Los yanquis en MĂ©xico
eBook - ePub

Los yanquis en MĂ©xico

Guillermo Prieto

Partager le livre
  1. 64 pages
  2. Spanish
  3. ePUB (adapté aux mobiles)
  4. Disponible sur iOS et Android
eBook - ePub

Los yanquis en MĂ©xico

Guillermo Prieto

DĂ©tails du livre
Aperçu du livre
Table des matiĂšres
Citations

À propos de ce livre

Este cuaderno reĂșne dos de los artĂ­culos que Guillermo Prieto escribiĂł para los Apuntes sobre la guerra con los Estados Unidos y con una crĂłnica acerca de cĂłmo se portaron heroicamente los "pelados" de la ciudad durante la invasiĂłn estadunidense en 1847, la cual culminĂł, en su aspecto militar, con la toma de la Ciudad de MĂ©xico por las tropas que comandaba el general Winfield Scott.

Foire aux questions

Comment puis-je résilier mon abonnement ?
Il vous suffit de vous rendre dans la section compte dans paramĂštres et de cliquer sur « RĂ©silier l’abonnement ». C’est aussi simple que cela ! Une fois que vous aurez rĂ©siliĂ© votre abonnement, il restera actif pour le reste de la pĂ©riode pour laquelle vous avez payĂ©. DĂ©couvrez-en plus ici.
Puis-je / comment puis-je télécharger des livres ?
Pour le moment, tous nos livres en format ePub adaptĂ©s aux mobiles peuvent ĂȘtre tĂ©lĂ©chargĂ©s via l’application. La plupart de nos PDF sont Ă©galement disponibles en tĂ©lĂ©chargement et les autres seront tĂ©lĂ©chargeables trĂšs prochainement. DĂ©couvrez-en plus ici.
Quelle est la différence entre les formules tarifaires ?
Les deux abonnements vous donnent un accĂšs complet Ă  la bibliothĂšque et Ă  toutes les fonctionnalitĂ©s de Perlego. Les seules diffĂ©rences sont les tarifs ainsi que la pĂ©riode d’abonnement : avec l’abonnement annuel, vous Ă©conomiserez environ 30 % par rapport Ă  12 mois d’abonnement mensuel.
Qu’est-ce que Perlego ?
Nous sommes un service d’abonnement Ă  des ouvrages universitaires en ligne, oĂč vous pouvez accĂ©der Ă  toute une bibliothĂšque pour un prix infĂ©rieur Ă  celui d’un seul livre par mois. Avec plus d’un million de livres sur plus de 1 000 sujets, nous avons ce qu’il vous faut ! DĂ©couvrez-en plus ici.
Prenez-vous en charge la synthÚse vocale ?
Recherchez le symbole Écouter sur votre prochain livre pour voir si vous pouvez l’écouter. L’outil Écouter lit le texte Ă  haute voix pour vous, en surlignant le passage qui est en cours de lecture. Vous pouvez le mettre sur pause, l’accĂ©lĂ©rer ou le ralentir. DĂ©couvrez-en plus ici.
Est-ce que Los yanquis en México est un PDF/ePUB en ligne ?
Oui, vous pouvez accĂ©der Ă  Los yanquis en MĂ©xico par Guillermo Prieto en format PDF et/ou ePUB ainsi qu’à d’autres livres populaires dans History et Mexican History. Nous disposons de plus d’un million d’ouvrages Ă  dĂ©couvrir dans notre catalogue.

