Palabras que consuelan
eBook - ePub

Palabras que consuelan

MercĂš Castro Puig

Partager le livre
  1. 168 pages
  2. Spanish
  3. ePUB (adapté aux mobiles)
  4. Disponible sur iOS et Android
eBook - ePub

Palabras que consuelan

MercĂš Castro Puig

DĂ©tails du livre
Aperçu du livre
Table des matiĂšres
Citations

À propos de ce livre

CĂłmo trascender el duelo y amar la vida. "Cuando muere una persona inmensamente querida con la que compartĂ­amos un proyecto de vida, nuestra realidad se rompe. Nos sentimos solos, desgarrados, vacĂ­os, sin tierra bajo los pies
 AsĂ­ me sentĂ­ yo durante mucho tiempo cuando muriĂł mi hijo Ignasi en 1998. Durante la travesĂ­a de mi largo duelo he podido constatar que el amor es lo Ășnico que de verdad nos sostiene, que no es posible dejar atrĂĄs la rabia, el dolor, la culpa o la locura si no miramos, en silencio, en nuestro interior y dejamos ir con cariño el pesado lastre que arrastramos hasta quedar desnudos. EmpecĂ© a ver la luz al final del tĂșnel cuando tuve la certeza de que el perdĂłn nos libera, de que la alegrĂ­a no depende de lo que ocurre fuera porque el poder de vivir feliz y en paz estĂĄ dentro de nosotros y poco o nada tiene que ver con lo que nos suceda." Las palabras de este libro ayudarĂĄn al lector a trascender el dolor, crear ilusiĂłn y armonĂ­a en la familia y sentir que la vida vuelve a tener sentido.

Foire aux questions

Comment puis-je résilier mon abonnement ?
Il vous suffit de vous rendre dans la section compte dans paramĂštres et de cliquer sur « RĂ©silier l’abonnement ». C’est aussi simple que cela ! Une fois que vous aurez rĂ©siliĂ© votre abonnement, il restera actif pour le reste de la pĂ©riode pour laquelle vous avez payĂ©. DĂ©couvrez-en plus ici.
Puis-je / comment puis-je télécharger des livres ?
Pour le moment, tous nos livres en format ePub adaptĂ©s aux mobiles peuvent ĂȘtre tĂ©lĂ©chargĂ©s via l’application. La plupart de nos PDF sont Ă©galement disponibles en tĂ©lĂ©chargement et les autres seront tĂ©lĂ©chargeables trĂšs prochainement. DĂ©couvrez-en plus ici.
Quelle est la différence entre les formules tarifaires ?
Les deux abonnements vous donnent un accĂšs complet Ă  la bibliothĂšque et Ă  toutes les fonctionnalitĂ©s de Perlego. Les seules diffĂ©rences sont les tarifs ainsi que la pĂ©riode d’abonnement : avec l’abonnement annuel, vous Ă©conomiserez environ 30 % par rapport Ă  12 mois d’abonnement mensuel.
Qu’est-ce que Perlego ?
Nous sommes un service d’abonnement Ă  des ouvrages universitaires en ligne, oĂč vous pouvez accĂ©der Ă  toute une bibliothĂšque pour un prix infĂ©rieur Ă  celui d’un seul livre par mois. Avec plus d’un million de livres sur plus de 1 000 sujets, nous avons ce qu’il vous faut ! DĂ©couvrez-en plus ici.
Prenez-vous en charge la synthÚse vocale ?
Recherchez le symbole Écouter sur votre prochain livre pour voir si vous pouvez l’écouter. L’outil Écouter lit le texte Ă  haute voix pour vous, en surlignant le passage qui est en cours de lecture. Vous pouvez le mettre sur pause, l’accĂ©lĂ©rer ou le ralentir. DĂ©couvrez-en plus ici.
Est-ce que Palabras que consuelan est un PDF/ePUB en ligne ?
Oui, vous pouvez accĂ©der Ă  Palabras que consuelan par MercĂš Castro Puig en format PDF et/ou ePUB ainsi qu’à d’autres livres populaires dans Social Sciences et Social Science Biographies. Nous disposons de plus d’un million d’ouvrages Ă  dĂ©couvrir dans notre catalogue.

