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El secreto de la paz personal
Billy Graham
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El secreto de la paz personal
Billy Graham
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La gente estĂĄ buscando respuestas a la confusiĂłn, la enfermedad moral y el vacĂo espiritual que oprime al mundo. Todos estamos clamando por direcciĂłn, por consuelo, por paz. ÂżHay alguna salida para nuestro dilema? ÂżPodemos verdaderamente encontrar paz con Dios? ÂĄSĂ! Pero sĂłlo si la buscamos en el lugar correcto.
El secreto de la paz personal incluye verdades bĂblicas confiables por el renombrado evangelista, doctor Billy Graham, haciendo de este libro un regalo perfecto para evangelismo o alcance. El secreto de la paz personal ofrece una mirada en cĂłmo vivir la vida en la plenitud de Dios.
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Ministerio cristiano1
LA GRAN BĂSQUEDA
LA GRAN BĂSQUEDA
Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de
todo vuestro corazĂłn.
  âJEREMĂAS 29.13
todo vuestro corazĂłn.
  âJEREMĂAS 29.13
USTED COMENZĂ la Gran BĂșsqueda el momento en que naciĂł. QuizĂĄs pasaron muchos años hasta que lo comprendiĂł, antes de que fuera evidente que estaba constantemente en busca de algo que jamĂĄs habĂa tenido, algo que era mĂĄs importante que cualquier cosa en la vida.
A veces ha tratado de olvidar la bĂșsqueda. A veces ha intentado perderse en otras cosas para que solo le quede tiempo y pensamientos para el asunto que tiene a mano. A veces quizĂĄs hasta ha sentido que ya es libre de la necesidad de seguir buscando ese algo sin nombre. Pero siempre se ha visto envuelto de nuevo en la bĂșsqueda. Siempre ha tenido que volver a ella.
NO ESTĂ SOLO
En los momentos mĂĄs solitarios de su vida usted ha mirado a otros hombres y mujeres y se ha preguntado si ellos tambiĂ©n estĂĄn buscando, si estĂĄn buscando algo que no pueden describir pero saben que quieren y necesitan. QuizĂĄs al mirarlos pensĂł: Estas personas ya no estĂĄn en la Gran BĂșsqueda. Han encontrado el camino.
ÂĄNo es cierto! Usted no estĂĄ solo. Todas las personas estĂĄn viajando con usted, porque todas estĂĄn en la misma bĂșsqueda. Todas las personas buscan la respuesta a la confusiĂłn, a la enfermedad moral, al vacĂo espiritual que oprime al mundo. Todos estamos clamando por orientaciĂłn, por consolaciĂłn, por felicidad, por paz.
Nos dicen que vivimos en la «edad de la ansiedad». Pocas veces en la historia las personas se han enfrentado a tanto temor e incertidumbre. Todos los apoyos familiares parecen haber caĂdo derribados debajo de nosotros. Hablamos de paz pero nos confronta la guerra y el terrorismo a cada instante. Inventamos proyectos elaborados para la seguridad pero no la hemos hallado. Nos tomamos de cualquier cosa, y al momento desaparece.
Por generaciones, hemos estado corriendo como niños asustados, primero por un callejón oscuro y luego por otro. Y cada vez que esto ha pasado nos hemos dicho: Este camino es el correcto; esto nos llevarå a donde queremos ir. Pero siempre hemos estado equivocados.
LA ILUSIĂN DE LA FELICIDAD
Todos reconocemos que el mundo ha cambiado de manera radical en los Ășltimos cien años. Estamos al tanto de su ritmo acelerado, del espĂritu de revoluciĂłn que estĂĄ arrasando con las barreras establecidas y las tradiciones, la rapidez con la que el idioma, las modas, las costumbres, las viviendas y nuestra manera de vivir y pensar se alteran.
