Enamorarse del futuro
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Enamorarse del futuro

Va de escribirlo. No de leerlo

Miquel Lladó

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  1. 160 pages
  2. Spanish
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  4. Disponible sur iOS et Android
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Enamorarse del futuro

Va de escribirlo. No de leerlo

Miquel Lladó

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Uno de los mayores expertos en estrategia empresarial de este país nos brinda la oportunidad de conocer su experiencia profesional en puestos ejecutivos de relevancia de grandes multinacionales. En este libro, el lector encontrará los métodos de trabajo de Miquel Lladó y, lo más importante, el ideario que lo ha ayudado a crear su propio futuro y a llegar a las más altas cotas del liderazgo empresarial. Con abundante información sobre casos reales, experimentados por el autor en primera persona, Lladó, profundo conocedor de los entresijos de la dirección de grandes compañías, ofrece en estas páginas un recorrido sumamente orgánico y entendible para que el lector se sumerja en aquellos conceptos que debe dominar para comprender las necesidades de la empresa e implementar las estrategias más exitosas, incluso en tiempos de crisis como la provocada por la actual pandemia de la covid-19. Un texto inspirador para todo aquel líder empresarial actual y futuro que quiera jugar en las grandes ligas.

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Informations

Éditeur
Plataforma
Année
2020
ISBN
9788418285424

1. Hacer que las cosas pasen

«Tenemos dos grandes dones: mente y tiempo. Depende de nosotros lo que hacemos con ellos.»
Robert Kiyosaki
En la introducción hemos hablado de pensar y de estrategia. Pensar es el fundamento, pero en estrategia toda reflexión tiene un objetivo: la acción. Va de hacer que las cosas pasen, no de que te pasen.
Adam Smith (1723-1790), el filósofo escocés del siglo XVIII en su teoría de la Mano Invisible afirmaba que los mercados se autorregulan, por lo que debes estar atento a todo lo que pasa a tu alrededor para analizar cómo te afecta y tratar de reaccionar de la mejor manera posible ante lo que está pasando.
Dos siglos después, Alfred D. Chandler Jr. (1918-2007), estadounidense, historiador de la economía y profesor en la prestigiosa Escuela de Negocios de Harvard, desarrolla la teoría de la Mano Visible, esa mano que todos tenemos para tomar decisiones que marcan el futuro de las organizaciones que dirigimos y nuestro propio futuro.
En realidad, debemos asumir que tenemos mucho que decir y que hacer, porque somos los protagonistas principales de nuestras vidas, somos en gran parte la causa de lo que nos pasa, somos los dueños de esa mano visible con la que podemos hacer que las cosas pasen, no tan solo que las cosas nos pasen. La vida nos da sorpresas, nos trae novedades y acontecimientos con los que tenemos que convivir. Aunque, ante lo que nos pasa, nos queda ver qué hacemos con ello. Lo más importante es cómo reaccionamos. Es una decisión solo nuestra.
Es un tema de actitud ante lo que se nos pone por delante. Me gusta mucho el pensamiento de Benjamin Zander, que, en su libro El arte de lo posible, habla de centrarnos en las posibilidades que tenemos más que en las limitaciones. Depende de cada uno de nosotros dónde ponemos la atención. Centrarnos más en posibilidades o limitaciones determinará en gran medida nuestro futuro.
Y eso me lleva hasta las ideas del inversor norteamericano Robert Kiyosaki, consejero delegado y accionista mayoritario de CashFlow Technologies y autor del libro Padre rico, padre pobre, que dice: «Todos tenemos dos grandes dones, nuestra mente y nuestro tiempo, y depende de nosotros lo que hacemos con ellos». Kiyosaki remarca la importancia de nuestro pensamiento dirigido a lo que vayamos a hacer en la vida y postula que, en cuanto a la mente, si piensas en positivo, es más fácil que te pasen cosas positivas. En cuanto al tema del tiempo, afirma que aquello a lo que le dedicas más atención tiene muchas más posibilidades de que ocurra que aquello a lo que no le dedicas más que unos minutos de tu jornada.
Y el tiempo es limitado, de hecho, es el recurso del que todos tenemos la misma cantidad. Todos tenemos veinticuatro horas al día. Ni una más ni una menos. Entonces, ¿por qué hay personas que consiguen más o hacen más con la misma cantidad de tiempo? Esta es una reflexión que me ha acompañado durante muchos años. La gestión del tiempo como elemento fundamental en la vida. Ni Bill Gates ni Warren Buffett ni Jeff Bezos, a pesar de haber conseguido grandes fortunas, han podido conseguir un día de veinticinco horas. Tenemos algo en común con ellos: esas veinticuatro horas al día, recurso escaso y limitado que nos hace a todos iguales. Insisto: ¿por qué con la misma cantidad de tiempo unos consiguen más que otros? La respuesta está en que saben aprovechar ese tiempo mejor y lo dedican a lo que toca dedicarlo.
