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Una historia radical del mundo
Faulkner, Neil, Madariaga, Juan Mari; Arce, Javier
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Una historia radical del mundo
Faulkner, Neil, Madariaga, Juan Mari; Arce, Javier
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Esta es nuestra historia. La historia del 80 por ciento de la poblaciĂłn que lucha por sobrevivir en un sistema pensado para enriquecer a una minorĂa, frente a la cual se ha rebelado en incontables ocasiones. Faulkner nos apremia a reflexionar sobre el pasado para reflexionar sobre el futuro de la humanidad y del planeta. Su anĂĄlisis dedica especial atenciĂłn a la lucha de las mujeres y las minorĂas raciales (y de cualquier Ăndole) en el mundo.
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TeorĂa y crĂtica histĂłricas1
CAZADORES-RECOLECTORES
Y AGRICULTORES-PASTORES
Entre 7 millones a. p. y 3000 a. e. c.
CAZADORES-RECOLECTORES
Y AGRICULTORES-PASTORES
Entre 7 millones a. p. y 3000 a. e. c.
«La Dama blanca» de Auanrhet. Pintura rupestre, Tassili, Sahara Central, c. 3000 a. e. c. Probablemente se trata de una diosa o sacerdotisa de la fertilidad. Puede observarse el campo y la lluvia de grano por encima de su cabeza.
La revoluciĂłn agrĂcola del NeolĂtico (o Nueva Edad de Piedra) transformĂł toda la experiencia social humana. Solo la RevoluciĂłn industrial ha tenido un impacto comparable.
Nuestra historia comienza con una rĂĄpida visiĂłn general de un largo periodo de tiempo de aproximadamente 7 millones de años atrĂĄs hasta hace 5.000 años. Durante este periodo, como producto de la evoluciĂłn biolĂłgica, ambiental, cultural y social, tuvo lugar una sucesiĂłn de transformaciones radicales. Primero, hace entre 7 y 6 millones de años, en Chad o Kenia, tenemos la apariciĂłn de los primeros potenciales homĂnidos, es decir, criaturas en nuestro ĂĄrbol evolutivo despuĂ©s de nuestra separaciĂłn de los antepasados de los chimpancĂ©s.
Segundo, hace unos 3,3 millones de años, en Kenia, hallamos las primeras evidencias de fabricaciĂłn de herramientas, lo que supone un cambio fundamental en el comportamiento de los homĂnidos. Estas tecnologĂas tempranas y las posteriores (como las herramientas antiguas mĂĄs famosas) son muy bĂĄsicas. Pero entonces, hace unos 1,9 millones de años, en el este y el sur de Ăfrica, ciertos homĂnidos se convirtieron en criaturas con cerebros mĂĄs grandes, mayor capacidad para fabricar herramientas y niveles mĂĄs altos de organizaciĂłn social y adaptabilidad ambiental. Esa criatura tenĂa una forma de cuerpo bastante moderna y se conoce como Homo ergaster («humano trabajador»). Esta especie era muy similar a Homo erectus («humano vertical»), un tipo de fĂłsil no muy comĂșn en Ăfrica, pero ampliamente extendido en Asia.
Tercero, hacia hace aproximadamente 350.000 años atrĂĄs, tenemos la primera evidencia de nosotros mismos: Homo sapiens («humano sabio»). Estos, nuestros antepasados directos, parecen haberse originado en Marruecos. Los primeros fĂłsiles, sin embargo, muestran una mezcla de caracterĂsticas arcaicas y modernas, y nuestra especie no alcanzĂł un dearrollo anatĂłmico (y presumiblemente cerebral) totalmente moderno hasta hace unos 120.000 años.
Cuatro, hace unos 10.000 años, a causa del impacto del cambio climåtico y la escasez de alimentos, algunas comunidades hicieron la transición de la caza y la recolección a la agricultura.
Cinco, hace unos 6.000 años, las nuevas técnicas de recuperación de tierras y la agricultura intensiva permitieron que algunas comunidades en lugares favorecidos aumentaran sustancialmente su producción al pasar del cultivo basado en azadas, a la agricultura basada en arados.
