Finanzas bĂ­blicas
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Finanzas bĂ­blicas

Para cambiar tus finanzas, debes cambiar tĂș

HĂ©ctor Salcedo

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Finanzas bĂ­blicas

Para cambiar tus finanzas, debes cambiar tĂș

HĂ©ctor Salcedo

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À propos de ce livre

En un mar de consejos financieros, hay tan solo un camino para resolver, de una vez por todas, tus problemas de dinero. Transforma tu futuro financiero al permitir que estas sencillas verdades bĂ­blicas penetren en tu corazĂłn y cambien tu perspectiva respecto a las finanzas personales.

Muchos de nosotros, si no todos, hemos enfrentado estrés financiero. En Finanzas bíblicas, el renombrado pastor y economista Héctor Salcedo, nos desafía a ver mås allå de los consejos financieros tradicionales, los cuales a menudo producen solo cambios pasajeros, y mås bien nos anima a cambiar nosotros, en nuestro interior; renovar nuestro entendimiento y permitir que esto informe nuestras prioridades y nuestras acciones.

En Finanzas bĂ­blicas, HĂ©ctor Salcedo nos lleva por una travesĂ­a bĂ­blica que propone:

  • Mostrar que las dificultades financieras tienen, en su mayorĂ­a, un origen que responde a un desvĂ­o del carĂĄcter.
  • Exponer nuestra sutil pero fuerte inclinaciĂłn a la avaricia;es decir, a acumular posesiones materiales.
  • Desenmascarar la razĂłn de dicha avaricia, que no es mĂĄsque nuestra equivocada idea de que la abundancia de bienesproduce plenitud de vida.
  • Demostrar que la generosidad, lejos de «restarnos», nos suma.
  • Mostrar cĂłmo manejar las finanzas de forma tal que honremosa Dios.

El libro concluye con algunos consejos prĂĄcticos relacionados con:

  • El incremento de tus ingresos
  • La evaluaciĂłn de oportunidades de negocios que incluyen las compañías de mercadeo de multinivel
  • Las inversiones
  • La criptomoneda
  • La creaciĂłn de un presupuesto familiar
  • El endeudamiento por la compra de una casa o un vehĂ­culo

Mientras muchos se enfocan en resolver sus problemas financieros siguiendo el consejo de gurĂșs o prueban la mĂĄs reciente herramienta de presupuestos personales, el cambio duradero empieza en nuestro interior. Permite que estas verdades bĂ­blicas penetren en tu corazĂłn y transformen tu perspectiva sobre las finanzas; y cambia asĂ­, tu futuro financiero.

Biblical Finances

In a sea of financial advice, there is the only one way to truly solve your money problems. Transform your financial future by allowing these simple Biblical truths to penetrate your heart and shift your view on personal finances.

Many, if not all of us, at one time or another, face financial stress."Biblical Finances, " from renowned Pastor and economist, Hector Salcedo, challenges us to look beyond the traditional financial advice, which often produces only temporary change.Instead, the author encourages us to aim for lasting change by going on a Biblical journey with him.

In this book, Hector will show you:

  • How your financial difficulties are often directly tied to your character
  • How saving is for the wise
  • How your desire for material possessions is often based on the misguided idea that owning these things will bring happiness
  • How contentment can cure your financial deficit
  • How generosity ADDS to your life and does not take away

The book concludes with some practical advice related to:

  • Increasing your income
  • Evaluating business opportunities including multi-level marketing companies
  • Investing
  • Cryptocurrency
  • Creating a family budget
  • Getting into debt with a home or auto purchase

