La caja de letras
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La caja de letras

Hallazgo y recuperaciĂłn de "Apuntes para la historia del periodismo judĂ­o en la Argentina" de Pinie Katz

Javier Sinay

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Hallazgo y recuperaciĂłn de "Apuntes para la historia del periodismo judĂ­o en la Argentina" de Pinie Katz

Javier Sinay

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Un libro escrito en Ă­dish y publicado en 1929, acerca de los orĂ­genes del periodismo judĂ­o en la Argentina, revela nuevos sentidos e interpretaciones un siglo despuĂ©s. La obra original es de Pinie Katz, una de las figuras mĂĄs importantes de la cultura de inmigraciĂłn de aquellos años. Y muestra iniciativas heroicas y aventuras vocacionales, pero tambiĂ©n competencias despiadadas y miserias personales en torno a un oficio en permanente desarrollo.Sobre este texto, que tambiĂ©n es una sucesiĂłn de crĂłnicas de una Buenos Aires en ebulliciĂłn (y de una Ă©poca en la que convivĂ­an sionistas, anarquistas, socialistas y colonos), Javier Sinay, autor de Los crĂ­menes de MoisĂ©s Ville, resignifica y rescata la trascendencia de los hechos y de sus protagonistas. Aquella atĂĄvica caja de letras aĂșn guarda historias.Pinie Katz (Grossulov, Imperio Ruso, 1881—Buenos Aires, 1959) fue escritor, periodista, traductor y activista polĂ­tico, y se convirtiĂł en una de las figuras mĂĄs importantes de la cultura judeoargentina de la primera mitad del siglo XX.

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Informations

Année
2021
ISBN
9789874727466
Édition
1

FotografĂ­a

VETERANOS

‘DER VIDERKOL’
(1898)

Sobre la creaciĂłn de Der Viderkol (31) [El eco] nos cuenta su redactor, Mijl Hacohen Sinay, en el feuilleton:
“El humilde Mijele caminaba, dudoso y preocupado, con sus esperanzas caĂ­das, hasta que sus fuerzas se agotaron y sus pies ya no pudieron mantener su cuerpo. De esta manera se lamentaba de que sus padres (el Rab Sinay fue enviado por David Fainberg (32) como rabino y colono desde la GobernaciĂłn de Grodno –P.K.) no le habĂ­an enseñado ningĂșn oficio y Ă©l no tenĂ­a dinero para realizar ningĂșn negocio

Pero escuchen hasta quĂ© es capaz de hacer un litvak (33) cabeza dura. Y fue el dĂ­a, en un dĂ­a muy caluroso, con el sol quemando y asando, y Mijele (esto debe leerse “Mejele” –P.K.) caminaba por las ruidosas calles de Buenos Aires buscando trabajo
 Y asĂ­ iba.
De pronto, se detuvo. Vio un tranvĂ­a por la calle y un pequeño joven, de esos que van llevando los diarios y se suben al primer escalĂłn del tranvĂ­a, empezĂł a gritar a viva voz: ‘¡La Prensa! ÂĄLa NaciĂłn! ÂĄLa Capital! ÂĄNueva Época!’ y asĂ­ sucesivamente

