María si fuéramos como tú
eBook - ePub

María si fuéramos como tú

José Kentenich

Share book
  1. 260 pages
  2. Spanish
  3. ePUB (mobile friendly)
  4. Available on iOS & Android
eBook - ePub

María si fuéramos como tú

José Kentenich

Book details
Book preview
Table of contents
Citations

About This Book

Pláticas del Padre José Kentenich en Milwaukee, Estados Unidos, en el que nos da a conocer a María como educadora y nos explica de manera sencilla la alianza de amor.

Frequently asked questions

How do I cancel my subscription?
Simply head over to the account section in settings and click on “Cancel Subscription” - it’s as simple as that. After you cancel, your membership will stay active for the remainder of the time you’ve paid for. Learn more here.
Can/how do I download books?
At the moment all of our mobile-responsive ePub books are available to download via the app. Most of our PDFs are also available to download and we're working on making the final remaining ones downloadable now. Learn more here.
What is the difference between the pricing plans?
Both plans give you full access to the library and all of Perlego’s features. The only differences are the price and subscription period: With the annual plan you’ll save around 30% compared to 12 months on the monthly plan.
What is Perlego?
We are an online textbook subscription service, where you can get access to an entire online library for less than the price of a single book per month. With over 1 million books across 1000+ topics, we’ve got you covered! Learn more here.
Do you support text-to-speech?
Look out for the read-aloud symbol on your next book to see if you can listen to it. The read-aloud tool reads text aloud for you, highlighting the text as it is being read. You can pause it, speed it up and slow it down. Learn more here.
Is María si fuéramos como tú an online PDF/ePUB?
Yes, you can access María si fuéramos como tú by José Kentenich in PDF and/or ePUB format, as well as other popular books in Theology & Religion & Marian Theology. We have over one million books available in our catalogue for you to explore.

Information

Year
2010
ISBN
9789567598656



mta3.webp

Capítulo VI
Nuestra Alianza
de Amor con
María

La esencia de la
Alianza
No es nueva para nosotros la expresión "alianza de amor", pero puede ser que sólo intuimos débilmente su profundo contenido. Introduciéndonos por unos instantes en su sentido, queremos ocuparnos de su significado dentro del plan del mundo.
¿Cuál es el sentido de la creación? ¿Para qué existen plantas y animales, montes y colinas, sol y estrellas, todas las creaturas animadas e inanimadas? Por un amor sin límites. Dios les ha dado el ser y su tarea es alabar su amor, su sabiduría y poder, y toda creatura irracional lo hace con perfección. El Benedicite, el himno de los tres jóvenes en el horno, es un canto a la creación, un magnífico canto de alabanza. Si el sentido de toda la creación es la alabanza a Dios, la glorificación de Dios, entonces el hombre, corona de la creación, debe tomar parte en forma eminente en la glorificación de Dios. La alabanza del hombre a Dios debe tener una forma especial, tal como él la quiere: "Dios ha creado al hombre para sellar con él una alianza de amor".
Una alianza es un contrato, un pacto mutuo; por lo tanto se requieren dos para contraerla. Además es necesaria cierta igualdad en los contrayentes. Sin embargo, el anhelo de alianza pide a la vez una cierta desigualdad.

Igualdad y desigualdad
en la alianza
Un hombre no puede sellar ningún contrato con un animal, pues ambas partes deben ser "capaces del contrato". Un animal, que no puede considerar como propiedad suya "la libre voluntad", no puede sellar alianza con otro ser. La igualdad de los contrayentes es, por lo tanto, fundamento para sellar una alianza.
La desigualdad de las partes es fundamental para la necesidad de complementación de los contrayentes. Los contrayentes de una alianza se comprometen a determinada complementación. Pensemos, por ejemplo, en un contrato de compra y venta. Comprador y vendedor, en cierto sentido, se complementan; no sólo son capaces de complementación, sino también están necesitados de tal complementación y así intercambian objetos y dinero; cada uno da lo que el otro necesita y pide.
Pensemos también en un contrato matrimonial; hombre y mujer pueden y deben complementarse; hay un mutuo obtenerse lo necesario. Uno necesita al otro para complementarse. Hombre y mujer son «capaces de alianza» porque son capaces de complementación y necesitados de ella. Por lo tanto, estas condiciones antes citadas son necesarias para toda alianza.

