Por qué comes como comes
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Por qué comes como comes

Victoria Lozada, Carlos Moratilla

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Por qué comes como comes

Victoria Lozada, Carlos Moratilla

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Se come más de lo que se necesita. Se come menos de lo que se necesita. Se comen alimentos que no hacen falta y faltan alimentos imprescindibles. Se come de manera obsesiva.Se come para olvidar. Se come para no enfermar. Se come por ansiedad, por costumbre… Tenemos una relación con la comida muy particular, y el comportamiento de las personas frente a la alimentación tiene mucho que aportar en la comprensión de este fenómeno.Sin caer en planteamientos y afirmaciones bienintencionados y cargados de buen marketing, pero vacíos de contenido y veracidad, Por qué comes como comes nos explica con rigor científico e información veraz por qué alimentarse es algo más que comer. A partir de los descubrimientos más recientes en torno a la psicología y la nutrición, los autores proponen soluciones simples a problemas complejos. Porque comer va mucho más allá del hecho de nutrirse. De ese "mucho más" trata este libro.

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Information

Publisher
Plataforma
Year
2020
ISBN
9788417886646

1. Instrucciones de uso

El libro que tienes en tus manos y que a continuación te presentamos es el resultado de muchas horas de trabajo, de muchas historias y experiencias diversas que han sucedido detrás de la puerta de la consulta de nutrición y de psicología. Y, sobre todo, de un trabajo en equipo desde ambas disciplinas, que, tras un diálogo que no ha cesado a lo largo de estos últimos años, nos ha permitido obtener una visión privilegiada del fenómeno de la alimentación, así como de las causas y las consecuencias que se derivan de alimentarse de una manera u otra.
Como vas a ver a lo largo de estas páginas, la psicología como disciplina científica que estudia el comportamiento de las personas tiene mucho que aportar en la comprensión del fenómeno de la alimentación, pues comer no deja de ser un comportamiento como cualquier otro que responde exactamente a las mismas leyes.
Asimismo, la alimentación –la nutrición en cuanto ciencia realmente– se ve enriquecida cuando considera la psicología como su hermana. Esto sucede al unirnos en calidad de profesionales que pueden –y deben– trabajar juntos de manera integrada para encontrar un camino que sea coherente y adaptado a quienes lo necesiten. Recordando siempre que somos seres humanos que precisan nutrientes, pero sin olvidar que aspectos tales como dónde ingerimos esos nutrientes, con quién, en qué circunstancias y cómo nos sentimos cuando lo hacemos pueden importar igual –o más– en ciertos momentos que los propios nutrientes.
Históricamente, el fenómeno de la alimentación ha sido abordado desde disciplinas como la medicina o incluso la antropología y se ha dejado la dietética y la nutrición –y, en menor medida, la psicología– relegadas a un segundo plano, salvo en el caso de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), donde la psicología sí que ha generado un cuerpo de conocimientos muy abundante y ha ocupado un lugar adecuado para su abordaje. Sin embargo, hoy en día seguimos teniendo una sanidad desnutrida en la que la figura de la dietista nutricionista no existe y, por tanto, no puede aportar los conocimientos y las herramientas que esta disciplina ha ido generando sin cesar a lo largo de los últimos años y cuyo valor, por su calidad e importancia, es inmenso.
La psicología, por su parte, además de los abundantes conocimientos y herramientas que ha ido produciendo en relación con los TCA, puede aportar –y, de hecho, aporta– su metodología y cuerpo teórico no solo para generar estrategias sanitarias que ayuden a las personas a mantener una relación con la alimentación más sana y saludable, sino también para comprender el fenómeno de la alimentación de forma completa, asumiendo su complejidad y teniendo en cuenta los distintos factores que inciden sobre ella.