– ÂĄNo hay entre todos los pueblos un pueblo como el de Israel en la Argentina! –gritĂł de pronto, pensando en esta escena.– ÂĄCada pueblo tiene un periĂłdico en su lengua, cada pueblo se vanagloria y escucha su literatura, pero el de Israel todavĂ­a no! ÂĄTantos judĂ­os hay aquĂ­ en la Argentina y seguramente se encuentran entre ellos tantos escritores y maskilim a los que la pluma judĂ­a no les es extraña, y sin embargo aquĂ­ no hay un periĂłdico judĂ­o
! Entonces seamos los primeros
 Probemos
 ÂĄSĂ­, pensado y realizado
!
Un eco sonĂł en sus pensamientos:
– ¡Así será! ¡Mijl, ya vas a tener trabajo
!”
Él ya se disponía a irse del lugar donde estaba parado, pero se encontró de pronto con una persona, un judío petiso con una barbita negra, que le hizo un amplio y cálido scholem aleijem (34).
– ¡Reb Joel! –lo saludó sorprendido Mijl, y le dijo:– ¡Scholem aleijem!
–Mijl, ÂżquĂ© estĂĄs haciendo acĂĄ?
Reb Joel era el señor Joel Rosenblit (35), uno de los inmigrantes podolier de Kamenetz colonizados por la JCA en Moisés Ville, que le contó qué estaba sucediendo en la colonia, donde el administrador Cohan se estaba vengando de una manera vergonzosa con los colonos porque ellos habían enviado una delegación a París para quejarse por la dirección de Buenos Aires (en esa delegación también estaba el rabino Sinay (36)). A Rosenblit, la administración de la colonia le había robado lo que él había comprado con su propio trabajo: sus caballos y sus vacas. Y no solo a él le había pasado. También a Meir Schapiro, Leibze Levisman, Hirsh Tzainshtejer y a la familia de Mijl Hacohen Sinay (37). Por eso su padre, el rabino, había viajado a París como delegado contra la administración de Cohan.
El propĂłsito de Der Viderkol era, en los dos primeros nĂșmeros, contar lo que ocurrĂ­a en la colonia. Hubo un tercer nĂșmero, pero la continuaciĂłn no fue inmediata.
Ahora describiré mås sobre Der Viderkol, tal como me fue transmitido por el señor Joel Rosenblit, creador y administrador de este periódico, que luego participó de Der Idisher Fonograf [El fonógrafo judío].
El señor Rosenblit tenía desde hacía mucho tiempo la idea de fundar un periódico en la Argentina (38) porque los judíos se interesaban aquí también por lo que pasaba entonces en el mundo: el proceso Dreyfus (39), el sionismo (40), la guerra española-americana por Cuba y la política europea a propósito de Japón, con Rusia a la cabeza.
Este judĂ­o tan inteligente era de Kamenetz, y cuando el administrador Cohan quiso acabar con sus ideales de trabajar la tierra, tuvo que venir a Buenos Aires a buscar otro oficio ya que conocimientos no le faltaban. Entonces tomĂł para sĂ­ como muy importante la idea de crear un periĂłdico judĂ­o. QuerĂ­a que sus textos llegaran hasta los diarios mĂĄs importantes de aquel momento –como el Folks Advocat y el Yiddisher Express, de Nueva York; o Ha-Yehudi, de Londres– para que se supiera sobre los colonos y cĂłmo hombres y mujeres eran alojados en una cueva hĂșmeda, donde les pegaban toda la noche con la ayuda de policĂ­as rentados
 (41)
Pero ÂżcĂłmo podĂ­a imprimir este periĂłdico si en Buenos Aires todavĂ­a no existĂ­a la imprenta (42)? AsĂ­ fue que el hijo del rabino pensĂł que si no serĂ­a con tipografĂ­a, serĂ­a con litografĂ­a. Para las celebraciones, habĂ­a gente que enviaba notas talladas y eso fue tomado como ejemplo para el primer nĂșmero de Der Viderkol, que fue escrito como un Sidur (43).
Rosenblit y Sinay fueron a una casa de litografĂ­a llamada La Teatral, que quedaba en Cerrito 136, y el negocio se puso en marcha (44).
FotografĂ­a
Portada del primer nĂșmero de Der Viderkol, que apareciĂł el 8 de marzo de 1898.
Mijl Hacohen Sinay contratĂł a Abraham Vermont, que habĂ­a olfateado la llegada del periĂłdico. Vermont era una persona muy leĂ­da, que sabĂ­a muchos idiomas y que maravillaba al joven redactor con su conocimiento de las ideas y su interĂ©s por los judĂ­os que vivĂ­an entre la Cruz y la Media Luna. Este tema le preocupaba a Vermont y sobre Ă©l escribirĂ­a cada semana durante quince años en su propio periĂłdico, Die Volks Stimme. Vermont podĂ­a publicar sin parar sobre estos asuntos y trabajar sin ningĂșn tipo de sistema, repitiendo los mismos cuentos una y otra vez (45).
