Dios salve a los Sex Pistols
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Dios salve a los Sex Pistols

Fred Vermorel, Judy Vermorel, Ibon Errazkin

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  1. 344 pages
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Dios salve a los Sex Pistols

Fred Vermorel, Judy Vermorel, Ibon Errazkin

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Publicado por primera vez en 1978, Dios salve a los Sex Pistolsfue el primer libro que alumbrĂł, de manera documentada y precisa, la ascensiĂłn y disoluciĂłn del grupo por antonomasia del punk britĂĄnico que puso patas arriba la mĂșsica popular y, de paso, la conservadora sociedad e industria musical de mediados de los setenta.Compuesto a modo de collage a partir de entrevistas con todos los miembros y exmiembros del grupo, familiares, amigos y colaboradores, el fascinante diario Ă­ntimo de la secretaria del polĂ©mico mĂĄnager Malcolm McLaren, extractos de la incendiaria prensa que vertiĂł todo el odio y los prejuicios delestablishmentsobre la banda, y cartas de fans, entre otros materiales, el presente volumen es un originalĂ­simo, poliĂ©drico y vĂ­vido artefacto punk, aderezado con el material grĂĄfico que creĂł para el grupo el inclasificable Jamie Reid y un buen nĂșmero de fotografĂ­as. Como dicen los autores, este libro es «lo mĂĄs cerca que estuvieron los Sex Pistols de contar su propia historia».

