en el conjunto de la economía solo suponen un 13,7 %).
– El turismo favorece la diversidad multicultural: un 21,3 % de los trabajadores del sector son nacidos fuera de España (la media nacional es del 13 %).
Estos datos sintetizan, entre otras variables, los aspectos positivos de la relación empleo-turismo. Conviene considerar, así mismo, los aspectos negativos y mejorables del mercado de trabajo turístico, y para ello se remite al apartado 5.3.
Consolidación reciente de una visión crítica: nuevas realidades, masificación, límites del turismo y nuevos discursos
Durante décadas, a lo largo de las primeras fases del desarrollo de las actividades turísticas en España en la segunda mitad del siglo XX, el turismo tenía «buena fama», «buena imagen», y en general predominaba el discurso de que constituía un fenómeno que creaba riqueza, modernización y progreso. Y esta percepción era hegemónica, en buena parte, por el hecho de considerar y valorar, sobre todo, los impactos positivos de su dimensión económica (creación de empresas y empleos, efecto multiplicador, actividad sustitutoria de otras en crisis, etc.).
Sin embargo, en las últimas tres décadas, las disfunciones del sistema turístico y las imperfecciones del mercado han dado paso a impactos negativos en su dimensión económica (la competencia ha inducido una disminución de beneficios; bajos salarios, precariedad y temporalidad son estructurales en el mercado de trabajo, etc.), excesos del modelo imperante y sus disfunciones territoriales y sociales y, finalmente, una diversificación productiva de empresas y territorios (riesgos de excesiva especialización productiva, dependencia, monocultivo, etc.). A esta realidad, que empieza a percibirse como negativa, se suma una progresiva valoración crítica debido a los efectos negativos del turismo en el medio ambiente, en el territorio y en la sociedad, generados por las nuevas manifestaciones del turismo (masificación, macroproyectos, nuevos modelos de negocio low cost que afectan a la calidad, etc.), que dan lugar a una amplia gama de conflictos sociales, territoriales y medioambientales (en el capítulo 5 se abordan más profundamente estos aspectos). La valoración crítica también tiene su origen en el lado de la demanda, en las motivaciones del viaje y en las necesidades de viajar creadas por el mercado (figura 1.2).
Sistematizando las ideas de los párrafos anteriores, se puede afirmar que en la historia del turismo se detectan, de manera esquemática, dos percepciones sobre este fenómeno, dos actitudes que hoy coexisten. Por un lado, en una primera época predominaba una idea positiva o muy positiva, que puede considerarse de turismofilia, mientras que, en una segunda época, la actual, se constata la emergencia de una visión crítica, de turismofobia, en parte amplificada por los medios (Huete y Mantecón, 2018) y que se suma a la anterior. Estas visiones del turismo en España han alimentado, sin duda, la opinión generalizada sobre la necesidad de mejorar la realidad turística. Hoy se cuestiona el modelo turístico y se manifiesta la necesidad de su transformación, sobre la que ya existía un cierto consenso antes de la pandemia por diversos motivos e intereses. La situación crítica actual de pandemia y las previsiones de lo que será el escenario pos COVID-19, tanto el deseable como el posible, han inducido otra mirada sobre el turismo que, a grandes rasgos, da relevancia al «valor» del turismo como realidad socioeconómica de la que viven y dependen millones de personas y como práctica social –individual y colectiva– que permite expresiones de la voluntad-libertad de las personas en sus motivaciones y decisiones vitales (movilidad, viajar, relaciones sociales, conocer, etc.).
Figura 1.2 El turismo en viñetas.
Fuente: viñeta de El Roto en El País (12 de julio de 2020).
La crisis del turismo durante la etapa de pandemia de la COVID-19 (el turismo en stand-by, el turismo parado) indirectamente ha motivado una ampliación de la percepción habitual de lo que es el «turismo», de su relevancia (percepción acotada inicialmente en el imaginario colectivo a las actividades de desplazamiento y alojamiento). La situación actual de crisis ha mostrado su alcance real: la variedad de actividades que integra (comerciales, culturales, deportivas, etc.), la diversidad de empresas y, también, la interrelación y el grado de dependencia territorial y corporativa de todo el tejido empresarial a partir de la cadena de consumo de los viajeros, los turistas. Turismo es mucho más que turismo.
La irrupción de la penúltima pandemia: afectación a los viajes y reinvención del turismo
La irrupción de la pandemia de la COVID-19 a principios de 2020 supuso, además de una crisis sanitaria, el inicio de una crisis socioeconómica hasta ahora nunca conocida, con el cierre de la economía y, en concreto, con la interrupción de las actividades turísticas. Y ello ocurría, por primera vez, sin que obedeciera a razones internas de las empresas o de funcionamiento de la propia economía y, en mayor o menor grado, a escala internacional.
En España se pasa de hablar de récord de visitantes a una situación de stand-by, de bloqueo del turismo. Sin duda, este giro brusco es resultado de la pandemia, pero no hay que ignorar que, antes de esta, el modelo económico general y el modelo turístico en particular estaban en cuestión y sujetos a revisión. En cuanto al turismo, son muy recientes por ejemplo los debates sobre los efectos no deseados de la masificación o sobre la obsesión por los récords, pese a los planteamientos coyunturales en los momentos de las crisis cíclicas en los que, como acto de «contrición», todos los actores (públicos...