Rosa Parks
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Rosa Parks

Mi historia

Rosa Parks, Jim Haskins

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  1. 200 pages
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Rosa Parks, Jim Haskins

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"De lo Ășnico que estaba cansada era de rendirme."El 1 de diciembre de 1955, Rosa Parks se negĂł a ceder su sitio a un hombre blanco en un bus segregado, provocando el boicot de los autobuses de Montgomery (Alabama). Un año despuĂ©s, cuando ÂŹ finalmente este terminĂł, la segregaciĂłn en los buses fue declarada inconstitucional, el movimiento por los derechos civiles se convirtiĂł en una causa nacional y Rosa Parks perdiĂł su trabajo. Pero hay mucho mĂĄs de esta historia que no conocemos, y que va mĂĄs allĂĄ de un acto de desobediencia. Recurriendo a un lenguaje sencillo y conmovedor, Rosa Parks narra su papel crucial en la lucha por la igualdad de los norteamericanos.Su dedicaciĂłn fue inspiradora; su lucha, inolvidable.

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Informations

Éditeur
Plataforma
Année
2019
ISBN
9788417886127

1. El principio

Una tarde, a principios de diciembre de 1955, estaba sentada en la primera fila de asientos para personas de color en un autobĂșs de Montgomery, Alabama. Los blancos ocupaban la secciĂłn blanca. Subieron mĂĄs personas blancas y todos los asientos de la secciĂłn blanca quedaron ocupados. Cuando eso sucedĂ­a, nosotros, los negros, debĂ­amos ceder nuestros asientos a los blancos. Pero no me movĂ­. El conductor, blanco, me dijo: «Deja libre esa primera fila». No me levantĂ©. Estaba cansada de ceder ante los blancos.
«Haré que te arresten», me dijo el conductor.
«Sí, puede hacerlo», respondí yo.
Llegaron dos policías y pregunté a uno de ellos por qué nos trataban así.
«No lo sé, pero la ley es la ley y estås arrestada», respondió.
Durante la mitad de mi vida, en el sur estadounidense hubo leyes y costumbres que mantenían a los afroamericanos segregados de los caucåsicos y que permitían a los blancos tratar a los negros con total falta de respeto. Siempre lo consideré injusto e intenté protestar contra ello desde niña. Sin embargo, era muy difícil hacer nada contra la segregación y el racismo cuando los blancos contaban con el respaldo de la ley.
TenĂ­amos que cambiar la ley de alguna manera. Y, para conseguirlo, necesitĂĄbamos que un nĂșmero suficiente de blancos se pusieran de nuestra parte. Cuando me neguĂ© a ceder mi asiento en el autobĂșs de Montgomery, no tenĂ­a la menor idea de que ese pequeño acto contribuirĂ­a a poner fin a las leyes de segregaciĂłn en el sur. Lo Ășnico que sabĂ­a era que estaba cansada de que me maltrataran. Era una persona normal, tan vĂĄlida como cualquier otra. A lo largo de mi vida, unas cuantas personas blancas me habĂ­an tratado como una persona normal, por lo que conocĂ­a la sensaciĂłn. HabĂ­a llegado el momento de que el resto de personas blancas me trataran de esa misma manera.

Uno de mis primeros recuerdos de infancia es oír hablar a mi familia acerca de la extraordinaria ocasión en la que un hombre blanco me había tratado como a una niña pequeña normal en lugar de como a una niña pequeña negra. Fue justo después de la Primera Guerra Mundial, hacia 1919. Tenía unos cinco o seis años de edad y Moses Hudson, el propietario de la plantación junto a nuestras tierras en Pine Level, Alabama, vino de visita desde la ciudad de Montgomery y se detuvo frente a nuestra casa. Venía acompañado de su yerno, un soldado del norte. Vinieron a ver a mi familia. En aquella época, los del sur llamåbamos yanquis a los del norte. El soldado yanqui me acarició la cabeza y dijo que era una niña monísima. Luego, esa misma tarde, mi familia conversó acerca de cómo el soldado yanqui me había tratado como a una niña mås, no como a una niña negra. En aquel entonces, en el sur, los blancos no trataban a los niños negros igual que a los niños blancos y el modo en que el soldado yanqui me había tratado incomodó enormemente a Moses Hudson. Mi abuelo dijo que el rostro se le había encendido como un carbón ardiendo y estalló en carcajadas.
La casa donde naciĂł Rosa Parks en Tuskegee, Alabama, EE.UU. (Gentileza de Rosa Parks.)

