CAPĂTULO 1 BLACK FLAG
ENTREVISTADOR DE FLIPSIDE: ÂżTENĂIS BENEFICIOS?
GREG GINN: INTENTAMOS NO MORIRNOS DE HAMBRE.
No debe sorprender a nadie que el movimiento indie empezara, en gran parte, en el sur de California; al fin y al cabo, esa zona contaba con la infraestructura necesaria: los fanzines Slash y Flipside se fundaron en 1977, y sellos indie como Frontier, Posh Boy y Dangerhouse se crearon poco despuĂ©s. Rodney Bingenheimer, un disc jockey de la emisora de radio KROQ, pinchaba la mĂșsica punk local en su programa; los oyentes podĂan comprar lo que oĂan gracias a varios distribuidores y tiendas de discos de la zona y podĂan ver a los grupos en sitios como el Masque, el Starwood, el Whisky, el Fleetwood y varios locales improvisados. Y allĂ tocaban grandes grupos como The Germs, Fear, The Dickies, The Dils, X y muchĂsimos mĂĄs. Ninguna otra regiĂłn del paĂs contaba con tan buenos cimientos.
Pero en 1979 la escena punk original prĂĄcticamente habĂa desaparecido. Los hipsters habĂan pasado a seguir a grupos post-punk arty como The Fall, Gang of Four y Joy Division. Les sustituyeron un puñado de tipos duros procedentes de los barrios perifĂ©ricos que estaban empezando a descubrir la velocidad, el poder y la agresividad del punk. No les importaba que el punk rock ya se considerara un estilo agotado, con grupos infantiles jugando a ser los Ramones unos cuantos años demasiado tarde. Carentes de cualquier pretensiĂłn artĂstica, esos chicos redujeron la mĂșsica a su esencia, luego aceleraron los tempos hasta la velocidad de un lĂĄpiz tamborileando impacientemente sobre un pupitre de escuela y llamaron «hardcore» al resultado. Tal y como dijo el escritor Barney Hoskyns, esa nueva mĂșsica era «mĂĄs joven, mĂĄs rĂĄpida y mĂĄs colĂ©rica, llena de la rabia contenida de adolescentes disfuncionales del condado de Orange que estaban hartos de vivir en un insĂpido paraĂso republicano».
El hardcore se extendiĂł por todo el paĂs con bastante rapidez y consolidĂł una comunidad pequeña aunque robusta. Del mismo modo que «hip hop» era un tĂ©rmino genĂ©rico para la mĂșsica, el arte, la moda y el baile de una incipiente subcultura urbana, tambiĂ©n lo era «hardcore». El artwork hardcore lo componĂan imĂĄgenes muy crudas y caricaturescas, un collage de toscas fotocopias y caligrafĂas violentamente garabateadas; la moda era, bĂĄsicamente, la vestimenta tĂpica de extrarradio aunque rasgada y desaliñada, coronada con peinados cortos de estilo militar; la forma preferida de expresiĂłn terpsicorea era algo nuevo llamado slam dancing, en la cual los participantes se empujaban y golpeaban como autos de choque humanos.
El hardcore punk creĂł una divisiĂłn entre los fans del rock experimental âmĂĄs viejosâ y una nueva generaciĂłn de chavales. En un bando estaban aquellos que pensaban que la mĂșsica era desagradable, ruidosa e incoherente (tambiĂ©n pensaban eso de sus seguidores); para los del otro bando, el hardcore era la Ășnica mĂșsica que importaba. HabĂa surgido una extraña brecha generacional en la mĂșsica rock. Y es en esos momentos cuando suceden cosas emocionantes.