Foire aux questions

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Informations

Éditeur
Vida
Année
2020
ISBN
9780829748000
Sous-sujet
Finance
1
TU MANEJO DEL DINERO REFLEJA QUIÉN ERES
Todos requerimos criterios para el adecuado manejo del dinero y las posesiones materiales que Dios nos ha dado para administrar. Sea cual sea nuestra condiciĂłn, si estamos solteros o casados, seamos pobres o ricos, educados o no, sin importar nuestra nacionalidad o incluso nuestra condiciĂłn espiritual, este tema es ineludible.
Son mĂșltiples los problemas que se enfrentan como fruto de un manejo financiero inadecuado o, mejor dicho, no bĂ­blico. Matrimonios en conflicto, tensiones entre hermanos, socios que se separan e, incluso, divisiones en iglesias son algunas de las situaciones que trae consigo un mal manejo financiero. A nivel personal, cuando la perspectiva de lo material no es bĂ­blica, es comĂșn experimentar altos niveles de ansiedad, envidia, inseguridad, descontento, entre otras emociones, que conducen a la gente a no sentirse plena.
De ahí la necesidad de crecer en sabiduría en el åmbito del manejo de los recursos materiales. Esta sabiduría conlleva no solamente ser mås diestros o capaces en la forma en que administramos nuestros recursos, sino también tener la perspectiva correcta de las posesiones. De esta manera, una perspectiva bíblica de las posesiones nos permitirå gobernar esta årea de nuestras vidas de una manera que glorifique a nuestro Dios.
MÁS QUE TÉCNICAS
Es frecuente que la gente acuda a mí en busca de «consejería financiera ». Asumo que la razón de esto es que, como ya se los he mencionado, ademås de pastor, soy economista y ejercí mi profesión por muchos años antes de dedicarme al ministerio. Como economista, he podido aportar «técnicas» financieras para ayudar a los aconsejados; como pastor, he podido ver un aspecto, con frecuencia ignorado, de los problemas financieros: que la mayoría de ellos tiene su origen, su raíz, en el corazón humano.
Tal vez hayas abierto este libro buscando técnicas para organizar tus finanzas y verås algo de eso en las siguientes påginas. Pero, mås que técnicas, necesitamos primero observar las virtudes del caråcter que conducen a un manejo financiero adecuado. La realidad es que hay un tipo de caråcter que resulta en una vida financieramente desordenada y hay un tipo de caråcter que produce un buen resultado financiero. Tus finanzas son, en gran medida, resultado de lo que eres. Por eso, es mi deseo que este libro, con la ayuda del Espíritu Santo, conduzca al lector a identificar aquellos aspectos de su caråcter que lo han conducido a un manejo errado y hasta pecaminoso de sus recursos materiales, y que pueda arrepentirse y cambiar.
¿POR QUÉ LA BIBLIA HABLA TANTO SOBRE EL DINERO?
A muchos le sorprenderĂĄ saber que la Biblia tiene unos 2,350 versos que hacen referencia directa o indirecta al dinero y las posesiones materiales.* AdemĂĄs, de las treinta y ocho parĂĄbolas de JesĂșs, diecisĂ©is tienen que ver con las posesiones y el manejo financiero. De hecho, en el Nuevo Testamento se estima que un diez por ciento de sus versos hace referencia a este tema de los «tesoros terrenales».
La abrumadora presencia de este tema en la Biblia parece comunicarnos que el dinero es importante. Ciertamente el dinero importa, pero no porque sea importante en sí mismo o porque lo sea mås que otros temas como la oración, la gracia, el cielo o el infierno, que tienen en comparación menos versos que hablan de ellos. ¿Por qué entonces Dios ocupa tanto espacio de su Palabra para hablarnos sobre dinero y las posesiones materiales? Entiendo que hay al menos dos razones para eso.
En primer lugar, el dinero puede tener un potencial efecto perverso sobre nosotros. El dinero nos seduce al ofrecernos cierto grado de seguridad, bienestar, placer o poder. Sabemos que todos estos ofrecimientos son frĂĄgiles y temporales, pero no por ello dejan de ser atractivos. Su poder seductor radica en que todas estas cosas que el dinero nos ofrece son aquĂ­ y ahora. Es por esta razĂłn que es fĂĄcil que el ser humano haga del dinero un Ă­dolo. Y cuando idolatramos el dinero, cambiamos para mal nuestro enfoque en la vida, tanto en las cosas que valoramos, en la manera en que actuamos como en la forma en que nos relacionamos con los demĂĄs. En este sentido, el dinero es espiritualmente peligroso. Fue por ello que JesĂșs dijo su famosa frase: «es mĂĄs fĂĄcil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un rico entrar en el reino de Dios» (Mt 19:24).
