La palabrera
eBook - ePub

La palabrera

MarĂ­a Eliana Carrasco Linford

  1. 222 pages
  2. Spanish
  3. ePUB (adapté aux mobiles)
  4. Disponible sur iOS et Android
eBook - ePub

La palabrera

MarĂ­a Eliana Carrasco Linford

DĂ©tails du livre
Aperçu du livre
Table des matiĂšres
Citations

À propos de ce livre

La Palabrera es la historia de un pueblo y sus habitantes que se ven enfrentados a lo que podría entenderse como un acontecimiento: la irrupción de lo inesperado en un mundo que parecía acabado; la evidencia de una transformación que llega con sus oportunidades de cambio, sus premoniciones y la necesidad de descifrarlas. Aquel paraje llamado Entre Voces, alejado de la civilización, rodeado por dos montañas y un volcån, un día se despierta con la noticia de que Ismenia, la muda del pueblo (y quien es una de las hijas de su fundador), puede hablar.

Foire aux questions

Comment puis-je résilier mon abonnement ?
Il vous suffit de vous rendre dans la section compte dans paramĂštres et de cliquer sur « RĂ©silier l’abonnement ». C’est aussi simple que cela ! Une fois que vous aurez rĂ©siliĂ© votre abonnement, il restera actif pour le reste de la pĂ©riode pour laquelle vous avez payĂ©. DĂ©couvrez-en plus ici.
Puis-je / comment puis-je télécharger des livres ?
Pour le moment, tous nos livres en format ePub adaptĂ©s aux mobiles peuvent ĂȘtre tĂ©lĂ©chargĂ©s via l’application. La plupart de nos PDF sont Ă©galement disponibles en tĂ©lĂ©chargement et les autres seront tĂ©lĂ©chargeables trĂšs prochainement. DĂ©couvrez-en plus ici.
Quelle est la différence entre les formules tarifaires ?
Les deux abonnements vous donnent un accĂšs complet Ă  la bibliothĂšque et Ă  toutes les fonctionnalitĂ©s de Perlego. Les seules diffĂ©rences sont les tarifs ainsi que la pĂ©riode d’abonnement : avec l’abonnement annuel, vous Ă©conomiserez environ 30 % par rapport Ă  12 mois d’abonnement mensuel.
Qu’est-ce que Perlego ?
Nous sommes un service d’abonnement Ă  des ouvrages universitaires en ligne, oĂč vous pouvez accĂ©der Ă  toute une bibliothĂšque pour un prix infĂ©rieur Ă  celui d’un seul livre par mois. Avec plus d’un million de livres sur plus de 1 000 sujets, nous avons ce qu’il vous faut ! DĂ©couvrez-en plus ici.
Prenez-vous en charge la synthÚse vocale ?
Recherchez le symbole Écouter sur votre prochain livre pour voir si vous pouvez l’écouter. L’outil Écouter lit le texte Ă  haute voix pour vous, en surlignant le passage qui est en cours de lecture. Vous pouvez le mettre sur pause, l’accĂ©lĂ©rer ou le ralentir. DĂ©couvrez-en plus ici.
Est-ce que La palabrera est un PDF/ePUB en ligne ?
Oui, vous pouvez accĂ©der Ă  La palabrera par MarĂ­a Eliana Carrasco Linford en format PDF et/ou ePUB ainsi qu’à d’autres livres populaires dans Literatura et Literatura sudamericana. Nous disposons de plus d’un million d’ouvrages Ă  dĂ©couvrir dans notre catalogue.
La palabrera
Doña Rosario durmió mal aquella noche y, cuando logró conciliar el sueño, los ronquidos de don Jacinto volvieron a despertarla. Su marido, tendido allí a su lado, no parecía percibir el aire afiebrado y el silbido monocorde de los grillos. Hasta las palomas que anidaban en el tejado se escuchaban inquietas y su ronroneo se sumaba al ruido de los arañazos que producían al zapatear sobre las tejas calientes.
Pero doña Rosario, acostumbrada a los calores del verano, no supo a qué atribuir el extraño nerviosismo que la embargaba.
Sin hacer ruido se acercó a la ventana; nunca había dejado de admirar la belleza de los abetos de la plaza, esos årboles que su padre hizo plantar y que ella vio desde niña. La luz de la luna se filtraba por los resquicios de las ramas. El cielo, excesivamente estrellado, presagiaba otro día de calor agobiante.
