Popol Vuh
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Popol Vuh

Varios Autores, AdriĂĄn Recinos, AdriĂĄn Recinos

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El Popol Vuh tiene un indudable interĂ©s literario, por su rica imaginerĂ­a y por ser una obra que contempla la cultura maya preexistente.El Popol Vuh que hoy conocemos fue escrito tras la Conquista en lengua quichĂ© con grafĂ­a castellana por indĂ­genas cristianizados.Algunos estudiosos indican que uno de los posibles autores del Popol Vuh es Diego Reinoso. Y se cree que se redactĂł entre 1554 y 1558, en la antigua capital de los quichĂ©s, Gumarkaaj (UtatlĂĄn), hoy Santa Cruz del QuichĂ©, o en ChuilĂĄ (Chichicastenango), pueblo en que vivieron los sobrevivientes de la nobleza quichĂ© tras su derrota por Pedro de Alvarado.Este libro relata la lucha de los mellizos HunahpĂș e IxbalanquĂ© (los gemelos civilizadores) contra los gigantes Vucub Caquix.Dentro de este planteamiento general, el libro se inicia con la creaciĂłn y el origen del hombre, surgido a partir del maĂ­z. DespuĂ©s se introduce en la epopeya de los semidioses HunahpĂș e IxbalanquĂ©, los cuales se convertirĂĄn en el Sol y la Luna al dar tĂ©rmino a su gesta. A continuaciĂłn el pueblo quichĂ© se extiende, sometiendo a sus vecinos.Una tercera parte ofrece una descripciĂłn de las dinastĂ­as y los dioses. Luego aparecpe una crĂłnica mĂĄs histĂłrica sobre el origen y la estructura de los pueblos indĂ­genas de Guatemala. TambiĂ©n se refieren los sucesos recientes que les afectaron, incluida la conquista por los españoles hacia 1524.La historia de cĂłmo el libro se conservĂł estĂĄ llena de vericuetos. En 1701 llegĂł a Chichicastenango el sacerdote dominico Francisco JimĂ©nez, quien aprendiĂł varios idiomas indĂ­genas y transcribiĂł el Manuscrito del Popol Vuh al español.En 1829 los dominicos fueron expulsados del paĂ­s durante el gobierno liberal de Francisco MorazĂĄn, y sus archivos pasaron a la Universidad de San Carlos. En 1854 un mĂ©dico austriaco residente en Guatemala, Carl Scherzer, tuvo acceso al Manuscrito de JimĂ©nez, y lo publicĂł en 1857 en Viena.Ese mismo año el abate francĂ©s Charles Etienne Brasseur de Bourbourg, llevĂł el Manuscrito a ParĂ­s y lo publicĂł en francĂ©s en 1861. A la muerte de Brasseur el Manuscrito pasĂł a manos de Alphonse Pinart, quien luego lo vendiĂł por 10.000 francos.En 1887 Edward Everett Ayer lo adquiriĂł en una subasta. Luego lo donĂł a la biblioteca de la Universidad de Newberry, en Chicago, donde aĂșn se encuentra.La primera ediciĂłn moderna del Popol Vuh es de 1947 y su traductor es AdriĂĄn Recinos.

