INVESTIGACIONES FILOSĂFICAS
Ăberhaupt hat der Fortschritt das an sich, daĂ er viel gröĂer ausschaut, als er wirklich ist.
Generalmente, el progreso en sĂ se vislumbra mucho mĂĄs grandioso de lo que realmente es.
NESTROY1
1. Cf. Nestroy, 1847, acto 2, escena 10. El lema lo expresa Gottlieb Herb, el hijo de un encuadernador pobre, que se lamenta de que en la era del progreso sigan sin erradicarse la maldad y la perversidad social y material en el mundo. En la denominada SpÀtfassung (TS 227) aparece como Motto, «lema». En la versión anterior, denominada Zwischenfassung, el lema de Investigaciones filosóficas era el siguiente:
«Motto:
Sind diese schmerzenden WidersprĂŒche entfernt, so ist zwar nicht die Frage nach dem Wesen beantwortet, aber der nicht mehr gequĂ€lte Geist hört auf, die fĂŒr ihn unberechtigte Frage zu stellen» (Hertz, 1910, p. 9).
El epĂgrafe de la versiĂłn intermedia descubre, en efecto, el propĂłsito de su investigaciĂłn:
«Lema:
Una vez eliminadas estas dolorosas contradicciones, bien es verdad que no se ha dado respuesta a la cuestiĂłn sobre la esencia, pero el espĂritu no atormentado deja de plantearse la cuestiĂłn para Ă©l ilĂcita».
PRĂLOGO
Seguidamente publico pensamientos, el resultado de investigaciones filosĂłficas, a los que he dedicado los Ășltimos diecisĂ©is años. Conciernen a muchos asuntos: el concepto de significado, de comprensiĂłn, de proposiciĂłn, de lĂłgica, de los fundamentos de la matemĂĄtica, de los estados de conciencia y otros. He escrito esos pensamientos en pĂĄrrafos breves como observaciones. A veces en largas cadenas sobre el mismo asunto, a veces saltando de un ĂĄmbito a otro en expeditivo cambio. â Mi propĂłsito era desde el comienzo compendiar todo esto alguna vez en un libro, de cuya forma me hice diferentes representaciones en diferentes Ă©pocas. Pero me parecĂa esencial que en Ă©l los pensamientos debieran progresar de un asunto a otro en una secuencia natural y sin fisuras.
Tras algunos intentos desafortunados1 de ensamblar mis resultados en un conjunto similar, me di cuenta de que nunca lo conseguirĂa. Que lo mejor que yo podrĂa escribir siempre conformarĂa meras observaciones filosĂłficas; que mis pensamientos al trabarlos aglutinados desfallecĂan tan pronto como intentaba obligarlos a proseguir, contra su inclinaciĂłn natural, en una direcciĂłn. â Y esto dependĂa, ciertamente, de la naturaleza misma de la investigaciĂłn. Ella, pues, nos obliga a recorrer en zigzag un amplio ĂĄmbito del pensamiento en todas las direcciones. â Las observaciones filosĂłficas de este libro son, en cierto modo, un conjunto de bosquejos de paisajes que han resultado de estos largos e intrincados viajes.
Los mismos puntos, o casi los mismos, fueron continuamente tanteados de nuevo desde diferentes direcciones y siempre se trazaron nuevas imĂĄgenes. Un sinnĂșmero de estas estaban aquejadas, o falsamente especificadas, por un registro incorrecto de todos los defectos de un torpe dibujante. Y cuando estas fueron descartadas, quedĂł un remanente2 discreto que entonces debĂa ser reordenado, y recortado muchas veces, para que pudiera ofrecerle al observador una imagen del paisaje. â AsĂ pues, este libro es en realidad un mero ĂĄlbum.
Hasta hace poco habĂa abandonado propiamente el proyecto de publicar mi trabajo en vida. Cierto es que aquel reaparecĂa de tiempo en tiempo y especialmente porque me daba cuenta de que mis resultados, que yo habĂa difundido en lecciones, escritos y discusiones, estaban en circulaciĂłn muchas veces malentendidos, mĂĄs o menos debilitados3 o recortados. Ello instigĂł mi vanidad y tuve dificultades para apaciguarla.