Informations

Éditeur
Plataforma
Année
2015
ISBN
9788416429622

Momentos mĂĄgicos

A veces doblamos una esquina y percibimos un olor que nos despierta un recuerdo agradable que, al revivirlo, eleva nuestro estado de ånimo y nos inunda de calidez el día. Esa sensación reconfortante puede llegar de infinitas maneras: tal vez paseando por la calle o mirando distraídamente por la ventana nos sorprende una escena entrañable y cariñosa, o al despertarnos nos asalta la sensación inmensamente feliz y amorosa de un sueño que parece «casi» realidad.
Es frecuente vivir momentos sugerentes o de gran belleza cuando se atraviesa un gran duelo porque durante la travesía se roza a menudo la esencia de la vida. Es posible también que al vivir de forma casual algo muy emotivo, con mucho significado para nosotros, tengamos la sensación de haber recibido un guiño, una «señal», y a partir de ahí nuestra actitud sea mås positiva y nuestro duelo entre en un camino mås sereno de aceptación.
AdemĂĄs de los momentos amorosos y mĂĄgicos que he vivido, el lector encontrarĂĄ aquĂ­, mezclados con los mĂ­os, los momentos que han reconfortado a otros padres y madres de distintas partes del mundo que por puro amor han decidido compartir y publicar en este libro. No todos son momentos trascendentes, ni mucho menos. Son trocitos de la vida cotidiana que tienen el valor de reconfortar el alma.
UNA HISTORIA DE AMOR
He pasado muchas horas de mi vida mirando por los ventanales del comedor de mi casa, un tercer piso de un edificio situado en una esquina del Ensanche barcelonés, tocando al barrio de Gracia. Por esas generosas ventanas entra un trozo grande de cielo y calle. Para mí es una bonita perspectiva urbana enmarcada por enormes årboles, que veo florecer desde hace treinta primaveras.
Cuando mis hijos eran pequeños, para distraerles, nos ponĂ­amos agazapados junto a una de las ventanas y jugĂĄbamos a ver quiĂ©n veĂ­a primero circular un coche amarillo, rojo o verde. El juego tenĂ­a mĂșltiples variantes: contar taxis, perros, gente con o sin mochila
 Hoy, que es domingo y me he levantado tarde, he hecho lo que suelo hacer cuando no voy con prisas: desayunar mirando por la ventana y no sĂ© cĂłmo resumir en palabras la emociĂłn que me ha producido la escena que he presenciado en una de las terracitas del edificio de enfrente.
En el piso de esa terraza, un tercero como el mío, vive una mujer sola ya mayor a la que hace mucho tiempo se le murió un hijo de unos treinta y cinco años; y poco después, el marido. Es una señora pequeñita, delgada, elegante, con mucha energía, a la que veo sacar desde siempre y cada día el polvo de las persianas, a primerísima hora de la mañana.
En mi vida he hablado solo unas cuatro o cinco veces con ella; sin embargo, sin saber casi nada la una de la otra, como suele ocurrir en las grandes ciudades, es como si nos conociéramos mucho y durante estos breves encuentros siempre nos hemos mirado con cariño.
Pues bien, mientras yo desayunaba me he quedado ensimismada viĂ©ndola bajar con una manivela un toldo verde que tiene para proteger su casa del sol. Con sigilo, ha aparecido en la escena lo que yo interpreto como uno de sus nietos, un chico de unos trece o catorce años, alto (dos o tres palmos mĂĄs que ella), delgado, con cara de sueño y despeinado, y la ha rodeado con sus brazos por detrĂĄs en un abrazo tan amoroso, natural, Ă­ntimo, familiar