Crecí en la casa de mis abuelos, en Pine Level, en el condado de Montgomery, cerca de Montgomery, Alabama. Toda la familia de mi madre, Leona Edwards, procedía de Pine Level. Mi padre era de Abbeville, Alabama. Se llamaba James McCauley y era un carpintero y albañil especialmente håbil en la construcción con ladrillo y piedra.
El cuñado de mi padre, el reverendo Dominick, estaba casado con mi tía Addie y era el pastor de la Iglesia Episcopal Metodista Africana Sion de Pine Level y fue allí donde mi padre conoció a mi madre, que era maestra. Se casaron también allí, en Pine Level, el 12 de abril de 1912. Ambos tenían veinticuatro años.
Leona Edwards (sentada), la madre de Rosa, y Beatrice, prima de Leona. (Gentileza de Rosa Parks.)
James McCauley, el padre de Rosa, 1923. (Gentileza de Rosa Parks.)
Una vez casados, se trasladaron a Tuskegee, Alabama. AllĂ­ estaba el Instituto Tuskegee, que Booker T. Washington habĂ­a fundado en 1881 como una escuela para negros. Mis padres vivĂ­an cerca. Tanto los lĂ­deres blancos como los negros consideraban la ciudad de Tuskegee un modelo de buenas relaciones raciales, y es posible que ese fuera el motivo por el que mi padre se quiso mudar allĂ­. AdemĂĄs, en el condado de Macon, Alabama, abundaba el empleo en la construcciĂłn. Mi madre empezĂł a trabajar como maestra.
No tardaron demasiado en empezar una familia. Nací el 4 de febrero de 1913 en Tuskegee y me llamaron Rosa, por Rose, mi abuela materna. Mi madre tenía unos veinticinco años cuando nací, pero siempre dijo que no estaba preparada para ser madre. Supongo que lo pasó mal, porque mi padre trabajaba construyendo casas en distintos lugares y la dejaba sola durante mucho tiempo. Cuando nací, se vio obligada a dejar de dar clases y siempre hablaba de lo triste que había estado, embarazada y sin conocer a casi nadie. En aquella época, las embarazadas no salían, no paseaban ni se relacionaban como hacen ahora. Se quedaban en casa. Mi madre explicaba que se pasó gran parte del embarazo llorando, acongojada y sin saber cómo se las arreglaría ni qué haría, porque no sabía cómo cuidar a un bebé.
Entonces nací. Fui una niña enfermiza y pequeña para mi edad. Es muy probable que a mi madre le costara cuidar de mí. Ademås, el hermano pequeño de mi padre vino a vivir con nosotros, así que era otra persona para la que cocinar y lavar. Mi tío Robert también era carpintero y se había matriculado en clases de carpintería y albañilería en el Instituto Tuskegee. Sin embargo, mi madre siempre dijo que el tío Robert ya sabía tanto acerca de lo que intentaban enseñarle que era él quien acababa enseñando a los maestros. Cada vez que le enseñaban un plano de construcción, decía: «No, creo que deberíamos hacerlo de este otro modo». Lo hacían del modo que había sugerido y salía bien. No fue alumno del Instituto Tuskegee durante demasiado tiempo.
Rob, el tĂ­o de Rosa, le enviĂł a su padre, James, esta postal de la casa que estaba construyendo y preguntĂł por la familia. (Gentileza de Rosa Parks.)
Tengo fotografĂ­as de las casas que construyeron mi padre y mi tĂ­o. Eran preciosas. Creo que aprendieron de su padre. Ciertamente, no aprendieron nada en Tuskegee.
Sin embargo, Tuskegee seguía siendo el mejor sitio en Alabama para que los afroamericanos pudieran estudiar y mi madre se quería quedar allí. Su idea era que mi padre trabajara en el Instituto Tuskegee. En aquella época, los maestros recibían casas, para que tuvieran un lugar donde vivir. Los otros hijos que pudieran tener, y yo misma, tendríamos la oportunidad de estudiar en el instituto. En aquel entonces, los niños negros en el sur apenas tenían posibilidad de acceder a la educación. Sin embargo, mi padre no estuvo de acuerdo con la idea. Quería seguir trabajando en la construcción y ganar mås dinero. Mi madre y él no estaban de acuerdo en sus planes de futuro.
Mi padre decidiĂł que no se querĂ­a quedar en Tuskegee. QuerĂ­a volver con su familia, a Abbeville. Y mi madre no tuvo mĂĄs remedio que ir con Ă©l.
Así que nos fuimos a Abbeville, para vivir con la familia de mi padre. Era una familia muy numerosa, con muchos niños. Mi abuela había empezado a tener hijos pronto y no paró durante mucho tiempo. Cuando nací, el hermano mås pequeño de mi padre, George Gaines McCauley, tenía ocho años. Solía decirme que al principio tuvo celos de mí, porque llevaba ocho años siendo el bebé de la familia y no le gustaba en absoluto que ahora lo fuera yo. Sin embargo, a medida que fui creciendo le fui gustando mås.
Mi joven tío George me explicó todo lo que sé acerca de mi familia paterna. Me dijo que no se sabía quién había sido el abuelo de mi padre y que alguien había comentado que había sido uno de los soldados yanquis que lucharon en el sur durante la guerra de Secesión. La abuela de mi padre era una esclava y tenía sangre india o algo así. Es todo lo que sé. Si mi madre sabía algo mås, no me lo explicó nunca. Creo que sentía que no era tan compatible con su familia política como tendría que haberlo sido.