Porque alimentarse es un comportamiento ciertamente complejo que va más allá de la acción misma de nutrirse. Y es que en torno a la alimentación intervienen cuestiones tan trascendentes como la cultura, la biología o aspectos socioeconómicos que van a propiciar que una persona mantenga una relación particular con la comida.
También se convierte en un fenómeno complejo si tenemos en cuenta que en dicha ecuación interviene un elemento central y muy particular como es la persona que realiza el acto de comer. Así pues, el sujeto dificulta la ecuación porque el acto de comer estará influido por la historia de aprendizaje que haya desarrollado, esto es, por su estilo de vida, su personalidad o su relación con el mundo y consigo mismo.
El resultado es un acto –una relación con la comida– que es único e irrepetible como única e irrepetible es la persona que lo lleva a cabo.
¿Cómo podemos entonces siquiera pensar que no vayan unidas estas dos disciplinas, ciencias y prácticas, etcétera? ¿Cómo pretendemos tratar a un ser humano como si fuera una cosa aislada? ¿Cómo se explica que nosotros mismos ignoremos, a veces, la estrecha y gran relación que entablan cuerpo y mente? Deberíamos considerar que cuanto somos es un conjunto de experiencias, memorias, creencias, miedos, emociones, conocimientos, pensamientos, juicios y –claro, cómo no– órganos, enzimas y hormonas, sí, las cuales se hallan en comunicación con esas experiencias y memorias. Somos todo eso, somos esa relación, esa conexión, y mucho más. De ahí que pensar que solo enfocándonos en una de estas partes vayamos a aprender a comer, a vivir, a mantener una relación coherente con nuestra ingesta de comida, con nuestro cuerpo, sea un planteamiento ciertamente corto de miras.
Aun así, puesto que la alimentación es un fenómeno complejo, hemos pretendido respetar y cuidar la rigurosidad de los planteamientos que vamos a realizar a lo largo de este libro. Pensamos firmemente que en cuestiones de salud es preferible avanzar despacito y sin perder el rigor científico que caer, como tantas veces se cae en un campo como este, en planteamientos y afirmaciones bienintencionados y cargados de buen marketing, pero vacíos de contenido y veracidad.
Este escenario suele darse más de lo que nos gustaría, tanto en libros de renombre como en medios de comunicación, redes sociales, dietas de paso y de moda o en simples corrientes que parecen compendiar sus propuestas en recetarios milagrosos. Por mucho que nos fascine la sola posibilidad de que, gracias a estos métodos, no existiera ya nadie que mantuviera una relación tormentosa con la alimentación, ni con su imagen ni con su nutrición, tal cosa aún no existe. Porque no existe la magia en la ciencia de la nutrición, no hay una verdad absoluta ni generalista que sea aplicable a todos –aunque afirmar esto ya sea una verdad absoluta como tal– ni una fórmula que funcione para todo el mundo. Sin embargo, intentaremos brindar los planteamientos más sensatos que conocemos y –según nuestro criterio profesional– explicar cómo funcionan las cosas y por qué o para qué resulta importante considerar ciertos detalles a la hora de embarcarse en este viaje.
Así es como vamos a avanzar por este libro y tal es nuestra forma de trabajar en la consulta.
En definitiva, disponemos de los conocimientos más actuales procedentes de estas dos disciplinas y proponemos soluciones lo más simplificadas posibles a problemas que a veces son complejos. Pero lo más importante es que poder trabajar en contextos de salud supone no perder de vista la asunción de ciertos valores que, como comentábamos, también forman parte de este libro: la honestidad, el compromiso con la información veraz y el no dejarse llevar por propuestas basadas en soluciones rápidas y, muchas veces, vacías de contenido, que, al ser ofrecidas, reducen la angustia del profesional que las propone por encima del hecho de que sean de utilidad a medio o largo plazo.
Por eso, en este primer apartado queremos avisarte de que a lo largo de estas páginas no vas a encontrar un recetario al uso para perder peso ni un conjunto de indicaciones para pensar en positivo. Ni tampoco vamos a tratar de convencerte de que perder peso (o ganarlo) consiste en un proceso sencillo que no requiere nada más que tener fuerza de voluntad. Lamentamos decirlo, pero las cosas a veces no son tan sencillas e implican esfuerzo y dedicación. Y aunque el resultado –tu salud y bienestar– merezca mucho la pena, no sería honesto por nuestra parte venderte una realidad que no existe o un positivismo ilusorio de escaso provecho.
