El arte de hablar en público
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El arte de hablar en público

Técnicas y ejercicios para volverte experto en oratoría

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El arte de hablar en público

Técnicas y ejercicios para volverte experto en oratoría

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¿Necesitas exponer tu monografía?, ¿quieres dar una brillante presentación en tu sustentación de tesis?, ¿vas a dar un discurso de despedida?, ¿necesitas dirigirte a tus empleados para darles una charla de motivación?, ¿vas a dedicar unas palabras de agradecimiento en público?, ¿tienes que hablar en una reunión directiva? Hazlo sin angustiarte, sentir miedo o inhibirte, es hora de que aprendas a dominar al público de una vez.Aquí aprenderás la técnica para hablar en público en todas las ocasiones de tu vida.

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Informations

Année
2020
ISBN
9786124571145

PARTE VII

DISCURSOS MODELO


Ahora está en proceso de convertirse en un orador persuasivo, seductor y creíble. Ya tiene la posibilidad de captar la atención con sus discursos y lanzar mensajes claros, pero le falta practicar. Es por ello que se ha incluido esta sección, además le puede salvar de muchas situaciones ceremoniales de emergencia.

Los primeros discursos de esta sección son generalmente apropiados para ceremonias y brindis, los cuales de ley tendremos que dar en algún momento de nuestras vidas; los últimos discursos, en cambio, se refieren a temas sociales y políticos que tienen un mensaje de llamado a la acción. No subestime ningún discurso. Empiece practicando con los discursos ceremoniales, que a menudo, suelen hacerse más sencillos y lo preparan para el campo de los discursos que venimos tratando a lo largo del libro.

DISCURSO DE INAUGURACIÓN

DISCURSO DE APERTURA DE JUEGOS DEPORTIVOS EN UN COLEGIO

Autoridades de la mesa de Honor, profesores/as, padres y jóvenes estudiantes y todos los que acompañan este precioso evento, tengan muy buenos días.
El Plan Social Educativo tiene como objetivo la formación Integral del estudiante, que no forme solo mentes brillantes sino también, que forme el cuerpo y el espíritu de todos los estudiantes del país.
En esta hermosa mañana, estamos inaugurando el Torneo Relámpago de los Juegos Deportivos estudiantiles, gran ocasión para el fomento de las prácticas deportivas y el desarrollo de nuestras habilidades físicas, pero con respeto, con armonía y con alegría, pues también queremos aprender a convivir entre compañeros y compañeras. Saludamos a todas las familias presentes, con la convicción de que estamos fomentando la educación, la vida familiar, y extendiendo los horizontes de la escuela, a la vez que disfrutamos de estas relaciones sociales.
Por último, antes de empezar queremos dar nuestros más sinceros agradecimientos a todos y todas los que hacen su mejor esfuerzo para que el sueño de una educación integral se convierta en realidad. Muchas gracias, felicidades y que gane el mejor.

DISCURSO DE INAUGURACIÓN

PALABRAS DE INAUGURACIÓN DE LOS II JUEGOS FLORALES EN HOMENAJE AL POETA CÉSAR VALLEJO

Señor Promotor Juan Pérez
Padres de familia
Alumnos todos
Hoy, nuestra gloriosa institución educativa «Simón Bolívar», homenajea a César Abraham Vallejo Mendoza, poeta mayor de nuestro país, quien aportó obras vitales a nuestra cultura. Dicho homenaje se hace a través de los II Juegos Florales que llevan su nombre, pero es quizá bueno recordar ahora cómo empezó ese proyecto cultural único en los alrededores de Breña y que tiene como noble objetivo incentivar a nuestros alumnos a sencillas actividades que realizarán durante toda su vida académica: leer, escribir y hablar frente a un numeroso público.
Hoy en día y con la realización de los II Juegos Florales este evento se constituye en una clara realidad y en un evento que anhela introducirse en la tradición de nuestra Alma Máter. Hoy, vivimos una realidad distinta, nuestros alumnos ya saben en qué consiste este evento y con la esperanza de sus corazones han vuelto a apostar por ese sueño que significará alzarse en esta linda tarde con el premio mayor de letras que otorga nuestra institución a quienes apostaron por la imaginación y la ficción para enriquecer nuestra realidad.
Los alumnos bolivarianos saben hoy más que nunca que la literatura no es memorizar nombres de autores y obras literarias como se enseña tradicionalmente. Los alumnos bolivarianos saben que la literatura es sinónimo de libertad, de pensamiento y expresión, y más aún, saben que los Juegos Florales son el espejo de lo que se aprende dentro de las aulas.
Señores padres de familia, es también obligación suya participar en estos eventos aquí y en cualquier lado y exigir a su institución que muestre el avance en el área de comunicación porque solo así usted podrá darse cuenta que sus hijos están recibiendo una formación de nivel y a la altura de las exigencias de estos tiempos actuales. Aunque no somos una gran congregación con sedes en diversos distritos, somos en cambio una institución comprometida con la formación íntegra de nuestro alumnado.
A futuro no hablaremos de los II Juegos florales sino como parte de la larga historia que queremos construir, y esos trofeos que sus hijos guardarán para la eternidad serán imperecederos y cuando ellos crezcan, se hagan profesionales y tengan familia agradecerán a su colegio por haber sido este un partícipe pequeño en su larga formación como personas y profesionales.
A los profesores que hicieron posible este evento no me queda más que agradecerles por tanto esfuerzo y tanto sacrificio desde tempranas horas de la mañana. A los profesores del área de comunicación felicitarlos nuevamente por esa unión que han demostrado tener y por ese compromiso que nos convierte en una gran familia, y para nuestros invitados, reciban nuestras felicitaciones por estar aquí, apoyando la cultura. Con estas palabras se inauguran los II Juegos Florales.
Muchas gracias.