, y la sonrisa que se le ha dibujado en la cara a ella ha sido tan enternecedora, cĂłmplice, dulce y bonita que a mĂ­ se me han cubierto los ojos de lĂĄgrimas. Ha durado un instante, los dos han entrado enseguida en casa. Pero si hubiera estado en el cine y hubiese aparecido despuĂ©s de esto la palabra FIN ningĂșn espectador hubiese dudado de que la pelĂ­cula tenĂ­a un final feliz. Hoy tengo la plena certeza de que la vida de esta mujer, con todos sus pesares, ha merecido la pena. Su felicidad abre las puertas a la mĂ­a.
MERCÈ CASTRO
MARIPOSAS DE COLORES
Son las cinco y media de la mañana y acabo de tener una experiencia sobrenatural. ¿Cómo explicar algo que no tiene explicación científica?, ¿cómo explicar que mi hijo, que estå muerto, que hace dos meses que se fue, acaba de estar conmigo? Ha sido un momento breve, ¿minutos, segundos?, no lo sé.
Me mantengo con los ojos cerrados. Intento analizar quĂ© es lo que acaba de pasar. SĂ© quĂ© es, lo que yo he sentido. SĂ© que es Carlos el que ha estado conmigo. Pero
 ÂżcĂłmo ha podido pasar?, ÂżcĂłmo explicarlo? Es tan grande la alegrĂ­a que siento que es lo Ășnico que quiero: estar con Ă©l. Es un amor Ășnico, incomparable, sublime, grandioso.
De sĂșbito, se coloca sobre mĂ­ una especie de nube muy compacta que se mueve, vibra y me rodea el torso en un abrazo. Siento una impresiĂłn indescriptible. Nada mĂĄs notarlo, sĂ© que es Ă©l y comienzo a decir su nombre: «Carlos eres tĂș, Carlos eres tĂș, Carlos, Carlos ». Le abrazo y, al hacerlo, no dejo de decir su nombre: «Carlos, Carlos », y «veo» cĂłmo de la nube surge su imagen. Una imagen que puedo abrazar, pero no tiene consistencia, solo noto la parte superior de su cuerpo, como si le faltaran las piernas.
–Siento cĂłmo me abrazas y me besas. Mientras no dejo de decir tu nombre y de abrazarte, tĂș me has dicho que sĂ­, que eres tĂș, sin verbalizar ninguna palabra. Nos comunicamos con el pensamiento.
De sĂșbito, todo se transforma en un haz de cientos de mariposas de distintos tamaños y de bellos colores que se elevan y a travĂ©s de un agujero (que yo creo que es un paso al cielo) desaparecen.
Y ahora qué. ¿Me he despertado? No. Estoy despierta. Lo he sentido y sé que lo he vivido. Sé que no ha sido mi imaginación. Que no tengo poder para sentirlo cuando yo quiero. Si así fuera, si yo tuviera ese poder de imaginar, lo conseguiría cada día, porque es lo que mås deseo en esta vida.
Es a Ă©l a quien se le ha concedido el poder para hacerme saber que su espĂ­ritu sigue vivo.
NATI SAN MARTÍN (operaria en la industria de la alimentación)
TE REGALO LA NIEVE
Las cenizas de mi hijo estån en Asturias, concretamente en los Picos de Europa. Así lo quiso él, que le gustaba mucho la montaña.
El año pasado en Semana Santa estuvimos allí. El tiempo era buenísimo, con un sol precioso y brillante que lo inundaba todo de luz. Pero el día concreto que subimos hasta el punto donde esparcimos sus cenizas empezó a nevar y se cubrió todo el prado de nieve.
Él sabe cuánto nos gustan los paisajes nevados, lo habíamos comentado muchas veces; para mí la nieve es algo mágico, conmovedor. Y en aquel momento tuve la certeza de que con la nieve me estaba haciendo un regalo de bienvenida. Fue precioso.
