Dios salve a los Sex Pistols
eBook - ePub

Dios salve a los Sex Pistols

Fred Vermorel, Judy Vermorel, Ibon Errazkin

Buch teilen
  1. 344 Seiten
  2. Spanish
  3. ePUB (handyfreundlich)
  4. Über iOS und Android verfügbar
eBook - ePub

Dios salve a los Sex Pistols

Fred Vermorel, Judy Vermorel, Ibon Errazkin

Angaben zum Buch
Buchvorschau
Inhaltsverzeichnis
Quellenangaben

Über dieses Buch

Publicado por primera vez en 1978, Dios salve a los Sex Pistolsfue el primer libro que alumbró, de manera documentada y precisa, la ascensión y disolución del grupo por antonomasia del punk británico que puso patas arriba la música popular y, de paso, la conservadora sociedad e industria musical de mediados de los setenta.Compuesto a modo de collage a partir de entrevistas con todos los miembros y exmiembros del grupo, familiares, amigos y colaboradores, el fascinante diario íntimo de la secretaria del polémico mánager Malcolm McLaren, extractos de la incendiaria prensa que vertió todo el odio y los prejuicios delestablishmentsobre la banda, y cartas de fans, entre otros materiales, el presente volumen es un originalísimo, poliédrico y vívido artefacto punk, aderezado con el material gráfico que creó para el grupo el inclasificable Jamie Reid y un buen número de fotografías. Como dicen los autores, este libro es «lo más cerca que estuvieron los Sex Pistols de contar su propia historia».

Häufig gestellte Fragen

Wie kann ich mein Abo kündigen?
Gehe einfach zum Kontobereich in den Einstellungen und klicke auf „Abo kündigen“ – ganz einfach. Nachdem du gekündigt hast, bleibt deine Mitgliedschaft für den verbleibenden Abozeitraum, den du bereits bezahlt hast, aktiv. Mehr Informationen hier.
(Wie) Kann ich Bücher herunterladen?
Derzeit stehen all unsere auf Mobilgeräte reagierenden ePub-Bücher zum Download über die App zur Verfügung. Die meisten unserer PDFs stehen ebenfalls zum Download bereit; wir arbeiten daran, auch die übrigen PDFs zum Download anzubieten, bei denen dies aktuell noch nicht möglich ist. Weitere Informationen hier.
Welcher Unterschied besteht bei den Preisen zwischen den Aboplänen?
Mit beiden Aboplänen erhältst du vollen Zugang zur Bibliothek und allen Funktionen von Perlego. Die einzigen Unterschiede bestehen im Preis und dem Abozeitraum: Mit dem Jahresabo sparst du auf 12 Monate gerechnet im Vergleich zum Monatsabo rund 30 %.
Was ist Perlego?
Wir sind ein Online-Abodienst für Lehrbücher, bei dem du für weniger als den Preis eines einzelnen Buches pro Monat Zugang zu einer ganzen Online-Bibliothek erhältst. Mit über 1 Million Büchern zu über 1.000 verschiedenen Themen haben wir bestimmt alles, was du brauchst! Weitere Informationen hier.
Unterstützt Perlego Text-zu-Sprache?
Achte auf das Symbol zum Vorlesen in deinem nächsten Buch, um zu sehen, ob du es dir auch anhören kannst. Bei diesem Tool wird dir Text laut vorgelesen, wobei der Text beim Vorlesen auch grafisch hervorgehoben wird. Du kannst das Vorlesen jederzeit anhalten, beschleunigen und verlangsamen. Weitere Informationen hier.
Ist Dios salve a los Sex Pistols als Online-PDF/ePub verfügbar?
Ja, du hast Zugang zu Dios salve a los Sex Pistols von Fred Vermorel, Judy Vermorel, Ibon Errazkin im PDF- und/oder ePub-Format sowie zu anderen beliebten Büchern aus Media & Performing Arts & Punk Music. Aus unserem Katalog stehen dir über 1 Million Bücher zur Verfügung.