Informations

Année
2020
ISBN
9786071662248
Sujet
History
Sous-sujet
Mexican History

EL MOLINO DEL REY

El general Scott, en el parte oficial que dio al gobierno de los Estados Unidos, asienta que el armisticio fue roto por parte del general Santa Anna, mandando hacer en la ciudad y sus inmediaciones obras de fortificaciĂłn. Nosotros, como el gobierno de la Ă©poca, creemos que por parte de los americanos no se guardĂł la buena fe debida, y que, enorgullecidos con sus triunfos y no queriendo desperdiciar la oportunidad que se les presentaba de acabar, como ellos decĂ­an, la conquista de los palacios de los Moctezumas, se preparaban al ataque, eligiendo aquel punto que ofrecĂ­a mĂĄs dificultades y resistencia, porque, una vez vencido, la ciudad caerĂ­a naturalmente en su poder.
Los datos oficiales presentados a las cĂĄmaras de los Estados Unidos nos dan otra luz. El general Scott, mal informado evidentemente, creyĂł que en el Molino del Rey, donde se habĂ­a establecido una fundiciĂłn de cañones, existĂ­a considerable material de guerra. La orden nĂșmero 95 del mismo general Scott prevenĂ­a expresamente que se asaltasen los edificios del Molino del Rey y Casa Mata, se destruyera todo el material de guerra que se encontrara y, concluida esta operaciĂłn, regresaran las tropas a sus cuarteles de Tacubaya. Parece que este plan desagradĂł al general Worth; pero tuvo al fin que obedecer.
Sentados estos ligeros antecedentes, el lector nos acompañarå, por decirlo así, en los días 7 y 8 de septiembre de 1847.
Una vez rotas las negociaciones, el enemigo eligiĂł para el combate un terreno que calificamos los mexicanos de favorable, y donde todavĂ­a el patriotismo y el entusiasmo nos hicieron presentir un triunfo.
La ciudad presentaba un aspecto imponente, y se notaba la agitaciĂłn febril que precede a los grandes acontecimientos. La campana de la Catedral resonaba como un lĂșgubre y prolongado gemido: la policĂ­a multiplicaba sus providencias, y se notaba el marcado contraste entre aquellos que, patriotas diligentes y activos, cooperaban a que MĂ©xico se defendiera con la heroicidad de Numancia y Zaragoza, y los egoĂ­stas o espantadizos, que se preparaban a huir, desanimando a todos con los mĂĄs funestos y sombrĂ­os presagios.
En cuanto al general Santa Anna, altamente indignado de las humillaciones a que los americanos habĂ­an tratado de sujetar a la naciĂłn, habĂ­a celebrado pocos dĂ­as antes en el Palacio una junta de jefes, en la cual se decidiĂł que la defensa no se limitase al interior de la ciudad, sino que las tropas saldrĂ­an afuera a buscar al enemigo.
Combinada, pues, la resoluciĂłn del general americano de destruir la fundiciĂłn, con el acuerdo del presidente de la RepĂșblica, debĂ­a dar por resultado una batalla, y precisamente una batalla en las lomas de Tacubaya.