Lo que pensaba que serĂ­a un momento de suma tristeza se transformĂł en algo trascendente y hermoso.
MERCÈ MARTÍ (administrativa)
EL VIAJE A ITALIA
Mi tĂ­o Nuni (se llamaba Juan, le llamĂĄbamos Nuni) muriĂł hace cinco años. Era como un padre para mĂ­ (aĂșn lo es, aunque en espĂ­ritu). Fue sacerdote, luego lo abandonĂł, pero siempre fue muy espiritual y andaba en su bĂșsqueda personal todo el tiempo. Era profesor de literatura y con Ă©l aprendĂ­ sobre libros: desde espiritualidad hasta poesĂ­a.
Mi madre era la hermana favorita de Nuni y eståbamos muy unidos los tres. Somos de Puerto Rico y mi tío me llevó por primera vez a Europa cuando yo tenía dieciocho años, y uno de los países que visitamos fue Italia. Hace unos meses eståbamos celebrando el cumpleaños de mi madre en casa de mi abuela. Cuando íbamos de camino a casa de mi abuela ese día, le pedí a mi tío que me diera una señal de que estaría celebrando con nosotros. Al cabo del día, eståbamos toda la familia. Me senté con mi sobrinita, que tenía tres años cuando murió Nuni; ahora tiene ocho. Eståbamos jugando y me dijo que le gustaría aprender italiano; como yo sé un poco, comencé a enseñarle a decir algunas palabras. Al final del «mini curso de italiano», le dije que cuando cumpliera dieciocho, la llevaría a Italia. Ella se emociona, y le digo que a los dieciocho años yo también fui a Italia. Y le digo: «De hecho, ¿sabes con quién fui?», y ella me contesta: «¥Claro que lo sé!». La miro incrédula: es imposible que ella sepa eso, ni siquiera hay fotos que haya podido ver, y es un tema del que jamås habíamos hablado. Y le pregunto: «¿Con quién fui?», y me responde: «Tío Nuni te llevó». En ese momento se me puso la piel de gallina, le pregunté que de dónde había sacado eso y me contestó: «No sé, me vino a la mente ese pensamiento».
ADRIANA RODRÍGUEZ (responsable de una agencia de viajes)
LA PIEDRA DE SARA
Cuando murió mi hija Sara, incineramos su cuerpo y esparcimos una parte de sus cenizas en el cabo de Creus, en Cadaqués. Era un lugar muy especial para ella. Desde entonces suelo visitarlo siempre que puedo. En julio de 2010, mi otra hija quiso ir a Cadaqués antes de su boda. Yo en aquellos momentos sentía una dualidad de sentimientos. Por un lado, estaba feliz porque mi hija se iba a casar, y por otro, me sentía profundamente triste porque su hermana no pudiera estar presente. Cuando llegamos, era de noche. Dimos un paseo por el pueblo y, mientras caminåbamos, se nos acercaron dos niñas que querían vendernos unas piedras planas en las que habían escrito nombres de personas. Me recordaron a mis hijas cuando eran pequeñas y se dedicaban cada verano a vender a los turistas objetos que ellas mismas habían elaborado: pulseras, collares, etcétera. Y por ese motivo me paré y les compré una en la que estaba escrito el nombre de «Mar». Una de las personas que paseaban con mi hija y conmigo les preguntó si tenían una piedra con el nombre de mi hija. Las niñas contestaron que no, y luego una de ellas dijo: «Aquí estå, Sara». Estas fueron exactamente sus palabras: «Aquí estå, Sara». Y nos mostró la piedra con el nombre de Sara. Me quedé perpleja. Fue un momento muy especial, de alguna manera sentí que mi hija estaba allí con nosotras, y eso me ayudó a vivir esa visita a Cadaqués con mucha paz y con mucho amor, y a disfrutar plenamente de la alegría de mi otra hija en su boda.