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Informations

Éditeur
Contra
Année
2021
ISBN
9788418282683
Édition
1
Sous-sujet
Punk Music

LOS COMIENZOS

ALAN EDWARDS: El rock se había vuelto muy aburrido. Yo llevaba muchísimo tiempo sin oír discos ni ir a conciertos por pura diversión. Solía ir a sitios como el Nashville, mås que nada a beber y pasårmelo bien. De hecho, el Nashville estaba al lado de mi casa. También iba al Marquee y al 100 Club. Pero creo que fue en el Nashville donde noté los primeros cambios. Los Sex Pistols tocaron allí, y también los Stranglers. Y eran totalmente diferentes a cualquier cosa que hubiera visto antes.
Es mĂĄs, cuando fui a ver a los Pistols, me sentĂ­ como un verdadero viejo. Y eso que tenĂ­a veinte años, pero era como si tuviera cincuenta. Fue un autĂ©ntico shock. Me quedĂ© escondido en una esquina, literalmente, bebiendo mi Double Diamond y preguntĂĄndome quĂ© era aquello; toda esa peña con maquillajes increĂ­bles, peleĂĄndose y montando broncas. Al verlos me replanteĂ© por completo mi actitud. Era algo que me hizo revisar todas mis opiniones sobre la mĂșsica y darme cuenta de que la mĂșsica habĂ­a sido parte importante de mi vida, pero hacĂ­a ya un par de años que no era asĂ­.
Así que el verano pasado empecé a currar con los Stranglers y a llevarles temas de publicidad. Y de repente, en octubre, aquello explotó y surgió toda una escena casi de la nada. Había grupos como los Vibrators, los Damned, los Clash, todos ellos formados en cuestión de semanas. De pronto había cincuenta grupos punk tocando en Londres, de la noche a la mañana. Pero no había ocurrido de un día para otro. Toda esta gente eran chavales que andaban por ahí muertos de aburrimiento y con la sensación de que no había nada que hacer...
P: ÂżCuĂĄndo notaste por primera vez que habĂ­a llegado el punk?
TRACIE: Bueno, yo vivía en Bromley y solía salir con Siouxsie y Steve, Simon, Berlin, todos esos, y Simon fue a ver a los Sex Pistols cuando tocaron en una universidad de Bromley. Debió de ser uno de sus primeros conciertos, y volvió en plan: «Oye, he visto a un grupo, son muy buenos, son distintos a todo lo que hay» y todo ese rollo, ya sabes. Así que empezamos a ir a sus conciertos a sitios como el Nashville, y luego tocaron en El Paradise Club, un sitio del Soho que antes era un club de striptease. Y en mayo mi amigo Berlin montó una fiesta e invitó a los Pistols. Para entonces habíamos estado bastantes veces con ellos y ya los conocíamos un poco. Y se vinieron todos. Creo que esa fue la primera vez que los traté mås como en plan social, no solo viéndolos como un grupo sobre el escenario.
P: ÂżRecuerdas cĂłmo reaccionaste la primera vez que los viste?
T: No sĂ©. Estuve todo el rato mirando a Steve Jones; llevaba pegada una foto de dos tĂ­as desnudas en la guitarra y recuerdo que eso me chocĂł. Y tambiĂ©n pensĂ© que John estaba un poco loco, Âżsabes lo que te digo? Pero era todo muy enĂ©rgico, eso era lo bueno que tenĂ­an. Supongo que al principio no sabĂ­as ni quĂ© pensar, porque John hacĂ­a cosas como insultar al pĂșblico todo el rato y no paraba de decir tacos. Les fallaba el equipo, se rompĂ­an sillas, todo el rato asĂ­, y John se ponĂ­a a insultar a la gente, a tirarles cerveza, llamarles idiotas, en ese plan.
P: ¿Qué te parecía eso?
T: Pues me parecía muy bien. Pensé: coño, al menos alguien hace algo divertido, ¿sabes? Te reías un rato. Porque antes había grupos que me gustaban, pero ya no podía ir a verlos. Por ejemplo, con trece años me gustaba Alice Cooper, pero era imposible ir a verlo porque casi siempre eståbamos sin un duro y él siempre tocaba en sitios enormes de Londres, y la entrada costaba un dineral. Eso era lo bueno de los Pistols, que sabías que nunca ibas a pagar mucho por verlos. Ibas allí, decías lo que querías, te vestías como te daba la gana y a nadie le importaba.
Al principio nos daban mucho la brasa los tĂ­picos jipis viejos que iban con camisetas en las que ponĂ­a «las drogas destruyen las flores» y «basta de gente viviendo en los planetas», ese rollo, y nos decĂ­an que los Pistols eran horribles y destructivos y que no deberĂ­amos ir a verlos. Te intentaban convertir a ese rollo de paz y amor, pero lo Ășnico que conseguĂ­an era que nos gustaran mĂĄs. Supongo que es porque eran diferentes, diferentes de todo lo que habĂ­a. Fue el primer grupo punk de verdad. Antes de los Pistols no habĂ­a nada asĂ­.
P: ÂżPuedes contarme un poco cĂłmo montasteis el grupo tĂș y Steve?