Black Flag era algo mĂĄs que el grupo insignia de la escena hardcore del sur de California. Era incluso algo mĂĄs que el grupo insignia del propio hardcore norteamericano. Era de escucha obligatoria para cualquiera que se interesara por la mĂșsica underground. Y gracias a sus incansables giras, el grupo hizo mĂĄs que cualquier otro para abrir la senda a travĂ©s de AmĂ©rica que otros grupos pudieran seguir. No solo establecieron nĂșcleos de punk rock en todos los rincones del paĂs, sino que ademĂĄs motivaron a muchĂsimos otros grupos a formarse y a empezar a hacer lo mismo. La abnegada Ă©tica de trabajo del grupo fue un modelo para la dĂ©cada siguiente, superando la indiferencia, la falta de locales, la pobreza e incluso el acoso de la policĂa.
Black Flag fue uno de los primeros grupos en sugerir que si no te gustaba «el sistema», debĂas sencillamente crearte uno propio. Y asĂ lo hizo Greg Ginn, el guitarrista del grupo, quien tambiĂ©n fundĂł y dirigiĂł el sello de Black Flag, SST Records. Ginn consiguiĂł que su sello, un pequeño negocio sin apenas recursos y acosado por la policĂa, se convirtiera, de largo, en el sello indie underground mĂĄs influyente y popular de los 80, donde publicaron clĂĄsicos del calado de Bad Brains, The Minutemen, Meat Puppets, HĂŒsker DĂŒ, Sonic Youth, Dinosaur Jr y muchos mĂĄs.
SST y Black Flag en concreto hurgaron en una herida profunda de la cultura norteamericana. Sus seguidores estaban tan descontentos con el main-stream como los grupos.
âBlack Flag, como muchos de esos grupos, tocaban para la gente que quizĂĄ se sentĂa desplazada, marginada âcuenta el cuarto cantante del grupo, Henry Rollinsâ. Cuando dices «SĂ© todo lo que puedas ser», sĂ© que no hablas conmigo, hijo de puta. SĂ© que no me voy a enrolar en la marina y sĂ© que las leyes no significan una mierda para mĂ porque no puedo soportar la hipocresĂa que las sustenta. Hay mucha gente con mucha rabia acumulada en este paĂs: AmĂ©rica siempre estĂĄ furiosa. Es como una franja de Gaza de mĂĄs de cuatro mil kilĂłmetros de extensiĂłn.
Cuando era un chaval, a Greg Ginn jamĂĄs le gustĂł la mĂșsica rock.
âPensaba que era un poco tonta âexplicaâ. CreĂa que intentaba dotar de algĂșn tipo de legitimidad al simple hecho de hacer anuncios pop de tres minutos.
Ginn no tuvo ningĂșn disco hasta que cumpliĂł dieciocho años, cuando recibiĂł el American Gothic, una obra maestra del art-folk de 1972 de David Ackles, como regalo por suscribirse a una emisora de radio pĂșblica local. Ese disco abriĂł un nuevo mundo para Ginn; al cabo de un año, empezĂł a tocar la guitarra acĂșstica para «liberar tensiones» tras pasarse todo el dĂa estudiando EconĂłmicas en UCLA.
Ginn habĂa vivido los primeros años de infancia con sus padres y cuatro hermanos en una pequeña comunidad granjera en las afueras de Bakersfield, California. Su padre tenĂa el mĂsero sueldo de un profesor de escuela, de modo que Ginn se acostumbrĂł a vivir con estrecheces y medios limitados.
âNunca tenĂa ropa nueva âexplica Ginnâ. Mi padre iba al EjĂ©rcito de SalvaciĂłn, a Goodwill, y siempre pensaba que esas tiendas de segunda mano eran caras: «¥QuĂ© caro es el EjĂ©rcito de SalvaciĂłn!». Siempre encontraba los sitios mĂĄs baratos.
En 1962, cuando Ginn tenĂa ocho años, su familia se trasladĂł a Hermosa Beach, California, en la zona de South Bay, una comunidad eminentemente blanca y de clase media a unos treinta kilĂłmetros al sur de Los Ăngeles. Hermosa Beach habĂa sido una meca beatnik en los 50, pero para cuando Ginn llegĂł allĂ era un paraĂso para surfistas (de hecho inspirĂł el clĂĄsico de 1963 «Surf City» de Jan & Dean).