La alianza con Dios
¿Cómo se da esto en relación a nuestra alianza con Dios? ¿Son ambos contrayentes posibles y capaces de sellar una alianza? ¿Encontramos en ambos contrayentes la igualdad y desigualdad, fundamentos de "capacidad de complementación" y "necesidad de comple-mentación"? ¿En qué son Dios y el hombre semejantes y en qué diferentes? ¿Qué otro tipo de alianza puede darse?
En el relato de la creación se lee: "Y dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza..." Dios dio al hombre un alma inmortal, un alma espiritual; el hombre es también espíritu como lo es Dios, con ambas facultades: entendimiento y voluntad. En este sentido, el hombre tiene una cierta semejanza con Dios. El alma en gracia es más propiamente imagen de Dios; ella toma parte de la vida divina creada. La gracia santificante no es otra cosa que ese tomar parte en la vida divina.
Que somos desiguales no es necesario demostrarlo demasiado. No somos dioses. Dios es el «Increado», nosotros, sus creaturas. Él es el «Infinito», nosotros, seres limitados. Él es la «perfección». ¡Cuánto experimentamos nosotros nuestra imperfección! Por lo tanto, hay igualdad, o mejor, semejanza y también desigualdad y así somos capaces de alianza. El hombre está también necesitado de alianza; no puede existir ni un instante sin Dios; no puede respirar ni una vez, ni hacer un movimiento de mano sin Dios. Pero Dios no está necesitado de alianza, no nos necesita, es perfectamente feliz sin nosotros. Sin embargo, él está dispuesto a hacer alianza y la quiere; quiere sellar una alianza con el hombre. Para eso nos creó. La tarea del hombre es sólo "responder al llamado de alianza de Dios".

Tipos de alianza
La alianza, a la que Dios llama al hombre y a la cual éste le responde, no es una alianza cualquiera sino una "alianza de amor".
¿Qué otro tipo de alianza puede haber?
Puede haber una alianza de derecho. Dios, que nos ha creado y conserva, posee todos los derechos de Creador sobre nosotros. Puede hacer con nosotros lo que quiera ya que él nos ha creado y las obras pertenecen a su autor. Si nosotros creamos algo, fabricamos algo, bien podemos hacer con ésa, nuestra obra, lo que queremos. Ahora, si nuestra obra se sublevara contra nosotros, ¿qué querríamos hacer con ella? Justamente eso es lo que el hombre, la creatura, ha hecho frente a su Creador.
Si hacemos una comparación con una alianza de derecho en la vida diaria, por ejemplo, un contrato de compra-venta, tenemos que reconocer que por una ruptura a este contrato, necesariamente se sigue un juicio y que la culpa debe ser castigada.
Sí, nuestra alianza con el Creador es también una Alianza de derecho. Pero si fuera sólo una alianza de derechos, mal lo pasaríamos los seres humanos. ¡Cuántas veces nos hemos rebelado frente al Creador! Por cierto, somos creaturas limitadas, incapaces de satisfacer al Creador infinito. Con temblor rezamos en la secuencia de difuntos:

¿Qué he de decir entonces yo, miserable?
¿A qué valedor acudiré cuando aún el justo
penas estará seguro?

Rey de terrible majestad
que a los que se han de salvar
los salvas gratuitamente,
sálvame, fuente de bondad.

Gimo como reo; la culpa ruboriza mi cara.
Perdona, Señor, al que te lo suplica.
Mis plegarias no son dignas,
pero tú, muéstrate compasivo
para que no arda yo en el fuego eterno.
Tendríamos muchos motivos para temer ante el ‘Rey de tremenda majestad’ si nuestra alianza fuera sólo de derecho. Pero nuestra alianza es también una alianza de confianza. Creemos que a pesar de lo mucho que lo hemos ofendido, sin embargo, todavía se preocupa y nos deja perdernos.
Por eso cantamos en la secuencia:

Al buscarme, fatigado te sentaste;
me redimiste sufriendo en la cruz;
que no sea vano tanto trabajo.