Nuestro mundo materialista sigue apresurado en su eterna bĂșsqueda de la felicidad. Sin embargo, mientras mĂĄs conocimiento adquirimos, menos sabidurĂa parecemos tener. Mientras mĂĄs seguridad econĂłmica tenemos, mĂĄs aburridos e inseguros nos sentimos. Mientras mĂĄs disfrutamos de los placeres cotidianos, menos satisfechos y contentos estamos con la vida. Somos como un mar inquieto que lanza sus olas hacia un poco de paz aquĂ y un poco de placer allĂĄ pero sin hallar un lugar donde quedarnos que sea permanente y satisfactorio. Pero dentro de nosotros una pequeña voz nos sigue diciendo: No tiene por quĂ© ser asĂ; nos hicieron para cosas mejores. Tenemos la sensaciĂłn de que en algĂșn lugar debe haber una fuente que contenga una felicidad que haga que la vida valga la pena. A veces sentimos que la hemos obtenido, solo para darnos cuenta luego de que es evasiva y nos deja desilusionados, atolondrados, infelices y todavĂa buscando.
Hay dos clases de felicidad. Una nos llega cuando las circunstancias son placenteras y estamos relativamente libres de problemas. El inconveniente con esta clase de felicidad es que es fugaz y superficial. Cuando las circunstancias cambian, y esto es inevitable, esta clase de felicidad se evapora como la neblina de la mañana en el calor del mediodĂa.
Pero hay otra clase de felicidad, la que todos hemos estado anhelando y buscando. Esta segunda clase de felicidad es paz y gozo internos y duraderos que sobreviven a cualquier circunstancia. Es una felicidad que perdura, no importa lo que enfrentemos. Es curioso, pero puede que aumente en la adversidad.
A la felicidad que nuestro corazĂłn desea no la afecta ni el Ă©xito ni el fracaso, mora muy adentro de nosotros y nos da paz y contentamiento interiores, no importa cuĂĄl sea el problema en la superficie. Es el tipo de felicidad que no necesita ningĂșn estĂmulo exterior.
Esta es la clase de felicidad que necesitamos. Esta es la felicidad por la que nuestras almas claman y buscan sin descanso.
ÂżHay esperanza de obtener esta clase de felicidad? ÂżHay alguna salida de nuestro dilema? ÂżPodremos hallar la paz personal?
ÂĄSĂ! Pero solo si la buscamos donde la debemos buscar.
2
NUESTRO DILEMA
NUESTRO DILEMA
Mira, oh Jehovå, estoy atribulado, mis entrañas
hierven. Mi corazĂłn se trastorna dentro de mĂ.
âLAMENTACIONES 1.20
hierven. Mi corazĂłn se trastorna dentro de mĂ.
âLAMENTACIONES 1.20
MI ESPOSA, RUTH, y yo en una ocasiĂłn visitamos una isla del Caribe. Uno de los hombres mĂĄs ricos del mundo nos invitĂł a su lujosa casa para almorzar. TenĂa setenta y cinco años, y a travĂ©s de la comida pareciĂł estar a punto de llorar.
«Soy el hombre mĂĄs miserable del mundoâdijoâ. Afuera estĂĄ mi yate. Puedo ir donde quiera. Tengo un aviĂłn privado, varios helicĂłpteros. Lo tengo todo. Tengo lo que se necesita para ser feliz. Y sin embargo, me siento muy mal».
HablĂ© y orĂ© con Ă©l, y tratĂ© de dirigirlo hacia Cristo, el Ășnico que le da un significado duradero a la vida.
Entonces bajamos la colina hacia la pequeña cabaña en la que estĂĄbamos. Esa tarde el pastor de la iglesia local nos fue a visitar. Era inglĂ©s, y tenĂa la misma edad que el hombre con quien habĂamos almorzado: setenta y cinco años. Era viudo, y pasaba casi todo el tiempo libre cuidando de sus dos hermanas invĂĄlidas. Me recordaba a un grillo: siempre saltando, muy activo y lleno de entusiasmo y amor por Dios y los demĂĄs.
«No tengo ni dos pesos a mi nombreâme dijo con una sonrisaâ, pero soy el hombre mĂĄs feliz de esta isla».
«¿Cuål de los dos hombres crees que e...