Así que es fundamental gestionarlo de la mejor manera posible. Con quién almuerzo y con quién no. En qué pienso y en qué no. A quién merece la pena escuchar y a quién no. De quién puedo aprender y de quién no. Qué hago con lo que he aprendido y qué no hago. Con quién me reúno y con quién no. Qué libro leo y qué libro dejo de leer. Adónde viajo y adónde no viajo.
Estoy convencido de la fuerza del planteamiento de Benjamin Zander sobre posibilidades y limitaciones. Va de gestionar nuestra mente de la mejor manera posible, sin distraernos con informaciones superfluas, inútiles, redundantes. Mi madre siempre me animaba a tener un pensamiento positivo, a creer en mis posibilidades, y ya desde que yo era muy pequeño consiguió que la palabra aburrimiento no formara parte de mi vocabulario. Me decía que el mejor juguete era la mente y me enseñó la importancia de estar muy bien con uno mismo.
Cuando me invitaron a comunicar mis experiencias en el IESE, en mi calidad de CEO de Bimbo, mucho antes de que me convirtiera en profesor de la escuela, me pidieron que compartiera con los alumnos lo que considerara más útil para que los ayudara a crecer como personas y como profesionales.
Con ganas de poder trasladar lo mejor de mi experiencia para que les fuera útil para su crecimiento, repasé lo que me había funcionado, lo que no, lo aprendido, lo vivido.
Podía hablarles de integridad. De valores. De responsabilidades y obligaciones. De honestidad. De compromiso. ¿Qué podía transmitir de utilidad a un grupo de estudiantes ávidos por aprender y que, con toda probabilidad, pocos años después iban a influir en cientos, incluso en miles, de personas en muchos países del mundo?
Recuerdo que elegí hablarles de la gestión de la agenda, del tiempo. Podía haber compartido con ellos todo lo que he nombrado en el párrafo anterior o también temas de finanzas, de marketing, de coordinación entre equipos, de velocidad, de innovación, de pan, de pan sin corteza, de clientes, de muchos retos vividos como directivo. No obstante, en el momento de decidir qué era lo que podía resultarles más útil, pensé en la agenda, que es de lo que menos hablamos y, en cambio, es una herramienta muy potente.
En mi experiencia, tras haber tenido la ocasión de atender múltiples sesiones de finanzas, marketing, operaciones, ventas, los incontables temas que se tocan en las escuelas de negocios, una de las sesiones que más me aportaron en un momento crítico en el que no llegaba a nada haciendo mucho fue una sobre la gestión del tiempo que me dio Gustavo Piera. Excelente. Llevo sus enseñanzas siempre conmigo. Va de gestionar esas veinticuatro horas que todos tenemos. Valorar el tiempo. Y, con ello, la agenda. Lo que no cabe en la agenda, en el tiempo que tienes, simplemente no pasa, o no va a pasar.
Cuando era Key Accounts Manager (gestor de cuentas clave) de Frito-Lay para España, los clientes más relevantes estaban en Madrid y la central de nuestra compañía estaba en Barcelona. Así que cada semana solía tomar el puente aéreo y pasaba un par o tres de días en Madrid para visitar a clientes y negociar condiciones y promociones. Una de aquellas semanas en las que no tenía tiempo ni para dedicarle a mis temas personales, recuerdo que hablé por teléfono con mi hermano Jaime y le comenté que las horas no me daban, que iba de cabeza, que los acontecimientos, de alguna manera, me estaban superando e iba más por detrás de las cosas que por delante. Jaime me dijo: «Miquel, esto va de gestionar el tiempo». Y me sugirió que realizara el curso de gestión del tiempo que impartía Gustavo Piera. Dos días intensos para aprender a gestionar la agenda, para ser el dueño de mi tiempo.
Un primer concepto que aprendí fue el de no gestiones tu trabajo, gestiona tu tiempo.
Mi vida cambió. En dos días pasé de ir de bólido a disfrutar de todas las horas de la jornada. Aprender de marketing, de finanzas, de operaciones, de ventas me había dado conocimiento y base para mi desarrollo profesional. Aprender a gestionar la agenda me dio las claves para hacer que las cosas pasen. No va solo de saber. Va de hacer. Y, una vez más, solo puedes hacer que las cosas pasen si están en tu agenda. Si no están en tu agenda, no pasan, por lo que entonces dejas de controlar tu vida; de hecho, dejas tu vida en manos de otros. El libro que Tichy y Sherman escribieron sobre Jack Welch, Control your Destiny or Someone Else Will, va en esta dirección, controla tu destino o alguien lo hará por ti.
El concepto de gestionar tu tiempo, no tu trabajo, va de que, cuando te retires, tendrás todavía trabajo por hacer, pero ya no tendrás tiempo. Si lo que te propones hacer no cabe en tu tiempo, entonces no pasará. Muchas veces nos llenamos de trabajo que no cabe en nuestro tiempo y las jornadas se convierten en un infierno.