DISCURSO DE GRADUACIÓN

DISCURSO DE CEREMONIA DE GRADUACIÓN POR J.K ROWLING

«Los beneficios del fracaso y la importancia de la imaginación»
Presidenta Faust, miembros de la Corporación Harvard y el Consejo de Supervisores, miembros de la facultad, orgullosos padres, y sobretodo, graduandos:
Lo primero que quisiera decir es «gracias». No solo Harvard me ha dado un honor extraordinario, sino que las semanas de miedo y náuseas que he experimentado por tener este compromiso de dar un discurso me han hecho perder peso. ¡Una situación ganadora en todo sentido! Ahora solamente debo tomar aire, mirar los banderines rojos, y engañarme a mí misma para creer que estoy en la convención de Harry Potter más educada del mundo.
Dar un discurso es una gran responsabilidad. O eso pensé hasta que recordé mi propia graduación. La oradora de ese día era la distinguida Baronesa y Filósofa Británica Mary Warnock. El repaso de su discurso me ha ayudado enormemente a escribir éste, porque resulta que no recuerdo ni una sola palabra de lo que dijo. Este liberador descubrimiento me permitió proceder sin el miedo de que inadvertidamente los influenciará a ustedes a abandonar prometedoras carreras de negocios, leyes, o política, simplemente por el gusto de convertirse en un mago gay.
¿Lo ven? Si todo lo que recordarán en los años venideros es el chiste del «mago gay», entonces ya estoy mejor que la Baronesa Mary Warnock. Metas alcanzables: el primer paso hacia el mejoramiento personal.
De hecho, me he devanado la cabeza y el corazón pensando en lo que debía decir hoy. Me he preguntado lo que me hubiese gustado tener en mi propia graduación, así como las importantes lecciones que he aprendido durante los 21 años que han expirado desde ese día hasta hoy.
Y he llegado a dos respuestas. En éste maravilloso día en el cual nos reunimos para celebrar su éxito académico, he decidido hablar de los beneficios de fallar. Y mientras ustedes están a punto de ingresar a la llamada «vida real», quiero también recalcar la crucial importancia de la imaginación.
Estas pueden parecer unas opciones muy Quijotescas o paradójicas, pero por favor escuchen lo que tengo que decir.
Recordar a la joven de 21 años que era cuando me gradué, es una experiencia un poco incómoda teniendo en cuenta que ya tengo 42 años. Hace la mitad de mi vida, me enfrentaba a un extraño balance entre la ambición que tenía para mí misma, y lo que mis personas cercanas esperaban de mí.
Estaba convencida de que lo único que quería hacer, para siempre, era escribir novelas. Sin embargo, mis padres, quienes provienen de entornos pobres y quienes nunca fueron a la universidad, tomaron mi hiperactiva imaginación simplemente como regalo personal que no podría pagar una hipoteca o garantizarme una pensión.
Esperaron que yo me graduara en el ambiente vocacional. Y quise estudiar Literatura Inglesa. Se estableció un compromiso que en retrospectiva no satisfizo a nadie, así que acabé estudiando Lenguas Modernas. Apenas el auto de mis padres volteó la esquina del camino, dejé de estudiar alemán y me escabullí por el Corredor de Clásicos.
No recuerdo haberles dicho a mis padres que estaba estudiando Clásicos. Creo que se enteraron el día de la graduación. De todas las materias de éste planeta, creo que no podrían encontrar una más inútil que Mitología Griega al momento de asegurarse las llaves de un baño de ejecutivo.
Quiero aclarar, entre paréntesis, que no culpo a mis padres por su punto de vista. Hay una fecha de expiración al momento de culpar a tus padres por guiarte en la dirección equivocada. Cuando eres lo suficientemente mayor para tomar las riendas, la responsabilidad siempre está a tu lado. Y aún más, no puedo criticar a mis padres por esperar que yo nunca experimentara la pobreza. Ellos ya eran pobres, y yo entonces ya era pobre, así que concuerdo con ellos en que no es una buena experiencia. La pobreza enfatiza el miedo, y el estrés, y en ocasiones la depresión. Significa miles de humillaciones y necesidades. Salir de la pobreza por tus propios medios, es algo de lo que se debe estar orgulloso, pues la pobreza en sí sólo es romantizada por los tontos.