LAS TRANSFORMACIONES HOMĂNIDAS
Tenemos evidencia de criaturas consideradas homĂnidos que se remontan a 7 millones de años a. p. (antes del presente, veĂĄse la nota de la pĂĄgina 12). En el ĂĄrbol humano, el primero serĂa el Sahelanthropus tchadensis, encontrado en Chad (7-6 a. p.), ya que, aunque su condiciĂłn de homĂnido es bastante insegura, pudo andar parcialmente sobre dos pies (la bipedaciĂłn es una de las principales caracterĂsticas de los homĂnidos). Luego llegĂł el Orrorin tugensis de Kenia (6,2-5,6 a. p.), que tambiĂ©n puede tener el tĂtulo de primer hominino bĂpedo.
Estas dos criaturas (y probablemente algunas mĂĄs, que quizĂĄ todavĂa no hemos encontrado) fueron seguidas por otros homĂnidos como el Ardipithecus ramidus (4,5-4,3 a. p.) de EtiopĂa y Kenyanthropus platyops de Kenia (3,5-3,3 a. p.).
Pero quizĂĄ el mĂĄs conocido de los primeros homĂnidos fue el australopitecino, que surgiĂł en 4,2 a. p. en el este de Ăfrica. Uno de estos, el Australopithecus afarensis («simio del sur de Afar»), que se desplazĂł por distintas partes de Ăfrica (incluyendo Laetoli, donde una pequeña familia dejĂł huellas en el lodo) en torno a 3,7-3 millones a. p. Hemos encontrado los restos fragmentados de varios cientos de criaturas de este tipo, y revelan evidencia tanto de un estilo de vida bipedal como arbĂłreo. El especimen mejor conocido de Australopithecus afarensis es el 40 por 100 del esqueleto completo de «Lucy» encontrado en 1974 (aunque pudo haber sido un hombre).
Lucy tenĂa 1,1 m de altura, pesaba alrededor de 29 kilos y tenĂa probablemente unos veinte años cuando muriĂł. Con sus piernas cortas, brazos largos y una pequeña caja craneal, probablemente se parecerĂa a un chimpancĂ© actual, pero habĂa una diferencia crucial: era bĂpeda y caminaba bastante erguida. El aspecto de su pelvis y de sus piernas y la rodilla de otro miembro de la especie hallada a poca distancia lo demostraban mĂĄs allĂĄ de toda duda razonable.
Lucy formaba parte probablemente de un pequeño grupo que se desplazaba de un lado a otro recogiendo frutos, nueces, semillas, huevos y otros alimentos. La reducciĂłn de los bosques y la creaciĂłn de las sabanas debidas al cambio climĂĄtico habĂan favorecido a una especie capaz de recorrer grandes distancias en busca de alimento. Pero la bipedaciĂłn de Lucy tuvo consecuencias revolucionarias. LiberĂł las manos y los brazos para confeccionar instrumentos y para otro tipo de trabajos, lo que a su vez impulsĂł la selecciĂłn natural en favor de una mayor capacidad craneal. Se habĂa puesto en marcha una poderosa dinĂĄmica evolutiva: mano y cerebro, trabajo e intelecto, habilidad y pensamiento iniciaron una interacciĂłn explosiva que culminĂł en los seres humanos actuales.
No sabemos si Lucy confeccionaba instrumentos, ya que no se ha encontrado ninguno cerca de sus restos o los de sus compañeros. Pero recientemente se han descubierto herramientas de piedra muy tempranas y muy rudimentarias que datan de 3,3 millones a. p. en Kenia, y pueden estar asociadas con otras formas de australopitecinos locales; pero hace dos millones y medio de años sus descendientes ciertamente lo hacĂan. Las hachuelas fabricadas con cantos de pedernal representan la impronta arqueolĂłgica de una nueva familia de especies definida por la fabricaciĂłn de instrumentos lĂticos: el gĂ©nero Homo («humano»). La utilizaciĂłn de estas herramientas supone pensamiento conceptual, planificaciĂłn y destreza manual. Revela el uso del intelecto y la habilidad para modificar la naturaleza a fin de explotar mĂĄs eficientemente sus recursos.