ÂżSignifica eso que los ricos no entrarĂĄn en el reino de los cielos? Por supuesto que no, porque JesĂșs añade inmediatamente despuĂ©s, «pero para Dios todo es posible» (v. 26). Él puede cambiar los corazones de las personas para que atesoren a Dios por encima del dinero. Pero, ciertamente, JesĂșs enseña que la riqueza hace difĂ­cil que alguien considere a Dios como necesario. El dinero nos hace sentir independientes de Él y autosuficientes. Este es un ejemplo del potencial efecto perverso que las posesiones materiales pueden tener sobre el corazĂłn humano.
En segundo lugar, otra posible razĂłn por la que Dios habla tanto sobre las posesiones materiales en su Palabra es que el manejo de estas revela el estado de nuestros corazones. AsĂ­ como JesĂșs dijo que nuestras bocas hablan de lo que abunda en el corazĂłn (Mt 12:34), de igual forma, podemos percatarnos de muchas cosas del carĂĄcter de alguien al ver cĂłmo maneja sus finanzas. Por ejemplo, cuando alguien gasta para ostentar, estĂĄ poniendo de manifiesto su orgullo y su inseguridad personal. De la misma forma, la avaricia se pone en evidencia cuando una persona estĂĄ dispuesta a mentir, agredir o dejar de lado su familia si es que ello le genera mĂĄs dinero. Un corazĂłn ingrato y materialista es mostrado cuando una persona compra, de manera habitual, cosas que no necesita. La falta de generosidad hacia los demĂĄs es una muestra del egoĂ­smo en el corazĂłn de una persona. Es por eso que decimos que el manejo que alguien hace de sus posesiones es una clara indicaciĂłn del estado de su corazĂłn.
TU MANEJO DEL DINERO REFLEJA QUIÉN ERES
Veamos tres ejemplos bĂ­blicos que nos muestran la relaciĂłn entre nuestro manejo del dinero y la realidad de nuestros corazones.
1.El ejemplo de Zaqueo (Lucas 19:1-10)
Muchos cristianos conocen la historia de Zaqueo. Aquel hombre pequeño, recaudador de impuestos, que se subiĂł a un ĂĄrbol para ver a JesĂșs pasar caminando cerca de Ă©l en medio de una multitud. Entonces, JesĂșs le dijo: «Zaqueo, date prisa y desciende, porque hoy debo quedarme en tu casa». MĂĄs adelante leemos:
Pero Zaqueo, puesto en pie, dijo a JesĂșs: «Señor, la mitad de mis bienes darĂ© a los pobres, y si en algo he defraudado a alguien, se lo restituirĂ© cuadruplicado». «Hoy ha venido la salvaciĂłn a esta casa», le dijo JesĂșs (vv. 8-9).
SegĂșn JesĂșs, Zaqueo se convirtiĂł al Evangelio, lo que implica que se arrepintiĂł de sus pecados, y aceptĂł a JesĂșs como el MesĂ­as prometido. A partir de ese momento, este hombre se considerĂł un discĂ­pulo de JesĂșs. Luego de esto, ÂżquĂ© hizo Zaqueo? Su primera decisiĂłn fue tratar el dinero de una manera distinta. Quiso restituir el dinero que habĂ­a robado y acumulado. Quiso ser econĂłmicamente responsable por lo que habĂ­a hecho en el pasado. El nuevo nacimiento espiritual hizo que Ă©l tratara sus posesiones materiales de manera distinta.
ÂżPuedes ver cĂłmo el manejo del dinero es una evidencia de lo que pasa en el corazĂłn?
2.El joven rico (Mateo 19:16-26)
En una ocasiĂłn, un joven rico se acercĂł a JesĂșs para preguntarle: «Maestro, ÂżquĂ© cosa buena harĂ© para obtener la vida eterna?». JesĂșs le respondiĂł: «Si deseas entrar en la vida, guarda los mandamientos» y le citĂł algunos de los Diez Mandamientos. El joven le respondiĂł diciendo: «Todo esto lo he guardado; ÂżquĂ© me falta todavĂ­a?».
JesĂșs le respondiĂł: «Si quieres ser perfecto, ve y vende lo que posees y da a los pobres, y tendrĂĄs tesoro en los cielos; y ven, sĂ© Mi discĂ­pulo». Pero al oĂ­r el joven estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes (vv. 21-22).
La respuesta de JesĂșs al joven rico podrĂ­a llevar a algunos a concluir que la salvaciĂłn que JesĂșs ofrece se consigue dando nuestras posesiones a los pobres o haciendo algĂșn tipo de sacrificio. Pero esa serĂ­a una conclusiĂłn incorrecta.
