Una historia radical del mundo
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Una historia radical del mundo

Faulkner, Neil, Madariaga, Juan Mari; Arce, Javier

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Una historia radical del mundo

Faulkner, Neil, Madariaga, Juan Mari; Arce, Javier

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Esta es nuestra historia. La historia del 80 por ciento de la poblaciĂłn que lucha por sobrevivir en un sistema pensado para enriquecer a una minorĂ­a, frente a la cual se ha rebelado en incontables ocasiones. Faulkner nos apremia a reflexionar sobre el pasado para reflexionar sobre el futuro de la humanidad y del planeta. Su anĂĄlisis dedica especial atenciĂłn a la lucha de las mujeres y las minorĂ­as raciales (y de cualquier Ă­ndole) en el mundo.

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Informations

Année
2021
ISBN
9788412288872
1
CAZADORES-RECOLECTORES
Y AGRICULTORES-PASTORES
Entre 7 millones a. p. y 3000 a. e. c.
«La Dama blanca» de Auanrhet. Pintura rupestre, Tassili, Sahara Central, c. 3000 a. e. c. Probablemente se trata de una diosa o sacerdotisa de la fertilidad. Puede observarse el campo y la lluvia de grano por encima de su cabeza.
La revoluciĂłn agrĂ­cola del NeolĂ­tico (o Nueva Edad de Piedra) transformĂł toda la experiencia social humana. Solo la RevoluciĂłn industrial ha tenido un impacto comparable.
Nuestra historia comienza con una råpida visión general de un largo periodo de tiempo de aproximadamente 7 millones de años atrås hasta hace 5.000 años. Durante este periodo, como producto de la evolución biológica, ambiental, cultural y social, tuvo lugar una sucesión de transformaciones radicales. Primero, hace entre 7 y 6 millones de años, en Chad o Kenia, tenemos la aparición de los primeros potenciales homínidos, es decir, criaturas en nuestro årbol evolutivo después de nuestra separación de los antepasados de los chimpancés.
Segundo, hace unos 3,3 millones de años, en Kenia, hallamos las primeras evidencias de fabricaciĂłn de herramientas, lo que supone un cambio fundamental en el comportamiento de los homĂ­nidos. Estas tecnologĂ­as tempranas y las posteriores (como las herramientas antiguas mĂĄs famosas) son muy bĂĄsicas. Pero entonces, hace unos 1,9 millones de años, en el este y el sur de África, ciertos homĂ­nidos se convirtieron en criaturas con cerebros mĂĄs grandes, mayor capacidad para fabricar herramientas y niveles mĂĄs altos de organizaciĂłn social y adaptabilidad ambiental. Esa criatura tenĂ­a una forma de cuerpo bastante moderna y se conoce como Homo ergaster («humano trabajador»). Esta especie era muy similar a Homo erectus («humano vertical»), un tipo de fĂłsil no muy comĂșn en África, pero ampliamente extendido en Asia.
Tercero, hacia hace aproximadamente 350.000 años atrås, tenemos la primera evidencia de nosotros mismos: Homo sapiens («humano sabio»). Estos, nuestros antepasados directos, parecen haberse originado en Marruecos. Los primeros fósiles, sin embargo, muestran una mezcla de características arcaicas y modernas, y nuestra especie no alcanzó un dearrollo anatómico (y presumiblemente cerebral) totalmente moderno hasta hace unos 120.000 años.
Cuatro, hace unos 10.000 años, a causa del impacto del cambio climåtico y la escasez de alimentos, algunas comunidades hicieron la transición de la caza y la recolección a la agricultura.
Cinco, hace unos 6.000 años, las nuevas técnicas de recuperación de tierras y la agricultura intensiva permitieron que algunas comunidades en lugares favorecidos aumentaran sustancialmente su producción al pasar del cultivo basado en azadas, a la agricultura basada en arados.
LAS TRANSFORMACIONES HOMÍNIDAS
Tenemos evidencia de criaturas consideradas homínidos que se remontan a 7 millones de años a. p. (antes del presente, veåse la nota de la pågina 12). En el årbol humano, el primero sería el Sahelanthropus tchadensis, encontrado en Chad (7-6 a. p.), ya que, aunque su condición de homínido es bastante insegura, pudo andar parcialmente sobre dos pies (la bipedación es una de las principales características de los homínidos). Luego llegó el Orrorin tugensis de Kenia (6,2-5,6 a. p.), que también puede tener el título de primer hominino bípedo.
Estas dos criaturas (y probablemente algunas mĂĄs, que quizĂĄ todavĂ­a no hemos encontrado) fueron seguidas por otros homĂ­nidos como el Ardipithecus ramidus (4,5-4,3 a. p.) de EtiopĂ­a y Kenyanthropus platyops de Kenia (3,5-3,3 a. p.).
Pero quizå el mås conocido de los primeros homínidos fue el australopitecino, que surgió en 4,2 a. p. en el este de África. Uno de estos, el Australopithecus afarensis («simio del sur de Afar»), que se desplazó por distintas partes de África (incluyendo Laetoli, donde una pequeña familia dejó huellas en el lodo) en torno a 3,7-3 millones a. p. Hemos encontrado los restos fragmentados de varios cientos de criaturas de este tipo, y revelan evidencia tanto de un estilo de vida bipedal como arbóreo. El especimen mejor conocido de Australopithecus afarensis es el 40 por 100 del esqueleto completo de «Lucy» encontrado en 1974 (aunque pudo haber sido un hombre).
