05
El ejercicio del poder
La naturaleza del gobierno fascista:
«Estado dual» y amorfia dinåmica
Los propagandistas del fascismo querĂan que viĂ©semos solo al dirigente en su pinĂĄculo, y tuvieron un notable Ă©xito. La imagen de poder monolĂtico que transmitieron la reforzaron mĂĄs tarde el temor de los aliados a la maquinaria militar nazi durante el periodo de guerra, asĂ como las afirmaciones de posguerra de las Ă©lites conservadoras italianas y alemanas de que habĂan sido las vĂctimas de los fascistas en vez de sus cĂłmplices. Persiste hoy en la idea que tiene la mayorĂa de la gente del rĂ©gimen fascista.
Sin embargo, los observadores perspicaces pronto percibieron que las dictaduras fascistas no eran ni monolĂticas ni estĂĄticas. NingĂșn dictador gobierna solo. Quiere conseguir la cooperaciĂłn, o la aquiescencia al menos, de los sectores decisivos del rĂ©gimen âlos militares, la policĂa, la judicatura, el funcionariadoâ y de poderosas fuerzas sociales y econĂłmicas. En el caso especial del fascismo, que necesitaba que las Ă©lites conservadoras le abrieran las puertas, el nuevo caudillo no podĂa dejarlas a un lado despreocupadamente. Un cierto grado, al menos, de poder compartido obligatorio con el orden establecido conservador preexistente hizo las dictaduras fascistas fundamentalmente distintas en sus orĂgenes, en su desarrollo y en la prĂĄctica de la de Stalin.
En consecuencia, no hemos conocido nunca un rĂ©gimen fascista ideolĂłgicamente puro. En realidad, eso difĂcilmente parece posible. Todas las generaciones de estudiosos del fascismo han afirmado que los regĂmenes se apoyaban en cierto gĂ©nero de pacto o alianza entre el partido fascista y fuerzas conservadoras poderosas. A principios de la dĂ©cada de 1940 el refugiado socialdemĂłcrata Franz Neumann sostuvo en su clĂĄsico Behemoth que lo que gobernaba la Alemania nazi era un «cĂĄrtel» de partido, industria, EjĂ©rcito y burocracia, que se mantenĂa unido exclusivamente por «el beneficio, el poder, el prestigio y sobre todo el miedo». A finales de la dĂ©cada de 1960, el liberal moderado Karl Dietrich Bracher considerĂł que «el nacionalsocialismo llegĂł a existir y alcanzĂł el poder bajo condiciones que permitieron una alianza entre fuerzas autoritario-conservadoras y tecnicistas, nacionalistas y revolucionario-dictatoriales». Martin Broszat denominĂł a los conservadores y nacionalistas del gabinete de Hitler sus «socios de coaliciĂłn». A finales de la dĂ©cada de 1970, Hans Mommsen describiĂł el «sistema de gobierno» nacionalsocialista como una «alianza» entre «élites fascistas en ascenso y miembros de los grupos rectores tradicionales» «engranados [...] pese a las diferencias» en un proyecto comĂșn para dejar a un lado el Gobierno parlamentario, restablecer un Gobierno fuerte y aplastar al «marxismo».
El carĂĄcter compuesto del Gobierno fascista en Italia fue mĂĄs flagrante aĂșn. El historiador Gaetano Salvemini recordaba a su regreso del exilio la «dictadura dualista» del Duce y el rey. Alberto Aquarone, el destacado estudioso del Estado fascista, resaltĂł las «fuerzas centrĂfugas» y las «tensiones» a las que se enfrentĂł Mussolini en un rĂ©gimen que, «quince años despuĂ©s de la Marcha sobre Roma», aĂșn tenĂa «muchos rasgos derivados directamente del Estado liberal». Los destacados investigadores alemanes del fascismo italiano Wolfgang Schieder y Jens Petersen hablan de «fuerzas opuestas» y «contrapesos» y Massimo Legnani, de las «condiciones de cohabitaciĂłn/cooperaciĂłn» entre los elementos integrantes del rĂ©gimen. Hasta Emilio Gentile, el mĂĄs deseoso de demostrar el poder y el Ă©xito del impulso totalitario en la Italia fascista, admite que el rĂ©gimen era una realidad «compuesta» en la que la «ambiciĂłn de poder personal» de Mussolini luchaba en «constante tensiĂłn» tanto con las «fuerzas tradicionales» como con los «intransigentes del Partido Fascista», divididos entre ellos por una «sorda lucha» âsorda lottaâ de facciones.
La estructura compuesta significa tambiĂ©n que los regĂmenes fascistas no han sido estĂĄticos. Es un error suponer que una vez que el caudillo llegaba al poder se acababa la historia y la sustituĂa la pompa. La historia de los regĂmenes fascistas que hemos conocido ha estado llena, por el contrario, de conflicto y tensiĂłn. Los conflictos que ya hemos comentado en la etapa de arraigo se agudizan cuando llega el momento de distribuir el botĂn del cargo y de elegir entre vĂas de actuaciĂłn. La tensiĂłn aumenta cuando las diferencias polĂticas se traducen en ganancias y pĂ©rdidas tangibles. Los conservadores tienden a retroceder hacia un autoritarismo tradicional mĂĄs cauto, respetuoso de la propiedad y de la jerarquĂa social; los fascistas avanzan hacia la dictadura dinĂĄmica, niveladora y populista, dispuestos a subordinar todo interĂ©s privado a los imperativos del engrandecimiento nacional y la purificaciĂłn. Las Ă©lites tradicionales procuran conservar posiciones estratĂ©gicas; los partidos quieren ocuparlas con hombres nuevos o eludir las bases del poder conservador con «estructuras paralelas»; los dirigentes soportan presiones de las Ă©lites y de los fanĂĄticos del partido.
Esas luchas se sucedieron en Italia y en Alemania, con resultados variables. Mientras el rĂ©gimen fascista italiano decayĂł hacia el Gobierno conservador autoritario, la Alemania nazi se radicalizĂł hacia la licencia sin freno del partido. Pero los regĂmenes fascistas no han sido nunca estĂĄticos. Debemos ver el Gobierno fascista como una lucha interminable por el predominio dentro de una coaliciĂłn, exacerbada por el colapso de las limitaciones constitucionales y de la soberanĂa de la ley y por un clima imperante de darwinismo social.
Algunos comentaristas han reducido esta lucha a un conflicto entre el partido y el Estado. Una de las primeras interpretaciones, y de las mĂĄs sugerentes, del conflicto partido-Estado fue el retrato que hizo el investigador refugiado Ernst Fraenkel de la Alemania nazi como un «Estado dual». En el rĂ©gimen de Hitler, escribiĂł Fraenkel, un «Estado normativo», compuesto por las autoridades legalmente constituidas y el funcionariado tradicional, luchaba por el poder con un «Estado prerrogativo» formado por las organizaciones paralelas del partido. La idea de Fraenkel fue fructĂfera y harĂ© uso de ella.
De acuerdo con el modelo de Fraenkel del Gobierno nazi, el segmento «n...