La Biblia es clara en enseñar que nuestra salvaciĂłn ni se gana, ni se logra, ni se alcanza con mĂ©ritos personales, ni con el desarrollo de ciertas virtudes o con sacrificios autoimpuestos. Tal y como lo dice el apĂłstol Pablo, «Porque la paga del pecado es muerte, pero la dĂĄdiva de Dios es vida eterna en Cristo JesĂșs Señor nuestro» (Ro 6:23). Nuestra salvaciĂłn es un regalo de Dios gracias a los mĂ©ritos de Cristo en nuestro favor. Esto es consistente con lo que JesĂșs le dice al joven rico, cuando luego de entregar sus bienes a los pobres, le dice «. . .y ven, sĂ© Mi discĂ­pulo». La salvaciĂłn estĂĄ en seguir a JesĂșs. Él es «el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí» (Jn 14:6).
Seguirlo a Él implica darle el primer lugar, por encima de nuestras posesiones. Si Él nos pide que vendamos todo y lo demos a los pobres, deberĂ­amos estar dispuestos a hacerlo, puesto que Él es Señor. De ahĂ­ que el joven «al oĂ­r estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes» (Mt 19:22). PrefiriĂł su riqueza al señorĂ­o de Cristo. Lo material lo tenĂ­a «atrapado». Inmediatamente despuĂ©s de este encuentro, JesĂșs dice: «En verdad les digo que es difĂ­cil que un rico entre en el reino de los cielos» (Mt 19:23).
AquĂ­ se ve lo contrario a la experiencia de Zaqueo. Este es otro ejemplo de cĂłmo la forma en que manejamos lo material pone de manifiesto lo que hay en el corazĂłn, y lo que habĂ­a en este joven rico era idolatrĂ­a por sus posesiones.
3.La predicaciĂłn de Juan el Bautista (Lucas 3:3-14)
El ministerio de Juan el Bautista consistĂ­a en preparar a la gente para la llegada de JesĂșs como MesĂ­as. Su ministerio fue confrontador y, por ende, fue un llamado al arrepentimiento y a que las personas «enderecen el camino del Señor» (Jn 1:23). En una ocasiĂłn, le dijo al pueblo:
¥Camada de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira que vendrå? Por tanto, den frutos dignos de arrepentimiento; y no comiencen a decirse a ustedes mismos: «Tenemos a Abraham por padre», porque les digo que Dios puede levantar hijos a Abraham de estas piedras. El hacha ya estå puesta a la raíz de los årboles; por tanto, todo årbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego (Lc 3:7-9).
Ante tal confrontación, muchas personas se le acercaron a preguntarle: «¿Qué, pues, haremos?» (v. 10). Entonces, leemos:
Juan les respondĂ­a: «El que tiene dos tĂșnicas, comparta con el que no tiene; y el que tiene quĂ© comer, haga lo mismo». Vinieron tambiĂ©n unos recaudadores de impuestos para ser bautizados, y le dijeron: «Maestro, ÂżquĂ© haremos?» «No exijan mĂĄs de lo que se les ha ordenado», les respondiĂł Juan. TambiĂ©n algunos soldados le preguntaban: «Y nosotros, ÂżquĂ© haremos?» «A nadie quiten dinero por la fuerza», les dijo, «ni a nadie acusen falsamente, y contĂ©ntense con su salario» (vv. 11-14).
Sorprende ver que los «frutos dignos de arrepentimiento» a los que se refiere Juan el Bautista en esta ocasión tenían que ver con la forma en la que ellos manejaban sus posesiones y cómo se sentían con respecto a ellas. Llamó a las personas a la generosidad, los mandó a dejar la avaricia y la corrupción, y les habló del contentamiento. Una vez mås vemos que la forma en que se maneja lo material es una indicación del estado del corazón.
EL PELIGRO DE LA AVARICIA Y EL MATERIALISMO
A la luz de todo lo anterior, es fåcil entender por qué Dios condena y prohíbe la avaricia: «Sea el caråcter de ustedes sin avaricia, contentos con lo que tienen» (Heb 13:5). De hecho, la avaricia es considerada como idolatría (Col 3:5).
La palabra para «avaricia» en griego es pleonexia y se compone de pleon, «mås», y exo, «tener». Es pocas palabras, es el deseo de tener mås. Y puede suceder en cualquier åmbito, es decir, la avaricia induce a querer mås de lo que se tiene de cualquier cosa. En otras palabras, es el deseo que dice: «yo quiero tener mås, quiero lo mås nuevo, lo mås bonito, quiero algo diferente, quiero mucho de todo».
Esa actitud es muy comĂșn hoy en dĂ­a. Deseamos vivir en otro lugar, tener otro vehĂ­culo, tener otro celular, tener otro tipo de ropa, cambiar a nuestros hijos de colegio y algunos hasta cambiar de cĂłnyuge. Por supuesto, hay un grado de deseo y aspiraciĂłn en la vida que es legĂ­timo. Pero hay un punto en donde esto se convierte en avaricia y es cuando dejamos de estar contentos con lo que tenemos.
De ahĂ­ que JesĂșs dice: «EstĂ©n atentos y cuĂ­dense de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes» (Lc 12:15). Para JesĂșs la «vacuna» ...

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