Tú que perdonaste a María Magdalena
y oíste al buen ladrón,
y a mí mismo me diste esperanza...

En todas las preocupaciones de la vida diaria nos volvemos confiados al buen Dios y esperamos de él todo cuanto necesitamos.
Pero, además, podemos decir con justicia que Dios tiene también confianza en nosotros. Nos confía sus bienes naturales y sobrenaturales, y confía en que no abusaremos de ellos. De esta manera la relación de confianza es mutua.
La confianza en la alianza está fundada en nuestra fe en el poder, en la fidelidad y en el amor de Dios. El puede ayudarnos porque tiene el poder para hacerlo; él nos debe ayudar porque es el infinitamente fiel y no sólo nos ha llamado sino, aun más, nos ha invitado a abandonarnos en él ciegamente. Él quiere ayudarnos porque nos ama. Con amor eterno, nos ha creado. Con amor eterno nos ha amado. Con amor eterno nos conserva y dirige.
Nuestra alianza es, en primer lugar, alianza de amor. Tiene su origen en Dios y su fin es hacernos volver al hogar, al Dios de amor. Ruth Schaumann dice en forma tan hermosa, en un canto de atardecer, del que tomamos casi sólo las terminaciones de algunas estrofas.

...A amar hemos venid,
para amar estamos.

... Para amar estamos en la tierra
para pasar amando.

... Amor, elévanos del suelo
y guíanos en amor al hogar.

Procedemos del amor y nuestro fin es el Amor. El camino hacia ese fin es el camino de la alianza de amor y de fidelidad.
Quisiéramos meditar la Sagrada Escritura, en el Antiguo o en el Nuevo Testamento o mirar en nuestra propia historia de vida. Sagrada Escritura e historia de vida son historias de alianza, de alianza de amor.

La alianza de amor en el Paraíso
Recordemos que Dios creó a la humanidad para una alianza. ¿Cómo era esta alianza divina? ¿Cuál era el contenido de este contrato bilateral entre Dios y el hombre? Podemos imaginarnos que Dios dijo a Adán y Eva más o menos lo siguiente: Someted la tierra. Yo pongo toda la tierra a vuestra disposición. Podéis hacer con ella lo que queráis. Sólo una cosa no podéis hacer: no podéis comer de este árbol...
Dios, el contrayente eterno de la alianza, los dotó ricamente de todos sus bienes. De bienes sobrenaturales: tomar parte de su vida divina; de sus bienes preternaturales: estar libres de la muerte, de enfermedades y de la concupiscencia, de las gracias de un claro entendimiento y de una fuerte voluntad. Como contrapartida, exigía de sus contrayentes sólo una cosa: Vosotros debéis reconocerme como a Dios. Vosotros debéis reconoceros dependientes de mí... Como expresión de esta dependencia, Adán y Eva debían solamente acatar un mandato: de este árbol no debían comer.
Alegre, Adán y Eva entraron en esta alianza. Eran felices en el Paraíso, sentían el amor del Padre, su preocupación, su protección. Como auténticos hijos se sentían dependientes de ese Padre y, a cambio, le entregaban gustosos su amor.
Y luego vino el demonio, el seductor que envidiaba el amor de Dios al hombre; envidiaba toda su felicidad; reflexionaba cómo destruirla. ¿Cómo podría hacerlo? Quería seducir a Adán y a Eva; no debían atenerse a la condición puesta por Dios. Debían llegar a ser libres de Dios, no más dependientes de él.
Adán y Eva cayeron; rompieron el vínculo con Dios. La alianza se rompió. Pronto reconocieron su gran falta y amargos remordimientos les pesaron.
El Dios bueno, en su infinita misericordia y fidelidad, no podía condenar a muerte eterna al hombre que él había creado y que amaba. El hombre lo había ofendido gravemente, a pesar de que él sólo le había dado amor y bondad. Infiel y orgulloso, el hombre había r...

Table of contents