Como ejemplo de gestionar tiempo y no trabajo, en la figura 1 (ver en las páginas 40 y 41) plasmo mi agenda anual cuando era CEO de Bimbo, en la que escribía lo que quería que pasara. Y eso es una manera de controlar la agenda antes de que la agenda te controle a ti.
Antes de empezar el año, antes de terminar diciembre. Hoja apaisada. En la vertical, los meses del año. En la horizontal, los días del mes. Marcar fines de semana, festivos y vacaciones. Quedan aproximadamente doscientos veinticinco días del año para hacer tu trabajo. Coloco en el calendario aquellos eventos que me vienen impuestos por la compañía, como reuniones de reporte y estratégicas, con los desplazamientos correspondientes. Para ello es importante tener superiores ordenados que no modifiquen constantemente las reuniones programadas. En mi experiencia de reportar a los Estados Unidos durante siete años, cuando estaba en Bimbo, nunca se me cambió una reunión programada desde la casa matriz The Earthgrains Company. Una organización perfecta que la llevó a ser la compañía de más éxito en el mundo del pan. La excelente disciplina interna se reflejó en su éxito en el mercado. A partir de ahí, por mi parte tenía que colocar en el calendario los eventos que ya dependían de mí y que para que pasaran los concretaba en esa agenda anual, para asegurar que terminado el año habían ocurrido: salidas en ruta, sesiones estratégicas, reuniones mensuales con mi equipo de vicepresidentes, reuniones trimestrales con los directores, reuniones semestrales con los top managers, reuniones con clientes y proveedores clave, visitas a delegaciones y a fábricas, reuniones con cada departamento. Y dejaba huecos para imprevistos, siempre procurando que no se cambiara de la agenda ninguna actividad programada.
Esa agenda anual la sigo considerando pieza clave para hacer que las cosas pasen y que nada importante quede por hacer. Lo urgente se resuelve en los huecos asignados para imprevistos.
El segundo concepto aprendido, otro aprendizaje potente, fue el de la matriz para organizar y separar lo Importante de lo Urgente (ver la figura 2, en la página 43). Stephen R. Covey (1932-2012), escritor, conferenciante y profesor de administración de empresas en la Universidad Brigham Young y en la Universidad Estatal de Utah, la incluye en su libro Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva. La relevancia recae en dedicar tiempo a lo importante y no solo a lo urgente.
Si estás en modo Importante-Urgente, vas estresado, ergo, la compañía también va estresada. Si hay temas importantes y urgentes, se resuelven, claro que sí, pero hay que procurar no estar en ese punto mucho tiempo, si no, dificilmente iremos más allá del día a día.
Si estás en el modo No Importante-No Urgente, no lo hagas. Hay que aprender a decir que no, sin ofender. Y esta es otra habilidad clave en la vida: aprender a decir que no, porque no todo cabe en el tiempo del que disponemos.
Si estás en el modo No Importante-Urgente, debes saber delegar, encontrar para quién es importante aquello que es urgente si efectivamente no lo es para ti.
Debes procurar estar el máximo tiempo posible en el modo Importante-No Urgente. Es el que te llevará a tu mejor futuro.
Dice Stephen R. Covey que «lo que es importante es raramente urgente, y lo que es urgente es raramente importante».
El tercer concepto que aprendí es el de los ladrones de tiempo, personas o temas que te distraen de las cosas importantes o urgentes que debes hacer y que hay que detectar pronto para evitarlos.
Ser sensible a esos tres conceptos siempre me ha ayudado mucho. Gracias, Gonzalo Piera, por tus enseñanzas.
Además, hay un cuarto concepto que añadir a los anteriores y que surge de mi experiencia personal: para hacer que las cosas pasen hay que tener energía. Para arrastrar a los demás debes tener mucha energía. Para que los demás te arrastren a ti, no hace tanta falta.
Consciente desde siempre de la importancia de la energía, he procurado descansar muy bien y alimentarme bien. Las personas podemos ser cargadores de energía para los demás o podemos quitarles su energía. Búscate tus fuentes de energía. Por supuesto, el entorno en el que estás te va a dar o quitar energía. Con quién trabajas, igual. Con quién te relacionas, lo mismo. Hay personas que te llenan y hay personas que te vacían. Hay proyectos que te llenan y hay proyectos que te vacían. Siempre he procurado estar con líderes y en entornos profesionales que me den energía. No vamos solos, vamos con otros. Gente que sea solución y no solo problema. Personas que vean más oportunidades que amenazas. Y esta es una elección. Va de mano visible. Va de cuidar nuestra mente y de maximizar lo que hacemos en el tiempo que tenemos. Y, ya sabes, no hay tiempo que perder.
Como aficionado al fútbol, me gusta buscar an...

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