PAUL COOK: En realidad no fue cosa nuestra. Fue un tĂ­o que se llamaba Wally. Iba al mismo cole que nosotros y estĂĄbamos en el mismo curso. En el cole no tocĂĄbamos con nadie ni hacĂ­amos nada. Él tenĂ­a interĂ©s en hacer algo y empezamos a ir a su casa, hacia el final, ya casi a punto de terminar el curso. Nos saltĂĄbamos las clases, Ă­bamos a su casa y nos sentĂĄbamos en el jardĂ­n, lo tĂ­pico. Su madre y su padre estaban fuera todo el dĂ­a, y de todas formas les daba igual. En verano Ă­bamos allĂ­ porque estaba cerca del cole y tomĂĄbamos el sol. Entonces aĂșn no conocĂ­amos a John, Ă©ramos yo, Steve, este Wally y un par de colegas nuestros. Creo que fue despuĂ©s de dejar el colegio; Wally tocaba la guitarra y dijo que montĂĄramos un grupo.
Decidimos un poco lo que iba a hacer cada uno. Yo al principio no iba a estar en el grupo porque no tenĂ­a mucho interĂ©s, pero Steve consiguiĂł una baterĂ­a y Wally era el guitarrista. HabĂ­a otro bajista y no sĂ© quiĂ©n mĂĄs. Luego se dijo que Steve iba a ser el cantante y que yo tocarĂ­a la baterĂ­a. Dije que sĂ­. Para entonces Steve habĂ­a aprendido a tocar un poco, asĂ­ que me enseñó lo que sabĂ­a y empecĂ© por ahĂ­. Él iba a ser el cantante y empezĂł a tocar un poco la guitarra. Nos quedamos solo nosotros tres; yo, Steve y Wally. Y luego metimos a Glen, que curraba en la tienda, porque para entonces ya conocĂ­amos a Malcolm.
GLEN MATLOCK: Llevaba como un año currando en la tienda de Malcolm, y Steve y Paul empezaron a ir por allĂ­, fue Malcolm el que nos presentĂł. Steve y Paul tenĂ­an aquel equipo con el que no sabĂ­an quĂ© hacer, y al final aprendieron a tocar. Fue asĂ­ como empezaron. Luego se lo fueron tomando mĂĄs en serio. TenĂ­an un bajista que estaba casado y tenĂ­a un hijo y nunca iba a ensayar, ya sabes, lo de siempre. Fue entonces cuando los conocĂ­. Yo estaba aprendiendo a tocar el bajo. Eso fue todo, en realidad. Empezamos a ensayar hace unos cuatro años, en el 73. Pero en los dos Ășltimos años nos lo hemos tomado mĂĄs en serio.
P: Me interesa eso de que todos ibais a la tienda y que de alguna forma ese fue el centro de todo. ¿Por qué os atraía la tienda?
STEVE JONES: ÂżLa tienda? Pues porque era distinta de todas las tiendas que habĂ­a en King’s Road. PodĂ­as ir y quedarte por ahĂ­ sin que nadie te molestara. Porque si entrabas en Take Six, que estaba un poco mĂĄs abajo, enseguida venĂ­an cinco tĂ­os diciendo: «¿Puedo ayudarte?», «¿Quieres un traje?». Y de todas formas no se parecĂ­a en nada a Take Six, me refiero al escaparate. SolĂ­amos ir allĂ­ porque tenĂ­an ropa en plan teddy boy. No era como estar en una tienda, era un sitio para pasar el rato, Âżme explico? Un sitio donde ibas y pasabas media hora, mĂĄs que nada para ver a la gente que iba.
P: ÂżComprabais la ropa o la robabais?
SJ: No, yo me compré algunas cosas. Lo primero que me pillé allí fue unos pantalones rosas. No me olvidaré nunca. No sabía si comprarlos o no porque eran estrechos en los tobillos, y entonces todo el mundo iba con pantalones campana, esto era hace unos cinco años, pero al final fui y me los compré. Me dije: voy a echarle un par de huevos y me los voy a pillar. A partir de ahí empecé a comprar mås ropa de ese rollo. Nunca me compré una levita ni nada parecido, pero sí que llevaba zapatos de teddy boy y cosas así.
P: ¿Qué sentías cuando ibas vestido con esa ropa?
SJ: Me parecía que era algo distinto. Me sentía [poniendo acento americano] todo un hombre por ir vestido así. [Con voz normal] No sé. No quería ir vestido como todo el mundo. Es lo normal cuando eres joven, ¿no?
P: ÂżLa gente se mosqueaba al verte vestido asĂ­?
SJ: SĂ­, les daba envidia.
P: ¿Qué tipo de gente crees que va a la tienda ahora?
SJ: Ahora van sobre todo los punks. Hubo una época en que se llamaba Sex y muchos clientes eran hombres de negocios, ya sabes, los típicos ejecutivos pervertidos que te metían mano, ese rollo. Era un descojono. Ibas allí para ver a esos tíos probåndose ropa. Y algunos tenían orgasmos en el probador. Entrabas a probarte unos pantalones después de que saliera uno de esos tipos y te los encontrabas empapados. Era muy gracioso, no veas la peña que iba por allí...
Entonces le dijimos a Malcolm que habĂ­amos medio montado un grupo y tal, y que andĂĄbamos buscando un bajista. Y Ă©l debiĂł de preguntarle a Glen si sabĂ­a tocar, y Glen dijo: «SĂ­, yo toco el bajo». Y lo metimos de bajista. AsĂ­ que nos pusimos a ensayar y estuvimos asĂ­ unos seis meses, creo. TenĂ­amos un local; bueno, era del padre de Wally. Era un local grande
 Âżsabes dĂłnde estĂĄ el Hammersmith Bridge? Los Riverside Studios. HabĂ­an sido de la BBC, pero luego los reformaron, o los redecoraron o no sĂ© quĂ©. En todo caso estaban cerrados. TenĂ­amos un local fantĂĄstico al que Ă­bamos a ensayar. Y salĂ­amos por ahĂ­...

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