El gĂ©nero Homo, al igual que los australopitecos, vivieron y evolucionaron en Ăfrica durante un millĂłn y medio de años. Sin embargo, despuĂ©s, alrededor de 1,8 millones a. p., comenzamos a encontrar evidencias de Homo erectus en el lejano oriente (China, Java, Indonesia) y tambiĂ©n en Georgia, cerca del mar Negro (aunque algunos definen a esta criatura como Homo georgicus).
Homo erectus parece haber estado muy estrechamente relacionado con una forma africana, Homo ergaster, una criatura vertical que emergiĂł alrededor de 1,9 a. p. y es conocida en el este y sur de Ăfrica. Homo ergaster se habrĂa parecido mucho a nosotros en tĂ©rminos de forma corporal, pero tenĂa un cerebro mĂĄs pequeño. Su pariente cercano, Homo erectus, persistiĂł en partes del lejano oriente a lo largo de los milenios, y los Ășltimos ejemplos posiblemente se remontan a hace tan solo 30.000 años.
Mientras tanto, en Europa y Asia occidental, aparecĂan otras formas de homĂnidos, como Homo antecessor y Homo heidelbergensis. Este Ășltimo fue probablemente el Ășltimo ancestro comĂșn de los neandertales en Europa y los humanos modernos en Ăfrica.
La era glacial que comenzĂł hace 2,5 millones de años tuvo un gran impacto en la evoluciĂłn humana. El clima de la Edad de Hielo es dinĂĄmico, pasando de los glaciales frĂos a los interglaciales relativamente cĂĄlidos. Actualmente nos hallamos en un periodo interglacial, pero hace 20.000 años gran parte de Europa y NorteamĂ©rica estaban cubiertas por capas de hielo de 4 km de espesor, los inviernos duraban nueve meses y durante semanas la temperatura se situaba por debajo de -20Âș C.
Las primeras especies del gĂ©nero Homo no estaban adaptadas al frĂo, por lo que migraban hacia el norte en periodos cĂĄlidos y de nuevo hacia el sur cuando avanzaban los glaciares. Llegaron por primera vez a Gran Bretaña, por ejemplo, hace mĂĄs de 800.000 años, pero luego se retiraron y volvieron al menos ocho veces. Gran Bretaña estuvo probablemente ocupada tan solo durante un 20 por 100 de su PaleolĂtico (c. 800.000-10.000 años).
Homo antecessor («humano pionero»), probablemente el primer humano de Gran Bretaña, fue seguido rĂĄpidamente por el estrechamente relacionado Homo heidelbergensis, que al parecer habitĂł en regiones costeras o en estuarios donde los recursos animales eran ricos y variados. Los instrumentos mĂĄs utilizados eran la hachuela de mano «achelense» y la lĂĄmina «clactoniense» en sus distintas variedades, utilizadas para cortar, despiezar, raspar y otros mĂșltiples usos y que eran producidas en masa a medida que se necesitaban. Las excavaciones en Boxgrove (Inglaterra) han permitido recuperar 300 hachas de mano y muchos desechos de la talla de cantos de pedernal de hace alrededor de 500.000 años. Se utilizaban para trocear caballos, venados y rinocerontes en lo que era entonces una llanura costera con caracterĂsticas de sabana.
Durante la Ășltima glaciaciĂłn, en cambio, no se produjo una retirada general. La especie Homo neanderthalensis se habĂa adaptado al frĂo evolucionando a partir del Homo heidelbergensis en Europa y Asia occidental hace unos 350.000 años. Esa adaptaciĂłn de los neandertales se debĂa tanto a la evoluciĂłn biolĂłgica como a la nueva tecnologĂa. Con grandes cabezas, anchas narices aplastadas, cejas prominentes, frentes huidizas, prĂĄcticamente sin mentĂłn y unos cuerpos de poca estatura, fornidos y robustos, los ...