Con toda la honestidad de un redactor y la responsabilidad para con la lengua Ă­dish, y con sumo cuidado para que no apareciera el vocabulario vulgar que reprodujera las palabras de la calle, Mijl Hacohen Sinay se sentĂł cuando tuvo modelado el periĂłdico en su cabeza y comenzĂł a tallar en la piedra de la litografĂ­a como las letras de un Sidur en Ă­dish (46), en un estilo mĂĄs elevado (47): “¡A los estimados lectores! Hacemos conocer a travĂ©s de este
”. AsĂ­, o en un estilo parecido, fue escrito casi todo el primer nĂșmero (48), que fue completado con la ayuda de Abraham Vermont. Solo en los feuilletones se olvidaron los redactores del “gran estilo” y cayeron en el Ă­dish popular callejero.
El primer artĂ­culo de Der Viderkol estĂĄ escrito como una charla entre dos personajes, Shmerl y Berl, que discuten sobre la posibilidad de comprar Palestina. Es un feuilleton firmado por el pseudĂłnimo de Bilam Ben Coraj (49), que continĂșa hasta el tercer nĂșmero (el Ășltimo), sin concluir. El escritor parece simpatizar disimuladamente con el socialismo (influenciado por la defensa de Jaures y Zola a Dreyfus), y luego con los sionistas que quieren comprar Palestina.
Otros artĂ­culos atacan a los activistas sionistas y a los administradores de la JCA, pero no por sus pecados comunitarios, sino por la falta de status: uno fue un changador en Odesa; el otro, un planchador de sombreros
 Luego hay un artĂ­culo sobre las relaciones entre Chile y la Argentina. TambiĂ©n hay otro, el mĂĄs fervoroso, de Gershom Bartz, con mucho descontento sobre la vida de los colonos de MoisĂ©s Ville; el feuilleton de Mijl Sinay sobre Der Viderkol; y el espacio donde Abraham Vermont escribe sobre polĂ­tica, historia, geografĂ­a y otras maravillas, dictando moral a los judĂ­os ya que no escriben como si sus textos fueran parte de un ĂĄlbum que los italianos enviaran a Émile Zola para su defensa a Dreyfus. Se pide tambiĂ©n el traslado de los huesos de Julius Popper (50), que era un judĂ­o rumano, del cementerio cristiano de la Recoleta a un sitio judĂ­o. Hay una sĂĄtira sobre los diez mandamientos, donde no se perdona nada a nadie (51). Todo Vermont lo escribe en daytchmerish mezclado con rumano.
Mijl Hacohen Sinay firma un poema, “Der ner tomid” [“La llama eterna”], que empieza de esta manera en su primer verso:
“Yo me deslumbro ante la fuerza
del antiguo Israel,
que estĂĄ escondida tan fuertemente,
muy dentro de mi alma”.
Un buen ejemplo del estilo de Der Viderkol es esta muestra de su artĂ­culo principal, desde aquĂ­ hasta el final:
“A todo el que se interese por nosotros, le es conocido que la polĂ­tica de la Argentina (me confieso) estĂĄ gobernada por una mezcla de realidad y de un nudo que no se puede desatar, algo que no sucede en ningĂșn tipo de polĂ­tica exterior y que no es tan fĂĄcil de leer. Por eso tendremos que esperar el tiempo que nos darĂĄ la razĂłn sobre nuestros dichos, asĂ­ como el proverbio hebreo que dice:
‘El tiempo contesta todo y resuelve todas las preguntas’.
Debemos observar y callar. Callar y esperar hasta el final, así como dice el ruso: konets venchaet delo (las palabras rusas están escritas con letras rusas (52)).”
Como el nĂșmero aparece el dĂ­a 14 del mes de Adar, que es Pesaj, incluye entonces un anuncio de matza.
La importante apariciĂłn de un periĂłdico judĂ­o en Buenos Aires repercutiĂł en toda la comunidad judĂ­a, desde Libertad hasta Callao y desde TucumĂĄn hasta Cuyo, hoy Sarmiento (53).
El segundo nĂșmero, que apareciĂł dos semanas mĂĄs tarde, parecĂ­a una reacciĂłn contra el primero. HabĂ­a llegado a Buenos Aires, rechazado por la JCA en ParĂ­s, el padre del redactor y no le habĂ­a gustado la actitud de su hijo ni tampoco que en el periĂłdico se insultara al administrador de MoisĂ©s Ville, con quien todavĂ­a necesitaba tener algĂșn contacto. AdemĂĄs, habĂ­a en el primer nĂșmero de Der Viderkol cierto ataque al sionismo y eso tampoco le gustĂł (54).
Por eso, el hijo invitĂł al padre a escribir un artĂ­culo bajo su firma, MRS (55). En ese artĂ­culo, Reuben Sinay diserta largamente, como dictando una clase de moral, sobre la paz, la historia judĂ­a, los hechos de la vida judĂ­a y la vida en comunidad:
“Queremos estar sentados en paz aquĂ­ con cada cual (pero cuando Ă©ste se haya ganado su condiciĂłn) y para acercarse a otro individuo no es bueno insultar ni hablar de mĂĄs, ni tampoco alabar demasiado. Queremos levantar la bandera de nuestro escritor Scholem Aleijem, con la cual simpatizamos, y se sabe de nuestro empredimiento gigantesco para apoyarlo. Lastimosamente, aquĂ­ se ha anudado el cuento con un diablo, como a propĂłsito, y estĂĄ disfrazado de Bilam Ben Coraj, quien aparece en el medio de todo esto
”.
La continuaciĂłn de esa discusiĂłn (56) ya no aparece en este nĂșmero, pero viene entonces otra cosa: “Purim Floderai” [“Un juego de Purim”], firmado por “Ish Iehudi” [“Un JudĂ­o”], que es en realidad Bilam Ben Coraj (una aclaraciĂłn: es A. Vermont) (57). El redactor contesta con una observaciĂłn conciliadora:
“Prestigioso escritor, me veo en la obligación de expresar mi sincero agradecimiento por su esfuerzo por enaltecer mi periódico”.
Él tiene que reconocer lo interesante del artĂ­culo de la Hagada de Pesaj, que hablaba sobre los acontecimientos de MoisĂ©s Ville, y lo imprime; y en el tercer nĂșmero se despoja del miedo hacia su padre, el Rab, y toma una pĂĄgina entera para continuar aquella discusiĂłn.
En el segundo y en el tercer nĂșmero figura un nuevo tĂ­tulo, “Lmen Sion” [“Para SiĂłn”], que hace propaganda sionista, y aparece un nuevo integrante del periĂłdico con las iniciales “L. Sh. J.”, que son, en orden invertido, las de Jacob Shimon Liachovitzky.
En el segundo nĂșmero de Der Viderkol aparecen dos poemas. Uno de ellos estĂĄ dedicado al propio periĂłdico, y su primer verso, en rima, dice asĂ­:
“Hace años que deambulo
y quiero llegar a la verdad,
pero lamentablemente veo por doquier
solo falsedad, estafa y mentira”
Estas líneas son muy características de Liachovitzky y también de su vida periodística y comunitaria: él oficiaba con el socialismo, con el anarquismo y con el sionismo, como lo caractericé en el capítulo anterior, pero también con la moral. Sus actividades socialistas, anarquistas y sionistas, y también las de buena moral, son por todos conocidas en Buenos Aires. Y también recibieron una definición general: la de liachovitzismo.
Liachovitzky escribiĂł un segundo poema: “Ver iz main Got?” [“¿QuiĂ©n es mi Dios?”], dedicado al señor Josef Koriman, presidente de la UniĂłn Obrera Israelita de Socorros Mutuos para Enfermos. Esta no es una poesĂ­a muy refinada: la primera poesĂ­a muestra que la segunda no es tan original. Otra “originalidad” es el cuento “Geborn un geshtarben in a Hemrdele” (58) [“Nacido y muerto en una camisita”], tambiĂ©n firmado por L. Sh. J., que cuando ustedes lo leen, quieren recordar de quĂ© escritor ruso lo tradujo. Los personajes son campesinos rusos, y de pronto aparece esta frase: “Cualquiera puede imaginar el amor increĂ­ble de Anton. Cualquiera puede imaginar quĂ© terrible y quĂ© amargo es ese amor. Cualquiera puede imaginar quĂ© terrible es tener una infancia sin el amor de una madre. El amor de la madre, quĂ© dulce y quĂ© tierno es. ÂżQuiĂ©n puede imaginar la frialdad y la tristeza de vivir sin una madre? ÂżQuiĂ©n lo puede hacer mĂĄs que nosotros, los judĂ­os?”.
AquĂ­ ustedes pueden observar, tan claro como el brillo de una perla, cĂłmo el “buscador de la verdad” ha introducido un poco de su propio punto de vista para limpiar las señales del engaño (59).
Abraham Vermont y Liachovitzky son los verdaderos veteranos del periodismo judĂ­o argentino. Ellos son los que le dieron el primer tono, cada uno con su motivo, como se dice en la mĂșsica. Desde que el periodismo empezĂł a florecer, los dos demostraron sus caracterĂ­sticas especiales, que tratarĂ© de señalar a travĂ©s de sus actos en sus producciones. Pero ahora volverĂ© al redactor de Der Viderkol.
En el tercer nĂșmero, Mijl Hacohen Sinay ya estaba un poco cansado y cuando escribe “An die Lezer” [“A los lectores”] pone:
“Ya dos nĂșmeros del Viderkol han aparecido y aquĂ­ va el tercero. ÂĄTres grandes pliegos, cuatro pĂĄginas por pliego, doce en total, y todo escrito a mano! ÂżAlguien tiene sentim...

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