Pero aunque a los chicos de su edad les gustaba montar las olas, Ginn menospreciaba la conformidad y el materialismo del surf; era un chico muy alto y callado que preferĂa escribir poesĂa y hacer de radioaficionado. Si hubiera nacido una generaciĂłn despuĂ©s, habrĂa sido un loco de los ordenadores. Cuando tenĂa doce años, publicĂł un fanzine para radioaficionados llamado The Novice y fundĂł Solid State Turners (SST), un negocio de venta por correo de equipos de radio modificados de tiempos de la Segunda Guerra Mundial; se convirtiĂł en un negocio pequeño pero floreciente que Ginn dirigiĂł hasta los veintitantos años.
Tras aprender a tocar la guitarra acĂșstica, Ginn cogiĂł una guitarra elĂ©ctrica y empezĂł a componer canciones agresivas, vagamente inspiradas en el blues.
âJamĂĄs fui el tĂpico adolescente que se sienta en su habitaciĂłn y sueña en convertirse en una estrella del rock âcuenta Ginnâ, de modo que solo tocaba lo que me gustaba y pensaba que estaba bien.
La mĂșsica de Ginn no tenĂa nada que ver con el clima musical de mediados de los 70, sobre todo en Hermosa Beach, donde a todo el mundo parecĂa gustarle un grupo britĂĄnico de rock de masas llamado Genesis.
âLa percepciĂłn general era que el rock era tĂ©cnico y limpio y que no se podĂa tocar como se tocaba en los 60 âexplicaâ. ÂĄOjalĂĄ hubiera sido todo como en los 60!
No es extraño que Ginn se emocionara cuando empezĂł a leer en Village Voice sobre una nueva mĂșsica llamada «punk rock» que se tocaba en clubs de Nueva York como el Maxâs Kansas City y el CBGB. Incluso antes de oĂr siquiera una nota, estaba seguro de que el punk era lo que estaba buscando.
âVeĂa el punk rock como una forma de romper con el conformismo imperante âafirma Ginnâ. Al principio del punk rock no existĂa un sonido especĂfico ni un look especĂfico ni nada por el estilo: parecĂa un lugar al que podĂa ir cualquiera que no encajara en la moda del rock convencional.
Ginn comprĂł por correo a un sello diminuto llamado Ork Records el clĂĄsico single «Little Johnny Jewel» de Television, un grupo de Nueva York. La mĂșsica era potente, brillante y nada tenĂa que ver con Genesis o el facilĂłn rock de masas que dominaba la industria musical a mediados de los 70; esa mĂșsica era consistente por cĂłmo se tocaba y grababa pero tambiĂ©n por cĂłmo se difundĂa. DifĂcilmente se podĂa catalogar de «anuncio pop de tres minutos».
Ginn estaba enganchado.
Por entonces, Ginn habĂa desarrollado unos gustos musicales muy amplios. Le gustaban artistas de la Motown, disco o country, como Merle Haggard y Buck Owens, y le encantaba todo tipo de jazz, desde las grandes bandas a los principios del jazz fusiĂłn; en los 70, frecuentaba el Lighthouse, un legendario club de jazz de Hermosa Beach, donde vio a leyendas como Yusef Lateef y Mose Allison. Pero ademĂĄs de su adorado B. B. King, habĂa un grupo que a Ginn le gustaba mĂĄs que ningĂșn otro.
âLos Grateful Dead: si tuviera que escoger solamente un grupo preferido, seguramente serĂa ese âexplica Ginnâ. Los vi unas setenta y cinco veces.
Pero como Ginn solo era un guitarrista novato, ninguna de esas influencias incidiĂł en su modo de tocar; sencillamente, utilizaba la mĂșsica para descargar su energĂa y frustraciĂłn. Del mismo modo que lo habĂan descubierto generaciones antes que Ă©l, el camino mĂĄs corto para un buen sonido de guitarra era la distorsiĂłn sucia y brutal. Entonces, cuando vio tocar a los Ramones, «fue como un subidĂłn de anfetaminas», explicĂł, «y decidĂ ir un poco mĂĄs lejos». El siguiente paso lĂłgico fue formar un grupo.