Information

Verlag
Contra
Jahr
2021
ISBN
9788418282683

LOS COMIENZOS

ALAN EDWARDS: El rock se había vuelto muy aburrido. Yo llevaba muchísimo tiempo sin oír discos ni ir a conciertos por pura diversión. Solía ir a sitios como el Nashville, más que nada a beber y pasármelo bien. De hecho, el Nashville estaba al lado de mi casa. También iba al Marquee y al 100 Club. Pero creo que fue en el Nashville donde noté los primeros cambios. Los Sex Pistols tocaron allí, y también los Stranglers. Y eran totalmente diferentes a cualquier cosa que hubiera visto antes.
Es más, cuando fui a ver a los Pistols, me sentí como un verdadero viejo. Y eso que tenía veinte años, pero era como si tuviera cincuenta. Fue un auténtico shock. Me quedé escondido en una esquina, literalmente, bebiendo mi Double Diamond y preguntándome qué era aquello; toda esa peña con maquillajes increíbles, peleándose y montando broncas. Al verlos me replanteé por completo mi actitud. Era algo que me hizo revisar todas mis opiniones sobre la música y darme cuenta de que la música había sido parte importante de mi vida, pero hacía ya un par de años que no era así.
Así que el verano pasado empecé a currar con los Stranglers y a llevarles temas de publicidad. Y de repente, en octubre, aquello explotó y surgió toda una escena casi de la nada. Había grupos como los Vibrators, los Damned, los Clash, todos ellos formados en cuestión de semanas. De pronto había cincuenta grupos punk tocando en Londres, de la noche a la mañana. Pero no había ocurrido de un día para otro. Toda esta gente eran chavales que andaban por ahí muertos de aburrimiento y con la sensación de que no había nada que hacer...
P: ¿Cuándo notaste por primera vez que había llegado el punk?
TRACIE: Bueno, yo vivía en Bromley y solía salir con Siouxsie y Steve, Simon, Berlin, todos esos, y Simon fue a ver a los Sex Pistols cuando tocaron en una universidad de Bromley. Debió de ser uno de sus primeros conciertos, y volvió en plan: «Oye, he visto a un grupo, son muy buenos, son distintos a todo lo que hay» y todo ese rollo, ya sabes. Así que empezamos a ir a sus conciertos a sitios como el Nashville, y luego tocaron en El Paradise Club, un sitio del Soho que antes era un club de striptease. Y en mayo mi amigo Berlin montó una fiesta e invitó a los Pistols. Para entonces habíamos estado bastantes veces con ellos y ya los conocíamos un poco. Y se vinieron todos. Creo que esa fue la primera vez que los traté más como en plan social, no solo viéndolos como un grupo sobre el escenario.
P: ¿Recuerdas cómo reaccionaste la primera vez que los viste?
T: No sé. Estuve todo el rato mirando a Steve Jones; llevaba pegada una foto de dos tías desnudas en la guitarra y recuerdo que eso me chocó. Y también pensé que John estaba un poco loco, ¿sabes lo que te digo? Pero era todo muy enérgico, eso era lo bueno que tenían. Supongo que al principio no sabías ni qué pensar, porque John hacía cosas como insultar al público todo el rato y no paraba de decir tacos. Les fallaba el equipo, se rompían sillas, todo el rato así, y John se ponía a insultar a la gente, a tirarles cerveza, llamarles idiotas, en ese plan.
P: ¿Qué te parecía eso?
T: Pues me parecía muy bien. Pensé: coño, al menos alguien hace algo divertido, ¿sabes? Te reías un rato. Porque antes había grupos que me gustaban, pero ya no podía ir a verlos. Por ejemplo, con trece años me gustaba Alice Cooper, pero era imposible ir a verlo porque casi siempre estábamos sin un duro y él siempre tocaba en sitios enormes de Londres, y la entrada costaba un dineral. Eso era lo bueno de los Pistols, que sabías que nunca ibas a pagar mucho por verlos. Ibas allí, decías lo que querías, te vestías como te daba la gana y a nadie le importaba.
Al principio nos daban mucho la brasa los típicos jipis viejos que iban con camisetas en las que ponía «las drogas destruyen las flores» y «basta de gente viviendo en los planetas», ese rollo, y nos decían que los Pistols eran horribles y destructivos y que no deberíamos ir a verlos. Te intentaban convertir a ese rollo de paz y amor, pero lo único que conseguían era que nos gustaran más. Supongo que es porque eran diferentes, diferentes de todo lo que había. Fue el primer grupo punk de verdad. Antes de los Pistols no había nada así.
P: ¿Puedes contarme un poco cómo montasteis el grupo tú y Steve?