Tampoco sería demasiado responsable lanzar mensajes generalistas sobre qué debes hacer con tu alimentación, con la relación que entablas con la comida o sobre el mejor modo de acabar con el malestar emocional que puedas experimentar en este momento. Al fin y al cabo, cada persona, cada sapiens sapiens, es única debido a que, como mínimo, todos nosotros tenemos una historia de aprendizaje propia y unívoca, lo cual provoca que nuestra forma de comportarnos en el mundo, de pensar y de sentir sea algo único más allá de nuestra condición común de seres humanos.
Así pues, proponer un recetario con posibles soluciones a problemas que son únicos es, cuando menos, atrevido si no conocemos de antemano –en el sentido más amplio del término– a la persona a la que van dirigidas esas pautas o recomendaciones.
Además –lo reconocemos–, pretendemos huir a propósito de algunas tendencias que se dan en nuestra sociedad y que precisamente suelen convertirse en factores importantes que nos predisponen hacia muchos de los problemas surgidos en la actualidad. Los abordaremos en este libro.
Vivimos en una sociedad con unas dinámicas que generan un caldo de cultivo ideal para la aparición de tendencias tales como la búsqueda de la perfección, de una exigencia desmedida, que, con frecuencia, se traduce en una marcada competitividad o en una inclinación cada vez más profunda hacia el individualismo. Buscamos satisfacer nuestras necesidades aquí y ahora, sin dejar, a menudo, un espacio a esa incertidumbre propia de la vida, además de mostrar cierta intolerancia a vivir de acuerdo con ese ritmo pausado y dedicado que todo proceso necesita para cumplirse.
Las prisas y la inmediatez son valores que impregnan nuestro mundo y que dificultan en ocasiones que podamos vivir una vida plena y equilibrada, lo que favorece, a su vez, que poco a poco nos convirtamos en individuos intolerantes al malestar, a la incertidumbre o a la misma frustración, pues pretendemos ante todo hallar soluciones inmediatas y aspiramos a la conquista de una ausencia ilusoria de molestia o incomodidad.
Por tanto, en la medida de lo posible, dentro del desarrollo de este libro y de lo que os vamos a ir proponiéndote, intentaremos escapar de ese solucionario propio del «ya-yo-aquí-ahora» y procuremos tener presente que muchas veces no se trata tanto de poner en marcha pautas concretas de comportamiento, sino de generar acciones que formen parte de unos valores generales que guíen y den sentido a nuestra actuación en el mundo. Todo ello a la vez que respetamos los tiempos, huimos de las prisas y tomamos conciencia de que, a pesar de las dificultades, de la incomodidad o el malestar creciente, merece la pena encaminarse hacia esa meta.
No obstante, y a pesar de esta ausencia de recetas nutricionales y psicológicas, sí que abordaremos, desde el punto de vista de la nutrición y de la psicología, cuáles son –a nuestro parecer– los factores principales que podrían empujarnos a mantener una relación inadecuada con la alimentación, ya sea porque se come en exceso, ya con escasez, por seleccionar unos alimentos frente a otros o porque se haga con una serie de funciones no dirigidas a nutrirse y saciar el hambre, sino a reducir o a escapar de la incomodidad que se genera al experimentar emociones desagradables.
Tenemos un amplio margen de maniobra para realizar mejoras en nuestra salud. La alimentación supone un pilar fundamental para contribuir a ella. Pero tan importante como comer bien es mantener una relación adecuada con el resto de las áreas de la vida para gozar de buena salud.
A sabiendas de que cooperar y unir fuerzas multiplica los beneficios de casi cualquier tarea en esta vida, este trabajo conjunto persigue concienciarte de la importancia de transitar el camino de la vida desde la flexibilidad y el cuidado propio en aras de obtener una existencia lo más plena posible.
Comencemos.