PASEMOS UN MOMENTO AL TERRENO

Al occidente del cerro de Chapultepec hay un edificio conocido con el nombre del Molino del Rey, dividido en dos secciones por un acueducto. Una sección del edificio es el molino de harinas conocido de pocos años a esta parte con el nombre de El Salvador, y la otra el antiguo molino de pólvora, en la época de que vamos hablando, destinado a la fundición de cañones. Fuera de estos edificios se halla un årea enteramente descubierta. Limitan el conjunto de estas construcciones, que aunque arruinadas son de tezontle y cantería, al norte una calzada llamada de Anzures, que quiebra para la conocida con el nombre de la Verónica, y al sur las paredes de los mismos edificios, que miran a los campos y lomas de Tacubaya.
Ataque al Molino del Rey. Carl Nebel. Ca. 1847-1851. LitografĂ­a con gouache y acuarela.
El vasto edificio que hemos descrito tiene el frente medio hundido en una quiebra del terreno, que vulgarmente se conoce con el nombre de las Lomas del Rey, y es mĂĄs bien una extensa mesa con muy pocas desigualdades, circundada de colinas poco elevadas, que en Ășltimo tĂ©rmino dejan ver una parte de la pintoresca cordillera que rodea el valle de MĂ©xico.
Al noroeste de los molinos hay otro edificio aislado, que se destinaba a depositar la pólvora, y se llama Casa Mata. Es de tezontle y cal, de forma cuadrada, y rodeado de un pequeño foso y de algunas obras de fortificación defectuosa que, aunque se aumentó en esos días, presentó muy débil resistencia.
General Winfield Scott. C. G. Crehen. Ca. 1847-1850. LitografĂ­a. Biblioteca del Congreso, Washington, EUA.
Estos edificios se hallaban protegidos por los fuegos del castillo de Chapultepec, que estaba coronado de cañones.
Veamos cĂłmo se estableciĂł la batalla sobre este terreno.
Se formó una línea oblicua, apoyåndose la izquierda en los edificios de los molinos; la derecha, en la Casa Mata, y el centro, en una pequeña zanja seca, que ponía a cubierto a la tropa de una parte de los fuegos que pudiera hacer el enemigo.
Las fuerzas que cubrieron esta lĂ­nea de batalla, segĂșn la orden del 6 al 7 del general Santa Anna, y de cuya exactitud estamos perfectamente seguros por los diversos informes que hemos adquirido, eran las siguientes:
En los molinos, izquierda de la línea: brigada del general León, compuesta de los batallones de Guardia Nacional Libertad, Unión, Querétaro y Mina. Esta tropa fue reforzada en la mañana del 7 por la brigada del general Rangel.
En la Casa Mata, derecha de la lĂ­nea: El 4Âș ligero y el 11Âș de lĂ­nea, que formaban parte de la brigada del general graduado don Francisco PĂ©rez.
En el terreno intermedio entre los molinos y la Casa Mata, centro de la lĂ­nea: La brigada del general RamĂ­rez, compuesta de los batallones 2Âș ligero, Fijo de MĂ©xico, y 1Âș y 2Âș de lĂ­nea, con seis piezas de artillerĂ­a.
La reserva, compuesta de los batallones 1Âș y 3Âș ligeros, en el bosque de Chapultepec.
La fuerza que habĂ­a de decidir por nosotros la batalla era la caballerĂ­a, compuesta de cuatro mil hombres.
Se situó esta fuerza, al mando del general Álvarez, en la hacienda de los Morales, a menos de una legua de distancia de Chapultepec. En la tarde del mismo día 7, el general Santa Anna ordenó que la caballería se situase a tiro de fusil de la Casa Mata, con las instrucciones necesarias para que obrara con decisión rompiendo el flanco izquierdo del enemigo. El terreno, si no era absolutamente plano, sí al menos bastante a propósito para ejecutar un rompimiento con éxito.
El mismo general Santa Anna colocĂł en persona estas fuerzas con la tranquilidad y confianza de quien espera un triunfo con una fe ciega. Respecto del general Juan Álvarez, fue minucioso en sus instrucciones, pues hasta le marcĂł el terreno por donde debĂ­a desfilar. Como un hecho sentamos que en lo general estas disposiciones fueron no sĂłlo aplaudidas sino calificadas de buenas y acertadas. Debe añadirse a esto la armonĂ­a que reinaba entre la tropa de lĂ­nea y la Guardia Nacional, y el entusiasmo de todos los defensores de la capital, que se manifestĂł de una manera notable cuando se divisĂł una columna enemiga en el camino que conduce de Tacubaya a las lomas. Era tanto el orden y la confianza que reinaba en nuestra lĂ­nea, que el comandante del 3Âș ligero de infanterĂ­a señalĂł frente de sus soldados la distancia de un tiro de fusil, ordenando que, hasta que el enemigo no llegara a ese punto, no se rompiera fuego.
En la tarde, el campamento era un paseo. El general Santa Anna, rodeado de sus ayudantes, recorriĂł todos los puntos de la batalla, recibiendo aplausos.
Hasta aquĂ­ no puede notarse una sola medida que no hubiese sido acertada: en lo de adelante, el lector, sĂłlo por la simple y verĂ­dica narraciĂłn de los hechos, conocerĂĄ los errores que se cometieron.
Al anochecer del dĂ­a 7 esta lĂ­nea de batalla tan admirablemente formada se desbaratĂł en parte. El general Santa Anna ordenĂł que varios cuerpos de la derecha, centro e izquierda, pernoctasen en diversos puntos.
En la Casa Mata permanecieron dos cuerpos, el 4Âș y el 11Âș. De la brigada del general Rangel, una parte se situĂł en la casa de Alfaro (calzada de MĂ©xico a Chapultepec) y otra entrĂł en la capital. El 3Âș ligero durmiĂł en Chapultepec.
Las seis piezas de artillería del centro de la línea, que se colocaron en un magueyal frente a la casa del molino, quedaron durante la noche absolutamente sin custodia, a pesar de las activas diligencias e instancias del general Carrera, que estaba persuadido de la entidad y consecuencias de tamaña falta o de tan inconcebible descuido.
Ya se conoce perfectamente que la lĂ­nea de batalla en la noche no era igual a la que existĂ­a por la tarde.
Nos ocuparemos ahora del ejĂ©rcito americano. El general Scott habĂ­a establecido su cuartel general en Tacubaya, y allĂ­ fue donde dio la orden nĂșmero 95, que hemos mencionado al principio, por la cual prevenĂ­a se atacasen las posiciones del Molino y la Casa Mata; esto lo rectificamos porque aun hemos oĂ­do decir a muchos, que esta batalla no fue originada sino por un reconocimiento que el enemigo intentĂł hacer de Chapultepec.
General Antonio LĂłpez de Santa Anna. A. Hoffy. Ca. 1847. LitografĂ­a. Biblioteca del Congreso, Washington, EUA.
La brigada al mando del general Worth, a quien fue encomendada esta función de guerra, fue reforzada por tres compañías de dragones fuertes de doscientos setenta hombres; por dos piezas de artillería ligeras; por dos de sitio de a veinticuatro, y por la brigada del general Cadwallader, compuesta de setecientos ochenta hombres. La fuerza total con que los enemigos emprendieron el ataque fue de tres mil quinientos infantes, ocho piezas de artillería y trescientos caballos.
AsĂ­, mientras los americanos habĂ­an aumentado su...

Table des matiĂšres