Hace cuatro años tuve ocasiĂłn de volver a leer mi primer libro (el Tractatus logico-philosophicus) y de explicar sus pensamientos4. Entonces, de repente, me pareciĂł que debĂa publicar juntos aquellos viejos pensamientos y los nuevos: que estos solo podĂan alcanzar su correcta iluminaciĂłn mediante el contraste y con el trasfondo de mi modo de pensar anterior5.
Pues, desde que hace diecisĂ©is años comencĂ© a ocuparme de nuevo de filosofĂa, hube de reconocer graves errores en lo que habĂa depositado en ese primer libro. Me ha ayudado a advertir estos errores âen un grado que apenas yo mismo puedo juzgarâ la crĂtica que mis ideas han experimentado por Frank Ramsey6 âcon quien las he discutido en innumerables conversaciones durante los dos Ășltimos años de su vidaâ. MĂĄs aĂșn que a esta crĂtica âsiempre enĂ©rgica y certeraâ le debo la que ha practicado durante muchos años sin interrupciĂłn sobre mis pensamientos un profesor de esta Universidad, el señor P. Sraffa7. A este estĂmulo le debo las ideas mĂĄs prĂłsperas de este escrito.
Por mĂĄs de una razĂłn lo que publico aquĂ afectarĂĄ a lo que otros escriben hoy en dĂa. â Si mis observaciones no portan ningĂșn sello propio que las distinga como mĂas, consecuentemente no pretendo tampoco reclamarlas como de mi propiedad.
Las entrego al pĂșblico con sentimientos indecisos. Que este trabajo, con su carencia y en la tenebrosidad de esta Ă©poca, estĂ© destinado a arrojar luz en uno u otro cerebro no es imposible; pero, por supuesto, no es probable.
No quisiera con mi escrito ahorrarles a otros el pensar. Acaso, si fuera posible, estimular a alguien a tener pensamientos propios.
Me hubiera gustado escribir un buen libro. No ha resultado ser asĂ; pero la edad en la que podrĂa haberlo mejorado ya ha pasado.
Cambridge, enero de 1945
1. AlusiĂłn a las cinco versiones que se conocen de Investigaciones filosĂłficas. El manuscrito viene precedido por una versiĂłn original (Urfassung, MS 142). Seguidamente, Wittgenstein elaborĂł una versiĂłn temprana (FrĂŒhfassung), que se corresponde con los escritos TS 225, TS 220 y TS 221. Posteriormente, reelaborĂł un nuevo escrito denominado Bearbeitete FrĂŒhfassung (TS 239). Luego, confeccionĂł la versiĂłn intermedia, para ultimar sus anotaciones en la versiĂłn tardĂa (SpĂ€tfassung), que aquĂ se publica (correspondiente a TS 227). La Segunda Parte («Teil II») recoge el MS 144.
2. Austro-båvaro: Wittgenstein usa el término vienés halbwegser como adverbio modal que expresa también atenuación.
3. El término austro-båvaro verwÀssert puede ser traducido como «debilitado» (abgeschwÀcht).
4. Cf. TS 227b: «de explicar a alguien sus pensamientos.»
5. Wittgenstein emplea el apĂłcope austriaco de Ă€lteren que aquĂ significarĂa literalmente «mi modo de pensar antiguo».
6. Frank Plumpton Ramsey estaba estrechamente ligado a Wittgenstein. Sus contribuciones alcanzan al campo de las matemĂĄticas, la lĂłgica y la economĂa.
7. Piero Sraffa fue un economista italiano vinculado a John Maynard Keynes, que lo invitĂł a la Universidad de Cambridge, donde Sraffa impartiĂł docencia sobre economĂa. PerfeccionĂł la teorĂa clĂĄsica del valor. En Cambridge frecuentĂł a Ludwig Wittgenstein, con el que discutiĂł sobre lĂłgica, matemĂĄticas y economĂa. PublicĂł una ediciĂłn crĂtica de las obras de David Ricardo. SegĂșn Wittgenstein, la crĂtica de Sraffa lo forzĂł a superar sus propuestas tractarianas y a desarrollar nuevos planteamientos.