Lo que más temía de mi misma a su edad no era la pobreza, sino el fallar.
A su edad, a pesar de una carencia distintiva de motivación en la universidad, donde pasé mucho tiempo en las cafeterías escribiendo historias, y muy poco tiempo en las clases, tenía habilidad para pasar los exámenes, y eso, por años, ha sido la medida del éxito en mi vida, por mis esfuerzos.
No soy lo suficientemente ilusa para pensar que porque ustedes son jóvenes, dotados y bien educados, nunca tendrán necesidades o desencantos. El talento y la inteligencia nunca han inoculado a nadie contra los caprichos del destino, así que en ningún momento supongo que todos los aquí presentes han disfrutado su existencia llena de privilegios y consentimientos.
Sin embargo, el hecho de que ustedes se están graduando de Harvard sugiere que no están muy acostumbrados al fracaso. Tal vez hayan tenido miedo a fallar tanto como el deseo del éxito. De hecho, su concepto de fracaso puede no estar muy lejos de la idea del éxito de una persona promedio. Así de alto ya han volado académicamente.
Finalmente, todos hemos decidido lo que para nosotros significa el éxito, pero las palabras no son suficientes para darles un conjunto de criterios si fuera necesario. Así que creo que es justo decir que, de cualquier medida convencional, sólo 7 años después del día de mi graduación, fracasé a una escala épica. Un excepcionalmente corto matrimonio explosionó, y yo estaba desempleada, madre soltera, y tan pobre como es posible serlo en la moderna Gran Bretaña, sin quedarse sin un hogar. Los temores que mis padres sentían por mí, y que yo tenía para mí misma, se convirtieron en realidad, y por todos los estándares usuales, yo era el mayor fracaso que conocía.
No voy a pararme aquí para decirles lo que es el éxito. Ese periodo de mi vida fue muy oscuro, y no tenía idea de pasaría lo que la prensa llama ahora un «final de cuento de hadas». No tenía idea de qué tan extenso era el túnel, y durante mucho tiempo, cualquier luz al final de él era más una esperanza que una realidad.
Así que, ¿por qué hablo acerca de los beneficios del fracaso? Simplemente porque el fracaso significa un camino hacia lo no esencial, me paré pretendiendo que era algo muy diferente a lo que era en realidad, y comencé a dirigir toda mi energía a terminar el trabajo que me interesaba. No triunfé realmente en nada más, pues nunca encontré la determinación de tener éxito en otro campo que fuera de mi interés. Era libre, pues mis más grandes miedos se habían materializado, y aún estaba con vida, y aún tenía una hija a la cual adoraba, y tenía una máquina de escribir y una gran idea. Y entonces la roca del suelo se convirtió en los fundamentos sobre los cuales reconstruí mi vida.
Tal vez ustedes nunca fracasen a la escala que yo lo hice, pero algunas fallas en la vida son inevitables. Es imposible vivir sin fallar en ocasiones, a menos que vivas tan cautelosamente que no estás viviendo en realidad, en cuyo caso, fallas por defecto.
El fracaso me dio una seguridad interior que nunca experimenté al pasar los exámenes. El fracaso me enseñó cosas acerca de mi misma que no hubiese podido aprender de otra manera. Descubrí que tengo una fuerte voluntad, y más disciplina de la que esperaba. Y también descubrí que tenía amigos cuyo valor es mucho más alto que el de los rubíes.
La noción de que has surgido más sabia y más fuerte desde el fondo significa que eres, para siempre, segura de tus habilidades de sobrevivir. Nunca te conocerás verdaderamente, ni las fortalezas de tus relaciones, hasta que ambas sean puestas a prueba ante la adversidad. Ese conocimiento es un verdadero regalo, por todo lo que se ha ganado con esfuerzo, y que vale más que cualquier calificación alguna vez obtenida.
Si me dieran una máquina del tiempo, me diría a mí misma a los 21 años que la felicidad personal reside en saber que la vida no es una lista de adquisiciones o logros. Sus calificaciones, su currículum, no son su vida, aunque conocerán a muchas personas de mi edad o mayores quienes confunden estos dos aspectos. La vida es difícil, y complicada, y más allá del control de cualquier persona, y de la humildad de saber que se te permitirá sobrevivir a sus vicisitudes.