A finales de 1976, un amigo comĂșn le presentĂł a un fiestero lenguaraz llamado Keith Morris; hicieron buenas migas y decidieron formar un grupo. Morris querĂa tocar la baterĂa, pero Ginn estaba convencido de que Morris debĂa cantar. Morris se quejĂł, aduciendo que no escribĂa letras y que, ademĂĄs, no era precisamente Freddie Mercury. Pero el punk habĂa demostrado a Ginn que no necesitabas unas amĂgdalas de terciopelo para hacer mĂșsica rock. Morris acabĂł cediendo. Reclutaron a algunos amigos de Morris: «unos playeros desaliñados mĂĄs interesados en follar y pillar drogas que en tocar en serio», dijo Morris, y empezaron a ensayar en la minĂșscula casa de Ginn, al lado de la playa. En honor a sus tempos frenĂ©ticos, llamaron al grupo Panic.
En esa Ă©poca existĂa un pequeño y precioso punk rock que imitar, de modo que el grupo reproducĂa los sonidos agresivos que oĂan en Black Sabbath, The Stooges y MC5, solo que mĂĄs deprisa. «Nuestra declaraciĂłn de principios fue que serĂamos ruidosos e incendiarios», dijo Morris. «Ăbamos a pasarlo bien y no serĂamos como nada que hubieras oĂdo antes. PodĂamos parecer Deadheads por el hecho de llevar el pelo largo, pero tambiĂ©n lo llevaban los Ramones, y nosotros Ăbamos en serio.» Tocaban en fiestas para un pĂșblico prĂĄcticamente inexistente.
Pronto se fueron a ensayar al espacio que Ginn tenĂa en «la Iglesia», un templo destartalado de Hermosa Beach que habĂan reconvertido en talleres para artistas pero que en realidad era un garito lleno de fugitivos e inadaptados. Les echaron por hacer demasiado ruido y encontraron un nuevo local de ensayos en la primavera de 1977. Ensayaban todos los dĂas, pero como su bajista generalmente se saltaba los ensayos, Ginn tenĂa que llevar gran parte del ritmo Ă©l solito y empezĂł a desarrollar un estilo sencillo y muy rĂtmico que no conseguĂa disimular su limitada tĂ©cnica.
Un grupo llamado Wurm también ensayaba en la Iglesia, y los dos grupos empezaron a tocar juntos en fiestas. Al bajista de Wurm, un tipo intenso e ingenioso llamado Gary McDaniel, le gustó el estilo catårtico y agresivo de Panic y empezó a frecuentarlos. McDaniel y Ginn conectaron enseguida.
âĂl siempre tenĂa muchas teorĂas sobre la vida, sobre esto y aquello: era un individuo que le daba vueltas a las cosas âexplica Ginnâ. No querĂa encajar en la sociedad convencional, pero tampoco en la hippie.
Como Ginn, a McDaniel, cuyo nombre artĂstico era Chuck Dukowski, le repugnaban los cantantes folk melifluos como James Taylor y los rockeros arty afectados. Estudiaba en la UC Santa Barbara cuando vio a los Ramones. «JamĂĄs habĂa visto a un grupo tocar tan rĂĄpido», dijo. «De pronto, podĂas señalar a un grupo y decir: âSi ellos lo pueden hacer, Âżpor quĂ© no nosotros?â.»
Durante los dos primeros años, Panic tocaba exclusivamente en fiestas y centros juveniles de la zona de South Bay porque el Masque, el club punk clave de Los Ăngeles, se negaba a contratarles. «Dijeron que no molaba vivir en Hermosa Beach», explicĂł Ginn, lo que era una forma de decir que el vestuario de camiseta, deportivas y tejanos de barrio residencial del grupo no se ajustaba a la estĂ©tica de imperdible y chupa de ...