Lucy tenía 1,1 m de altura, pesaba alrededor de 29 kilos y tenía probablemente unos veinte años cuando murió. Con sus piernas cortas, brazos largos y una pequeña caja craneal, probablemente se parecería a un chimpancé actual, pero había una diferencia crucial: era bípeda y caminaba bastante erguida. El aspecto de su pelvis y de sus piernas y la rodilla de otro miembro de la especie hallada a poca distancia lo demostraban mås allå de toda duda razonable.
Lucy formaba parte probablemente de un pequeño grupo que se desplazaba de un lado a otro recogiendo frutos, nueces, semillas, huevos y otros alimentos. La reducción de los bosques y la creación de las sabanas debidas al cambio climåtico habían favorecido a una especie capaz de recorrer grandes distancias en busca de alimento. Pero la bipedación de Lucy tuvo consecuencias revolucionarias. Liberó las manos y los brazos para confeccionar instrumentos y para otro tipo de trabajos, lo que a su vez impulsó la selección natural en favor de una mayor capacidad craneal. Se había puesto en marcha una poderosa dinåmica evolutiva: mano y cerebro, trabajo e intelecto, habilidad y pensamiento iniciaron una interacción explosiva que culminó en los seres humanos actuales.
No sabemos si Lucy confeccionaba instrumentos, ya que no se ha encontrado ninguno cerca de sus restos o los de sus compañeros. Pero recientemente se han descubierto herramientas de piedra muy tempranas y muy rudimentarias que datan de 3,3 millones a. p. en Kenia, y pueden estar asociadas con otras formas de australopitecinos locales; pero hace dos millones y medio de años sus descendientes ciertamente lo hacían. Las hachuelas fabricadas con cantos de pedernal representan la impronta arqueológica de una nueva familia de especies definida por la fabricación de instrumentos líticos: el género Homo («humano»). La utilización de estas herramientas supone pensamiento conceptual, planificación y destreza manual. Revela el uso del intelecto y la habilidad para modificar la naturaleza a fin de explotar mås eficientemente sus recursos.
El género Homo, al igual que los australopitecos, vivieron y evolucionaron en África durante un millón y medio de años. Sin embargo, después, alrededor de 1,8 millones a. p., comenzamos a encontrar evidencias de Homo erectus en el lejano oriente (China, Java, Indonesia) y también en Georgia, cerca del mar Negro (aunque algunos definen a esta criatura como Homo georgicus).
Homo erectus parece haber estado muy estrechamente relacionado con una forma africana, Homo ergaster, una criatura vertical que emergiĂł alrededor de 1,9 a. p. y es conocida en el este y sur de África. Homo ergaster se habrĂ­a parecido mucho a nosotros en tĂ©rminos de forma corporal, pero tenĂ­a un cerebro mĂĄs pequeño. Su pariente cercano, Homo erectus, persistiĂł en partes del lejano oriente a lo largo de los milenios, y los Ășltimos ejemplos posiblemente se remontan a hace tan solo 30.000 años.
Mientras tanto, en Europa y Asia occidental, aparecĂ­an otras formas de homĂ­nidos, como Homo antecessor y Homo heidelbergensis. Este Ășltimo fue probablemente el Ășltimo ancestro comĂșn de los neandertales en Europa y los humanos modernos en África.
La era glacial que comenzĂł hace 2,5 millones de años tuvo un gran impacto en la evoluciĂłn humana. El clima de la Edad de Hielo es dinĂĄmico, pasando de los glaciales frĂ­os a los interglaciales relativamente cĂĄlidos. Actualmente nos hallamos en un periodo interglacial, pero hace 20.000 años gran parte de Europa y NorteamĂ©rica estaban cubiertas por capas de hielo de 4 km de espesor, los inviernos duraban nueve meses y durante semanas la temperatura se situaba por debajo de -20Âș C.
Las primeras especies del género Homo no estaban adaptadas al frío, por lo que migraban hacia el norte en periodos cålidos y de nuevo hacia el sur cuando avanzaban los glaciares. Llegaron por primera vez a Gran Bretaña, por ejemplo, hace mås de 800.000 años, pero luego se retiraron y volvieron al menos ocho veces. Gran Bretaña estuvo probablemente ocupada tan solo durante un 20 por 100 de su Paleolítico (c. 800.000-10.000 años).
Homo antecessor («humano pionero»), probablemente el primer humano de Gran Bretaña, fue seguido rĂĄpidamente por el estrechamente relacionado Homo heidelbergensis, que al parecer habitĂł en regiones costeras o en estuarios donde los recursos animales eran ricos y variados. Los instrumentos mĂĄs utilizados eran la hachuela de mano «achelense» y la lĂĄmina «clactoniense» en sus distintas variedades, utilizadas para cortar, despiezar, raspar y otros mĂșltiples usos y que eran producidas en masa a medida que se necesitaban. Las excavaciones en Boxgrove (Inglaterra) han permitido recuperar 300 hachas de mano y muchos desechos de la talla de cantos de pedernal de hace alrededor de 500.000 años. Se utilizaban para trocear caballos, venados y rinocerontes en lo que era entonces una llanura costera con caracterĂ­sticas de sabana.
Durante la Ășltima glaciaciĂłn, en cambio, no se produjo una retirada general. La especie Homo neanderthalensis se habĂ­a adaptado al frĂ­o evolucionando a partir del Homo heidelbergensis en Europa y Asia occidental hace unos 350.000 años. Esa adaptaciĂłn de los neandertales se debĂ­a tanto a la evoluciĂłn biolĂłgica como a la nueva tecnologĂ­a. Con grandes cabezas, anchas narices aplastadas, cejas prominentes, frentes huidizas, prĂĄcticamente sin mentĂłn y unos cuerpos de poca estatura, fornidos y robustos, los ...

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