Los generosos pechos de doña Rosario estaban mojados de sudor y el camisón de lienzo le pareció mås grueso que otras veces. Lo dejó resbalar hasta los pies y frotó todo su cuerpo con una esponja empapada en agua y vinagre de manzanas que había tenido la precaución de dejar en el lavatorio de porcelana. La antigua receta aliviaba la fiebre y destapaba los poros. Detuvo la esponja en su frente y luego regresó a la cama.
Despertó con los sonidos habituales de la casa. Desde la cocina subían el aroma del café recién colado y las voces de Carmela y Esther que preparaban el desayuno.
Jacinto, bajo la ducha, tarareaba la misma canción añeja de todos los días.
El crujido de los peldaños terminĂł con la modorra que aĂșn tenĂ­a pegada a sus pĂĄrpados hinchados por la mala noche.
Margarita y GermĂĄn parecĂ­an estar muy alegres: ese dĂ­a finalizaban las clases e iniciaban unas largas vacaciones de verano.
A pesar de su robusta apariencia, doña Rosario se deslizaba ĂĄgil por el pasillo del segundo piso. HabĂ­a heredado ese viejo caserĂłn a la muerte de sus padres. TambiĂ©n heredĂł a Carmela, quien fue contratada para todo servicio, y a los pocos meses dio a luz a Esther, debido a un inexplicable descuido, segĂșn doña Rosario, y a un increĂ­ble milagro, segĂșn dijo la misma Carmela.
EscuchĂł un murmullo en el cuarto de su hermana. Se detuvo intrigada y aguzĂł el oĂ­do: el ruido continuaba invariable.
Entonces abriĂł la puerta. AhĂ­ estaba Ismenia de pie frente a la ventana, vestida aĂșn con su larga camisa de noche y el pelo blanco recogido en la nuca. Con sus dedos frotaba suavemente sus mejillas, la mirada celeste se le perdĂ­a en la nada y movĂ­a los labios, lenta y acompasadamente, mientras salĂ­an de su boca sonidos parecidos a una letanĂ­a.
Doña Rosario, con los ojos abiertos, quedó largo rato observåndola sin lograr entender lo que estaba sucediendo.
De pronto Ismenia se dio vuelta hacia ella. Sus ojos sonreĂ­an, tranquilos.
Las palabras salieron lentas, nĂ­tidas y bien pronunciadas.
Doña Rosario quedó petrificada en el umbral de la puerta. Pasaron algunos segundos antes de que pudiera reaccionar.
Doña Ismenia sonrió dulcemente y volvió a mirar por la ventana. Ahí se quedó contemplando los cerros, como siempre, como todos los días.
Doña Rosario corrió a llamar a la familia. Todos se encontraban desayunando en la cocina. Carmela servía las tostadas humeantes mientras Esther llenaba las tazas.
Esther derramó el café sobre el mantel. No era propio de doña Rosario este nerviosismo; ella siempre mantenía la calma hasta en los peores momentos.
Margarita mirĂł la palidez de su madre.
Formaron un cĂ­rculo alrededor de tĂ­a Ismenia. Se veĂ­a tan tranquila como siempre.
Carmela y Ester intentaron correr despavoridas escaleras abajo.
Ismenia continuĂł inmutable pronunciando palabras:
Doña Rosario puso un chal sobre los hombros de su hermana.
Don Jacinto GonzĂĄlez terminĂł de abrochar su chaqueta negra, se acercĂł a su mujer y se despidiĂł con el mismo beso insĂ­pido de todos los dĂ­as. No era un hombre que abandonara sus obligaciones por cualquier cosa y la puntualidad era una de sus mĂĄs preciadas virtudes. Dio una ojeada a su reloj de bolsillo y bajĂł las escaleras.
Doña Rosario siguió observando a su hermana que, desde pequeña, se había dado a entender por medio de dibujos. Comenzó con trazos débiles y después de un tiempo logró hacerlo en forma råpida y segura. Así, Ismenia obtenía lo que deseaba con mucha mås fuerza que si lo hubiese pedido en forma oral.
Cuando don Romualdo Romero donĂł el terreno para construir la iglesia, los dibujos de Ismenia se llenaron de colorido.
Guiados por el entusiasmo del padre Rojas, el pueblo de Entre Voces logró reunir los fondos necesarios para construir la capilla. Ismenia, sentada en uno de los escaños de la plaza, miraba cómo se levantaba el templo. Don Romuald...

Table des matiĂšres