2. El trabajo en equipo

Hace mucho mucho tiempo un filósofo llamado Aristóteles nos dejó un planteamiento basado en la idea de que «el todo es más que la suma de las partes». Con ello se refería a que contemplar los hechos de una forma compleja y en su conjunto permite apreciar –y, por lo tanto, analizar y abordar– interacciones y procesos que serían difíciles de estudiar si se atendieran por separado.
Estudiar los elementos por separado y en un nivel de análisis reducido resulta un ejercicio tremendamente importante y útil. En la actualidad, las distintas ciencias generan su cuerpo de conocimiento de esta manera y, gracias a ello, el mundo evoluciona de forma incuestionable. Pero hemos querido traer a Aristóteles a colación para ejemplificar cómo el trabajo conjunto entre dos disciplinas próximas, como, por ejemplo, la psicología y la nutrición, puede permitirnos observar y estudiar un fenómeno dado –en este caso, la alimentación– desde una perspectiva más compleja y amplia que cuando se aborda de forma aislada.
Y es que no hay ninguna duda de que, cuando se suman fuerzas, los resultados cosechados son mucho más eficaces, también, por supuesto, más eficientes y, sin duda, mucho más completos.
No solo lo decimos nosotros porque seamos amigos y estemos escribiendo este libro, que también, sino porque la propia ciencia lo explica así y, de hecho, lo recomienda. Está comprobadísimo que un abordaje o tratamiento multidisciplinar –o, mejor aún, interdisciplinar, porque los profesionales no solo trabajan juntos, sino que se comunican entre sí– representa un éxito mayor, o es más eficiente, a la hora de investigar sobre las causas de una pérdida o ganancia de peso.
En el ámbito de las ciencias de la salud, conocemos la importancia del trabajo multidisciplinar. En los últimos años, ha adquirido cierta popularidad el término psiconutrición para hacer referencia al abordaje de cuestiones relacionadas con la alimentación desde, como mínimo, la mirada de la psicología y de la nutrición. Decimos «como mínimo» porque a este tándem pueden unirse otros profesionales que, sin duda, ayudarán a mejorar el estudio con su contribución: médicos, profesionales de la actividad física y el deporte, fisioterapeutas… No obstante, podríamos decir que son los profesionales de la nutrición y de la psicología las figuras más representativas en ese trabajo en equipo.
Desde el punto de vista de la psicología, comer es un acto. Esta disciplina entiende los actos o comportamientos como resultado de la interacción entre un organismo –en nuestro caso, una persona– y un ambiente determinado.
Esto que a priori podría sonar simplista esconde una maravillosa complejidad al poner de manifiesto que existen multitud de elementos o factores en juego para dar como resultado una acción –en este caso, comer–, además de una serie de efectos y consecuencias que se derivan de dicha acción y en los que profundizaremos en capítulos posteriores.
Desde la mirada de la nutricionista, también entendemos la acción de comer, o de alimentarnos, como un acto «voluntario», lo que contrasta con el concepto de nutrición, que sería más bien un proceso «involuntario» porque no decidimos cuántas enzimas usaremos a la hora de digerir determinado bolo alimenticio o cuánto tiempo pasará el quimo en el intestino. Eso lo decide nuestro cuerpo y no es nuestro trabajo.
A la hora de considerar esto, nos daremos cuenta de que hay muchas cosas que decidimos hacer –o no– al comer o al escoger, en cambio, no hacerlo y, sobre todo, también nos va a permitir entender que pueden darse bastantes factores que influyan en cómo vivimos la relación con nuestra alimentación, empezando por el hecho de que somos seres biopsicosociales.
Esto significa que el vínculo que entablamos con la comida es mucho más importante que las calorías obtenidas en el acto de comer, tal como a muchos les gusta verlo de forma reducida en sus teorías nutricionistas.
Lo sentimos, pero no compartimos semejante limitación. ¿Cómo podemos reducir solo a la obtención de calorías una diversidad de factores que se ponen en juego a la hora de llevar a cabo el acto de comer? ¿Cómo conseguimos olvidar que existen tantos factores determinantes de salud? ¿Cómo es posible que nos obsesionemos con uno solo? ¿Cómo...

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