Tal vez piensen que escogí mi segundo tema, la importancia de la imaginación, porque parcialmente la usé para reconstruir mi vida, pero eso no es todo al respecto. Aunque defiendo el valor de las historias para dormir hasta mi último aliento, he aprendido el valor de la imaginación en un sentido mucho más amplio. La imaginación no es sólo la capacidad única de los humanos de visionar lo que no es realidad, y por lo tanto, la fuente de todas las invenciones e innovaciones. Es sin duda la capacidad más transformadora y reveladora, es el poder que nos permite enfatizar con humanos cuyas experiencias nunca hemos compartido.
Una de las experiencias formadoras más grandes de mi vida preceden a Harry Potter, aunque está presente en lo que subsecuentemente escribí en los libros. Esta revelación provino en la forma de uno de mis primeros trabajos diurnos. Aunque me dedicaba a escribir historias durante mis horas de almuerzo, pagaba la renta a mis 20 años al trabajar en un departamento de investigación en las instalaciones de Amnistía Internacional en Londres.
Allí, en mi pequeña oficina, leía asombrada cartas desprovistas de regímenes totalitarios, de hombres y mujeres que se arriesgaban a ser arrestados con tal de informar al mundo lo que les estaba pasando. Vi fotografías de aquellos que desaparecieron sin rastro, enviadas a Amnistía por sus desesperadas familias y amigos. Leí el testimonio de víctimas de tortura y vi imágenes de sus heridas. Abrí resúmenes escritos a mano de juicios de ejecución, de secuestros, y de violaciones.
Muchos de mis compañeros de trabajo eran ex-prisioneros políticos, personas que han sido desplazadas de sus hogares, o enviadas al exilio, porque tuvieron la temeridad de pensar independientemente de su gobierno. Los visitantes de nuestra oficina incluían a aquellos que iban a dar información, o que intentaban averiguar qué paso con quienes fueron forzados a dejar atrás.
Nunca olvidaré a una víctima de tortura Africana, un hombre no mayor a mí en ese momento, quien se volvió loco después de todo lo que tuvo que soportar en su tierra. Temblaba incontrolablemente al hablar a una cámara de video acerca de la brutalidad que se le infringió. Era un pie más alto que yo, y parecía tan frágil como un niño. Se me dio la tarea de escoltarlo a la Estación Subterránea, y éste hombre cuya vida había sido sacudida tan cruelmente, me tomó de la mano con una exquisita cortesía, y me deseó un futuro feliz.
Y desde entonces recuerdo caminar por ése vacío corredor y de repente escuchar, desde detrás de una perta cerrada, un grito de dolor y horror como nunca antes había oído. La puerta se abrió, y la investigadora sacó la cabeza y me dijo que corriera a preparar una bebida caliente para el hombre sentado junto a ella. Me acababa de dar la noticia de que en retaliación por hablar en contra del régimen de su país, su madre había sido atrapada y ejecutada.
Todos los días laborales de mis 20 años se me recordaba lo afortunada que era, de vivir en un país con un gobierno elegido democráticamente, donde la representación legal y un juicio público son los derechos de todos.
Todos los días, veía evidencias de las maldades que la humanidad infringe en sus compañeros humanos, para ganar o mantener el poder. Comencé a tener pesadillas, literalmente, acerca de algunas de las cosas que vi, oí, y leí.
Y además, aprendí más acerca de la bondad de la humanidad en Amnistía Internacional de que había aprendido antes.
Amnistía moviliza a miles de personas que nunca han sido torturadas o encarceladas por sus creencias de actuar a favor de quienes sí lo han sido. El poder de la empatía humana, que conlleva a la acción colectiva, salva vidas, y libera prisioneros. La gente ordinaria, cuyo bienestar y seguridad están asegurados, se unen en ...

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