PAUL COOK: En realidad no fue cosa nuestra. Fue un tío que se llamaba Wally. Iba al mismo cole que nosotros y estábamos en el mismo curso. En el cole no tocábamos con nadie ni hacíamos nada. Él tenía interés en hacer algo y empezamos a ir a su casa, hacia el final, ya casi a punto de terminar el curso. Nos saltábamos las clases, íbamos a su casa y nos sentábamos en el jardín, lo típico. Su madre y su padre estaban fuera todo el día, y de todas formas les daba igual. En verano íbamos allí porque estaba cerca del cole y tomábamos el sol. Entonces aún no conocíamos a John, éramos yo, Steve, este Wally y un par de colegas nuestros. Creo que fue después de dejar el colegio; Wally tocaba la guitarra y dijo que montáramos un grupo.
Decidimos un poco lo que iba a hacer cada uno. Yo al principio no iba a estar en el grupo porque no tenía mucho interés, pero Steve consiguió una batería y Wally era el guitarrista. Había otro bajista y no sé quién más. Luego se dijo que Steve iba a ser el cantante y que yo tocaría la batería. Dije que sí. Para entonces Steve había aprendido a tocar un poco, así que me enseñó lo que sabía y empecé por ahí. Él iba a ser el cantante y empezó a tocar un poco la guitarra. Nos quedamos solo nosotros tres; yo, Steve y Wally. Y luego metimos a Glen, que curraba en la tienda, porque para entonces ya conocíamos a Malcolm.
GLEN MATLOCK: Llevaba como un año currando en la tienda de Malcolm, y Steve y Paul empezaron a ir por allí, fue Malcolm el que nos presentó. Steve y Paul tenían aquel equipo con el que no sabían qué hacer, y al final aprendieron a tocar. Fue así como empezaron. Luego se lo fueron tomando más en serio. Tenían un bajista que estaba casado y tenía un hijo y nunca iba a ensayar, ya sabes, lo de siempre. Fue entonces cuando los conocí. Yo estaba aprendiendo a tocar el bajo. Eso fue todo, en realidad. Empezamos a ensayar hace unos cuatro años, en el 73. Pero en los dos últimos años nos lo hemos tomado más en serio.
P: Me interesa eso de que todos ibais a la tienda y que de alguna forma ese fue el centro de todo. ¿Por qué os atraía la tienda?
STEVE JONES: ¿La tienda? Pues porque era distinta de todas las tiendas que había en King’s Road. Podías ir y quedarte por ahí sin que nadie te molestara. Porque si entrabas en Take Six, que estaba un poco más abajo, enseguida venían cinco tíos diciendo: «¿Puedo ayudarte?», «¿Quieres un traje?». Y de todas formas no se parecía en nada a Take Six, me refiero al escaparate. Solíamos ir allí porque tenían ropa en plan teddy boy. No era como estar en una tienda, era un sitio para pasar el rato, ¿me explico? Un sitio donde ibas y pasabas media hora, más que nada para ver a la gente que iba.
P: ¿Comprabais la ropa o la robabais?
SJ: No, yo me compré algunas cosas. Lo primero que me pillé allí fue unos pantalones rosas. No me olvidaré nunca. No sabía si comprarlos o no porque eran estrechos en los tobillos, y entonces todo el mundo iba con pantalones campana, esto era hace unos cinco años, pero al final fui y me los compré. Me dije: voy a echarle un par de huevos y me los voy a pillar. A partir de ahí empecé a comprar más ropa de ese rollo. Nunca me compré una levita ni nada parecido, pero sí que llevaba zapatos de teddy boy y cosas así.
P: ¿Qué sentías cuando ibas vestido con esa ropa?
SJ: Me parecía que era algo distinto. Me sentía [poniendo acento americano] todo un hombre por ir vestido así. [Con voz normal] No sé. No quería ir vestido como todo el mundo. Es lo normal cuando eres joven, ¿no?
P: ¿La gente se mosqueaba al verte vestido así?
SJ: Sí, les daba envidia.
P: ¿Qué tipo de gente crees que va a la tienda ahora?
SJ: Ahora van sobre todo los punks. Hubo una época en que se llamaba Sex y muchos clientes eran hombres de negocios, ya sabes, los típicos ejecutivos pervertidos que te metían mano, ese rollo. Era un descojono. Ibas allí para ver a esos tíos probándose ropa. Y algunos tenían orgasmos en el probador. Entrabas a probarte unos pantalones después de que saliera uno de esos tipos y te los encontrabas empapados. Era muy gracioso, no veas la peña que iba por allí...
Entonces le dijimos a Malcolm que habíamos medio montado un grupo y tal, y que andábamos buscando un bajista. Y él debió de preguntarle a Glen si sabía tocar, y Glen dijo: «Sí, yo toco el bajo». Y lo metimos de bajista. Así que nos pusimos a ensayar y estuvimos así unos seis meses, creo. Teníamos un local; bueno, era del padre de Wally. Era un local grande… ¿sabes dónde está el Hammersmith Bridge? Los Riverside Studios. Habían sido de la BBC, pero luego los reformaron, o los redecoraron o no sé qué. En todo caso estaban cerrados. Teníamos un local fantástico al que íbamos a ensayar. Y salíamos por ahí...

Inhaltsverzeichnis