Cartas I (bolsillo, rĂșstica)
JosemarĂa EscrivĂĄ de Balaguer
- 304 pages
- Spanish
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Cartas I (bolsillo, rĂșstica)
JosemarĂa EscrivĂĄ de Balaguer
Ă propos de ce livre
Con este volumen se inicia la ediciĂłn pĂșblica de las Cartas largas que san JosemarĂa escribiĂł a los miembros del Opus Dei. Para transmitirles el mensaje de santidad en la vida ordinaria se sirviĂł de la predicaciĂłn oral y de los escritos. Entre ellos destacan las Instrucciones y las Cartas, en las que explica la naturaleza y los apostolados del Opus Dei.Ahora ven la luz las cuatro primeras Cartas de tema espiritual, inspiradas en sus primeros años en Madrid (1930-1933). Todas ellas iluminan el itinerario de la vida cristiana en medio del mundo, y se abren asĂ a todos los lectores interesados en el mensaje de santidad en la propia existencia.Estas cuatro primeras Cartas tratan sobre la vida corriente como camino de santidad, la humildad, la misiĂłn del cristiano en la vida social, y la caridad en la transmisiĂłn de la fe.
Foire aux questions
Informations
1 | Todos los dĂas, hijos queridĂsimos, deben presenciar nuestro afĂĄn por cumplir la misiĂłn divina que, por su misericordia, nos ha encomendado el Señor. El corazĂłn del Señor es corazĂłn de misericordia, que se compadece de los hombres y se acerca a ellos. Nuestra entrega, al servicio de las almas, es una manifestaciĂłn de esa misericordia del Señor, no sĂłlo hacia nosotros, sino hacia la humanidad toda. Porque nos ha llamado a santificarnos en la vida corriente, diaria; y a que enseñemos a los demĂĄs âprovidentes, non coacte, sed spontanee secundum Deum[1], prudentemente, sin coacciĂłn; espontĂĄneamente, segĂșn la voluntad de Diosâ el camino para santificarse cada uno en su estado, en medio del mundo. |
Vio JesĂșs a la muchedumbre ânos cuenta el Evangelioâ, y tuvo misericordia de ella[2]. Hijos mĂos, el Señor tiene puestos los ojos y el corazĂłn en la muchedumbre, en todas las gentes; nosotros tambiĂ©n, como JesĂșs: Ă©sa es la razĂłn de la llamada divina, que hemos recibido. | |
La perfecciĂłn cristiana es para todos | |
2 | Hemos de estar siempre de cara a la muchedumbre, porque no hay criatura humana que no amemos, que no tratemos de ayudar y de comprender. Nos interesan todos, porque todos tienen un alma que salvar, porque a todos podemos llevar, en nombre de Dios, una invitación para que busquen en el mundo la perfección cristiana, repitiéndoles: estote ergo vos perfecti, sicut et Pater vester caelestis perfectus est [3]; sed perfectos, como lo es vuestro Padre celestial. |
Siguieron a Cristo los mĂĄrtires, pero no ellos solos, escribĂa San AgustĂn; y continuaba con un estilo grĂĄfico, pero barroco: hay en el jardĂn del Señor no sĂłlo las rosas de los mĂĄrtires, sino los lirios de las vĂrgenes, y la hiedra de los casados, y las violetas de las viudas. QueridĂsimos, que nadie desespere de su vocaciĂłn: por todos ha muerto Cristo[4]. | |
ÂĄCon cuĂĄnta fuerza ha hecho resonar el Señor esa verdad, al inspirar su Obra! Hemos venido a decir, con la humildad de quien se sabe pecador y poca cosa âhomo peccator sum[5], decimos con Pedroâ, pero con la fe de quien se deja guiar por la mano de Dios, que la santidad no es cosa para privilegiados: que a todos nos llama el Señor, que de todos espera Amor: de todos, estĂ©n donde estĂ©n; de todos, cualquiera que sea su estado, su profesiĂłn o su oficio. Porque esa vida corriente, ordinaria, sin apariencia, puede ser medio de santidad: no es necesario abandonar el propio estado en el mundo, para buscar a Dios, si el Señor no da a un alma la vocaciĂłn religiosa, ya que todos los caminos de la tierra pueden ser ocasiĂłn de un encuentro con Cristo. | |
Es el nuestro un camino con muy diversas maneras de pensar en lo temporal âen el terreno profesional, en el cientĂfico, en el polĂtico, en el econĂłmico, etc.â, con libertad personal y con la consiguiente responsabilidad tambiĂ©n personal, que nadie puede atribuir a la Iglesia de Dios ni a la Obra, y con la que cada uno sabe valiente y lĂłgicamente cargar. Por eso, nuestra diversidad no es, para la Obra, un problema: por el contrario, es una manifestaciĂłn de buen espĂritu, de vida corporativa limpia, de respeto a la legĂtima libertad de cada uno, porque ubi autem Spiritus Domini, ibi libertas[6]; donde estĂĄ el EspĂritu del Señor, allĂ hay libertad. | |
3 | Quisiera que, al considerar estas cosas en la presencia de Dios, se os llenara el corazón de agradecimiento y, a la vez, de afån apostólico, de deseos de llevar a las gentes la noticia de esa caridad de Cristo. No lo olvidéis: dar doctrina es la gran misión nuestra. |
En esto consiste el gran apostolado de la Obra: mostrar a esa multitud, que nos espera, cuĂĄl es la senda que lleva derecha hacia Dios. Por eso, hijos mĂos, os habĂ©is de saber llamados a esa tarea divina de proclamar las misericordias del Señor: misericordias Domini in aeternum cantabo[7], cantarĂ© eternamente las misericordias del Señor. | |
Dar a conocer esa llamada a todos los hombres | |
4 | Os he dicho, desde el primer dĂa, que Dios no espera de nosotros cosas extraordinarias, singulares; y que quiere que llevemos esta bendita llamada divina por todo el mundo, y que invitĂ©is a muchos a seguirla. Pero nuestro proselitismo[*a] hemos de hacerlo con sencillez, con el ejemplo de nuestra conducta: mostrando que muchos âsi no todosâ pueden, con la gracia de Dios, convertir en camino divino la vida ordinaria y corriente, del mismo modo que vosotros habĂ©is sabido hacer divina vuestra vida, tambiĂ©n corriente y ordinaria. |
Nuestro modo de ser ha de estar empapado de naturalidad, para que se nos puedan aplicar aquellas palabras de la Sagrada Escritura: habĂa un varĂłn en la t... |