PARTE I
1. AgustĂn de Hipona, en las Confesiones (I, 8):1 «Cum ipsi (majores homines) appellabant rem aliquam, et cum secundum eam vocem corpus ad aliquid movebant, videbam, et tenebam hoc ab eis vocari rem illam, quod sonabant, cum eam vellent ostendere. Hoc autem eos velle ex motu corporis aperiebatur: tamquam verbis naturalibus omnium gentium, quae fiunt vultu et nutu oculorum, ceterorumque membrorum actu, et sonitu vocis indicante affectionem animi in petendis, habendis, rejiciendis, fugiendisve rebus. Ita verba in variis sententiis locis suis posita, et crebro audita, quarum rerum signa essent, paulatim colligebam, measque jam voluntates, edomito in eis signis ore, per haec enuntiabam».2
Con estas palabras alcanzamos, segĂșn mi parecer, una determinada imagen3 de la esencia del lenguaje humano4. Concretamente esta: Las palabras del lenguaje nombran objetos â las oraciones son combinaciones de esas denominaciones. â En esta imagen del lenguaje encontramos las raĂces de la idea: Cada palabra tiene un significado. Este significado se asigna a la palabra. Este es el objeto al que corresponde la palabra.
AgustĂn de Hipona no se refiere a una divergencia de gĂ©neros de palabras. Quien asĂ describe el aprendizaje del lenguaje piensa, asĂ creo, primariamente en sustantivos como «mesa», «silla», «pan» y en nombres de personas, y solo en un segundo plano en los nombres de ciertas acciones y propiedades, y en los restantes gĂ©neros de palabras como algo que se irĂĄ descubriendo.
Piensa, pues, en este uso del lenguaje: Mando a alguien a comprar. Le doy una lista de la compra en la que se encuentran los signos: «cinco manzanas rojas». Lleva la lista de la compra al tendero, este abre el cajĂłn que tiene el signo «manzanas»; luego busca en una tabla la palabra «rojo» y frente a ella encuentra una muestra de color; despuĂ©s dice la serie de los nĂșmeros cardinales âasumo que la sabe de memoriaâ hasta la palabra «cinco» y por cada numeral toma del cajĂłn una manzana que tiene el color de la muestra. â AsĂ, y anĂĄlogamente, se opera con las palabras. â «¿Pero, cĂłmo sabe dĂłnde y cĂłmo debe consultar la palabra ârojoâ y quĂ© tiene que hacer con la palabra âcincoâ?» â Bueno, presumo que actĂșa como lo he descrito. Las explicaciones tienen un fin en algĂșn lugar. â ÂżPero cuĂĄl es el significado de la palabra «cinco»? â AquĂ no nos hemos referido para nada a tal asunto; solo a cĂłmo se usa la palabra «cinco».5
2. Ese concepto filosófico del significado alberga una representación primitiva del modo en que funciona el lenguaje. Pero también puede decirse que es la representación de un lenguaje mås primitivo que el nuestro.
Supongamos un lenguaje que concuerde con la descripciĂłn que hace AgustĂn de Hipona: El lenguaje debe servir en la comunicaciĂłn6 entre un albañil A con su aprendiz B. A construye un edificio de ladrillos. Hay cubos, columnas, losas y vigas. B tiene que pasarle los ladrillos y, por cierto, en el orden en que A los necesita. Con este fin usa un lenguaje que consta de las palabras: «cubo», «columna», «losa», «viga». A las pronuncia; â B trae la piedra que ha aprendido con la expresiĂłn y se la lleva. â Comprende este como un lenguaje primitivo completo.
3. PodrĂamos decir que AgustĂn de Hipona describe un sistema de comunicaciĂłn; solo que no todo lo que denominamos lenguaje estĂĄ en este sistema. Y esto debe decirse en muchos casos en que surge la cuestiĂłn: «¿Es Ăștil o inĂștil esta representaciĂłn7?». La respuesta es, pues: «SĂ, Ăștil, pero solo para este ĂĄmbito estrictamente reducido, no para la totalidad de lo que pretendes representar.»
Es como si alguien declarara: «Jugar consiste en desplazar cosas sobre una superfi...