Aunque creo que mi madre dio algunas clases en Abbeville, no se quedó allí demasiado tiempo. Mi padre decidió viajar al norte y mi madre no quiso quedarse en casa de su familia si él no estaba. Para entonces ya estaba embarazada de mi hermano y decidió volver a casa de sus padres, que tenían una pequeña granja en Pine Level y estaban solos después de que su sobrina, a la que habían criado, se hubiera casado y marchado. Mi madre explicaba que pensó en la casa de Abbeville, con una madre, un padre y muchos niños, y en sus padres, que no tenían a nadie. Así que hizo las maletas y se fue a vivir con ellos.
Mi madre me llevĂł a vivir con sus padres en Pine Level, Alabama, cuando aĂșn era muy pequeña. Mi padre se reuniĂł con nosotros mĂĄs adelante y vivimos todos juntos, como una familia, hasta que yo tuve dos años y medio. Se fue de Pine Level para buscar trabajo y no volvĂ­ a verlo hasta que tuve cinco años. Se quedĂł con nosotros unos dĂ­as y volviĂł a irse. Cuando volvĂ­ a ver a mi padre, ya era adulta y estaba casada.
Mis padres nunca volvieron a estar juntos. Les resultaba imposible coordinar sus vidas, porque Ă©l querĂ­a viajar y ella querĂ­a un hogar permanente.
Tengo unos recuerdos muy claros de los padres de mi madre. De hecho, mi primer recuerdo es de una vez que mi abuelo me llevĂł al mĂ©dico para que me examinara la garganta. Tuve amigdalitis crĂłnica durante toda mi infancia, pero esto fue cuando aĂșn era muy pequeña. No podĂ­a tener mucho mĂĄs de dos años y medio, porque es la Ășnica vez que recuerdo ser la Ășnica niña en casa. Mi madre no fue, creo que se encontraba mal (tuvo que ser justo antes de que naciera mi hermano). Mi abuelo me llevĂł a una tienda, porque no habĂ­a consultorio mĂ©dico. Me sentĂł en el mostrador y recuerdo que llevaba un abriguito de terciopelo rojo y un bonete. El mĂ©dico me pidiĂł que abriera la boca y la abrĂ­; recuerdo que seguĂ­ todas sus instrucciones sin rechistar. Todo el mundo se quedĂł asombrado de que, siendo tan pequeña, no diera el menor problema. AbrĂ­ la boca y me introdujo algo (una cuchara o algo parecido, creo) para mantener la lengua abajo. Cuando mi abuelo me llevĂł de vuelta a casa, les explicĂł a mi madre y a mi abuela lo bien que me habĂ­a portado. Es lo primero que puedo recordar acerca de mĂ­. Siempre me gustĂł que me elogiaran, por trivial que fuera el motivo. Que mi abuelo pensara que era una niña tan buena me hizo feliz.
Leona y James McCauley con su hija Rosa Louise en 1914. Rosa tenĂ­a dieciocho meses de edad. (Gentileza de Rosa Parks.)
Aprendí mucho acerca de la historia de la familia de mi madre mientras viví en casa de mis abuelos. Mi bisabuelo, el padre de mi abuela, se apellidaba Percival. Era un joven irlandés-escocés que había llegado a los Estados Unidos en barco. Era blanco, pero no era libre.
En aquel entonces, en Europa, a veces los blancos pobres eran criados ligados por contrato. Firmaban un acuerdo por el que, a cambio del pasaje a AmĂ©rica, se comprometĂ­an a trabajar para alguien durante un nĂșmero determinado de años. Durante esos años carecĂ­an de derechos y podĂ­an ser tratados como esclavos.
Mi bisabuelo llegĂł a los Estados Unidos por el puerto de Charleston, Carolina del Sur, y de ahĂ­ lo llevaron a Alabama para que trabajara para una familia, los Wright, en Pine Level. No le cambiaron el apellido de Percival, que imagino que trajo consigo de su paĂ­s. Esa era una de las diferencias entre los esclavos negros y los criados blancos ligados por contrato. Por lo general, los esclavos negros no podĂ­an conservar sus nombres y tenĂ­an que llevar el que les pusieran sus propietarios.
Se casó con Mary Jane Nobles, de ascendencia africana y sin antepasados blancos. Era esclava y matrona y ayudaba en los partos y a cuidar de los bebés. Se casaron y tuvieron tres hijos, dos niñas y un niño, antes de que el presidente Abraham Lincoln decretara la libertad. Sus otros seis hijos nacieron libres. Mi abuela Rose era su hija mayor y tenía cinco años cuando la guerra de Secesión terminó con la victoria de la Unión sobre los Estados Confederados.
Mi abuela me explicó que, antes de que llegaran los soldados de la Unión, los propietarios de las plantaciones hicieron que los esclavos cavaran zanjas en las que enterraron sus posesiones mås valiosas (vajillas, plata y joyas). Entonces, ordenaron que los niños esclavos mås pequeños se sentaran a jugar sobre la tierra recién removida, para asentarla.
El fin de la guerra trajo consigo el fin de la esclavitud, pero muchos de los antiguos esclavos permanecieron donde estaban. No sabían adónde ir y no querían abandonar sus hogares. Mis bisabuelos se quedaron en su pequeña cabaña de troncos en la tierra de los Wright y siguieron trabajando par...

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