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Informations

Éditeur
Linkgua
Année
2010
ISBN
9788498976250
Segunda parteCapĂ­tulo I
Ahora diremos tambiĂ©n el nombre del padre de HunahpĂș e IxbalanquĂ©. Dejaremos en la sombra su origen, y dejaremos en la oscuridad el relato y la historia del nacimiento de HunahpĂș e IxbalanquĂ©. Solo diremos la mitad, una parte solamente de la historia de su padre.
He aquĂ­ la historia. He aquĂ­ el nombre de Hun-HunahpĂș, asĂ­ llamado. Sus padres eran Ixpiyacoc e IxmucanĂ©. De ellos nacieron, durante la noche,39 Hun-HunahpĂș y Vucub-HunahpĂș, de Ixpiyacoc e IxmucanĂ©.40
Ahora bien, Hun-HunahpĂș habĂ­a engendrado y tenĂ­a dos hijos, y de estos dos hijos, el primero se llamaba Hunbatz y el segundo HunchouĂ©n.41
La madre de Ă©stos se llamaba Ixbaquiyalo, asĂ­ se llamaba la mujer de Hun-HunahpĂș. Y el otro Vucub-HunahpĂș no tenĂ­a mujer, era soltero.
Estos dos hijos, por su naturaleza, eran grandes sabios y grande era su sabidurĂ­a; eran adivinos aquĂ­ en la tierra, de buena Ă­ndole y buenas costumbres. Todas las artes les fueron enseñadas a Hunbatz y HunchouĂ©n, los hijos de Hun-HunahpĂș. Eran flautistas, cantores, tiradores con cerbatana, pintores, escultores, joyeros, plateros: esto eran Hunbatz y HunchouĂ©n.42
Ahora bien, Hun-HunahpĂș y Vucub-HunahpĂș se ocupaban solamente de jugar a los dados y a la pelota todos los dĂ­as; y de dos en dos se disputaban los cuatro cuando se reunĂ­an en el juego de pelota.
AllĂ­ venĂ­a a observarlos el Voc,43 el mensajero de HuracĂĄn, de Chipi-CaculhĂĄ, de Raxa-CaculhĂĄ; pero este Voc no se quedaba lejos de la tierra, ni lejos de XibalbĂĄ;44 y en un instante subĂ­a al cielo al lado de HuracĂĄn.
Estaban todavía aquí en la tierra cuando murió la madre de Hunbatz y Hunchouén.
Y habiendo ido a jugar a la pelota en el camino de Xibalbå, los oyeron Hun-Camé y Vucub-Camé, los señores de Xibalbå.
—¿QuĂ© estĂĄn haciendo sobre la tierra? ÂżQuiĂ©nes son los que la hacen temblar y hacen tanto ruido? ÂĄQue vayan a llamarlos! ÂĄQue vengan a jugar aquĂ­ a la pelota, donde los venceremos! Ya no somos respetados por ellos, ya no tienen consideraciĂłn ni miedo a nuestra categorĂ­a, y hasta se ponen a pelear sobre nuestras cabezas —dijeron todos los de XibalbĂĄ.
Enseguida entraron todos en consejo. Los llamados Hun-Camé y Vucub-Camé eran los jueces supremos. A todos los señores les señalaban sus funciones Hun-Camé y Vucub-Camé y a cada uno le señalaban sus atribuciones.
Xiquiripat y Cuchumaquic, eran los señores de estos nombres. Estos son los que causan los derrames de sangre de los hombres.
Otros se llamaban Ahalpuh y Ahalganå, también señores. Y el oficio de éstos era hinchar a los hombres, hacerle brotar pus de las piernas y teñirles de amarillo la cara, lo que se llama Chuganal. Tal era el oficio de Ahalpuh y Ahalganå.
Otros eran el señor Chamiabac y el señor Chamiaholom, alguaciles de Xibalbå, cuyas varas eran de hueso. La ocupación de éstos era enflaquecer a los hombres hasta que los volvían solo huesos y calaveras y se morían y se los llevaban con el vientre y los huesos estirados. Tal era el oficio de Chamiabac y Chamiaholom, así llamados.
Otros se llamaban el señor Ahalmez y el señor Ahaltocob. El oficio de éstos era hacer que a los hombres les sucediera alguna desgracia, ya cuando iban para la casa, o frente a ella, y que los encontraran heridos, tendidos boca arriba en el suelo y muertos. Tal era el oficio de Ahalmez y Ahaltocob, como les llamaban.
Venían enseguida otros señores llamados Xic y Patån, cuyo oficio era causar la muerte a los hombres en los caminos, lo que se llama muerte repentina, haciéndoles llegar la sangre a la boca hasta que morían vomitando sangre. El oficio de cada uno de estos señores era cargar con ellos, oprimirles la garganta y el pecho para que los hombres murieran en los caminos, haciéndoles llegar [la sangre] a la garganta cuando caminaban. Este era el oficio de Xic y Patån.
Y habiĂ©ndose reunido en consejo, trataron de la manera de atormentar y castigar a Hun-HunahpĂș y a Vucub-HunahpĂș. Lo que deseaban los de XibalbĂĄ eran los instrumentos de juego de Hun-HunahpĂș y Vucub-HunahpĂș, sus cueros,45 sus anillos, sus guantes, la corona y la mĂĄscara,46 que eran los adornos de Hun-HunahpĂș y Vucub-HunahpĂș.
Ahora contaremos su ida a XibalbĂĄ y cĂłmo dejaron tras de ellos a los hijos de Hun-HunahpĂș, Hunbatz y ChouĂ©n, cuya madre habĂ­a muerto.
Luego diremos cĂłmo Hunbatz y HunchouĂ©n fueron vencidos por HunahpĂș e lxbalanquĂ©.
CapĂ­tulo II
Enseguida fue la venida de los mensajeros de Hun-Camé y Vucub-Camé.
—Id —les dijeron, Ahpop Achih—,47 id a llamar a Hun-HunahpĂș y Vucub-HunahpĂș. «Venid con nosotros —les dirĂ©is—. Dicen los señores que vengĂĄis.» Que vengan aquĂ­ a jugar a la pelota con nosotros, para que con ellos se alegren nuestras caras, porque verdaderamente nos causan admiraciĂłn. AsĂ­, pues, que vengan —dijeron los señores—. Y que traigan acĂĄ sus instrumentos de juego, sus anillos, sus guantes, y que traigan tambiĂ©n sus pelotas de caucho —dijeron los señores—. «Venid pronto, les dirĂ©is» —les fue dicho a los mensajeros.
Y estos mensajeros eran bĂșhos: Chabi-Tucur...

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