DULCE CAMACHO (psicĂłloga y fundadora del Centro de AtenciĂłn al Duelo Alaia)
EL VUELO DE LA GAVIOTAS
DespuĂ©s de la partida de RaĂșl, y visto ahora al cabo de seis años y tres meses, te dirĂ© que he tenido muchos momentos mĂĄgicos y que Ă©l siempre, siempre, me ha acompañado. Unos momentos especiales para mĂ­ son aquellos en los que junto con mi marido y su pequeña menorquina navegamos para ir justo al punto donde en el MediterrĂĄneo depositamos sus cenizas.
Las primeras veces, los dos nos encerrĂĄbamos en nuestros pensamientos y ninguno podĂ­a evitar las lĂĄgrimas; ahora, en cambio, disfrutamos del paseo y, hasta hace muy poco creĂ­a que las gaviotas me hablaban. Un dĂ­a le preguntĂ© a mi marido: «¿Cariño, tĂș no oyes las gaviotas?». «Mira, escucha», le repito. Entonces Ă©l me dijo: «Cariño, no son las gaviotas, es el piloto automĂĄtico. Te aseguro que el sonido es tan similar que realmente parece que tienes una bandada en la barca». ParĂł el piloto y lo que yo creĂ­a que era un parloteo desapareciĂł. Me quedĂ© como cuando eres pequeña y descubres que los Reyes Magos no existen. Fue bonito mientras durĂł y quizĂĄs fue el tiempo que yo necesitĂ© para dejar volar alto a RaĂșl, tan alto como Juan Salvador Gaviota.
DOLORES JURADO (administrativa)
LA ABEJA MAYA
Cuando estaba embarazada de mi hija Ángela, siempre que me duchaba ella se movía, como inquieta, no sé si era porque el ruido del agua le asustaba o no le gustaba, o eso pensaba yo. Así que me dio por cantarle la canción de la serie infantil de La abeja Maya, y ella se tranquilizaba y dejaba de moverse.
Cuando muriĂł mi pequeña, estuve buscando por muchos sitios un muñequito o un peluche de la abeja Maya para llevĂĄrselo, para que lo tuviera al lado de su lĂĄpida. Pero como era una serie que hacĂ­a mucho tiempo que no ponĂ­an, no lo encontraba en ningĂșn sitio. AsĂ­ pasaron los meses, incluso mĂĄs de un año. Hasta que un dĂ­a de viaje por Roquetas de Mar, donde solemos hacer alguna escapadita de fin de semana para recargar las pilas, al entrar en una tienda de chuches y muñequitos, al fondo, en un estante lleno de peluches, vi a la abeja Maya. Con su pelito rubio, sus rallitas, sus patitas amarillas y sus alitas. CuĂĄnto me emocionĂ©: en unos dĂ­as iba a ser su segundo aniversario y me hizo sentir una oleada de aire en los pulmones que me llenĂł de alegrĂ­a. Ahora estĂĄ allĂ­ con ella, acompañåndola.
A pesar del dolor, mi hija me ha ayudado mucho a valorar mĂĄs las cosas, a ver lo bueno que me depara cada dĂ­a, a quedarme con las cosas positivas de la gente. AsĂ­ siento mĂĄs cerca a mi hija y a mi madre.
MARÍA DEL MAR (administrativa en la Universidad de Murcia)
UNA ESTRELLA PARA LA VIDA
El desgarro por la muerte de un hijo no puede ser mayor. Nada serå ya igual y, aunque el tiempo no curarå «esta herida», la atenuarå si dejamos que nos alcancen sus «señales», sus «guiños». En mi caso, la primera «señal» llega en el preciso instante en que me notifican la muerte cerebral de mi hijo Pepe, de quince años de edad, tras sufrir un accidente y permanecer cuarenta y ocho horas en coma inducido a consecuencia de una ...

Table des matiĂšres