NORMA NÚMERO
UNO
Vivimos en un sistema de libre empresa, adóptalo
El dinero mueve el mundo desde el momento en el que te levantas hasta cuando pones tu cabeza en la almohada para dormir. De hecho, ¡incluso el dinero interviene en todos los aspectos de tu vida mientras duermes!
Estoy hablando de TU vida, no de alguna persona que no conozcas y con la que no te puedes relacionar. No hablo de la economía de una ciudad, del balance de resultados y utilidades de una compañía, de la identidad, la marca o el PIB de un país. Estoy hablando de TI.
¿No me crees? Está bien, eso es comprensible. Mira esto:
Te levantaste esta mañana a las 6 a.m., 7 a.m., 8 a.m. o a la hora que haya sido. ¿Qué fue lo que te levantó? ¿La alarma de un reloj, una alarma en tu teléfono celular o teléfono inteligente? Eso es dinero, amigos. (De hecho, es más que eso. Es emprendimiento, que es lo que abordo en la Regla Número 4 de este libro). Tú o un ser querido invirtió dinero en efectivo que requirió esfuerzo para ese reloj de alarma o teléfono. Nadie lo obtuvo gratis.
Hiciste a un lado las sábanas que alguien compró, te paraste de la cama que alguien compró y pusiste tus pies en el piso de una casa o departamento que alguien está pagando (incluso en la mayoría de las viviendas públicas los propietarios pagan una porción de la renta con su propio dinero).
Te pusiste unas pantuflas que alguien compró y entraste al baño para cepillarte los dientes, con pasta dental y cepillo que alguien pagó.
Te lavaste con jabón y te secaste con toallas que alguien compró.
Luego fuiste al refrigerador que alguien compró y te alimentaste con comida que alguien compró, quizás esa misma semana.
Cuando saliste, apagaste las luces y otros servicios que tú o alguien más está pagando.
Entraste en un auto por el que pagas, probablemente con una mensualidad.
Lo encendiste y, en un lapso de quince minutos, miraste el medidor de combustible. Si estaba bajo, entraste a una estación de gasolina y pagaste de inmediato por ese combustible.
Dejaste a tus hijos en una guardería cuando ibas rumbo al trabajo y, aunque las señoras allá son muy amables y queridas, de seguro no cuidan tus hijos llenos de energía solo por hacerlo. Les pagas a esas esforzadas personas para que los soporten. (Sonríe. Estoy seguro de que tus hijos son ángeles). Al ir tarde para llegar al trabajo después de dejar a tus hijos en la guardería, un agente de policía te hizo detener por conducir rápido en la calle o quizás te hayan multado por conducir en el carril de autos compartidos cuando solo ibas tú con el muñeco inflable.
El oficial de policía, que no pudo haber sido más amable en este punto, no quería excusas. No quería disculpas. No quería escuchar tu triste historia o la promesa de no volver a hacerlo. Quería tu dinero para las arcas de tu ciudad, así que te hizo la multa. Y tú no te enfadaste, solo la pagaste, a menos, desde luego, que el radar hubiese estado mintiendo (risas).
Te estresaste para salir hacia el trabajo temprano, digamos que a las 8:30 a.m., no porque ames la puntualidad, sino porque valoras tu empleo. Un trabajo que ojalá ames o al menos disfrutes y te sea gratificante, pero enfrentémoslo: es un empleo que te proporciona un salario. Te pagan por estar ahí, que en parte es la razón por la que estás ahí.
Y aunque amaras tu trabajo tanto como para estar dispuesto a hacerlo gratis si pudieras darte ese lujo, es probable que no te esforzarías tanto por llegar antes de las 8:30 cada mañana.
Si te dieran una opción y completa libertad económica, probablemente llegarías a la hora que quisieras a ese trabajo. Y esta es la razón por la cual mi querida madre jubilada, que trabajó duro toda su vida para criar a sus hijos para construir su propio nido y para ocuparse de sus responsabilidades, ahora tiene una tarjeta de negocios solo con su nombre y nada más.
A mi madre no le interesa que nadie que a ella no le agrade la contacte ahora que puede darse el lujo de elegir con quien pasa tiempo. El dinero hizo que mi madre llegara a tiempo al trabajo todos los días durante más de treinta años ahora permite que mi madre se levante a la hora que quiera. Por cierto, ella tiene un puntaje crediticio de 850.
Así que, el hecho de que llegues a tiempo a trabajar cada mañana (al menos espero que ese sea el caso) se trata solo de dinero. ¡Tu dinero! Y también está esto: alguien te valora lo suficiente como para pagarte por que estés ahí.
¿Se te está encendiendo la bombilla?
Como mi mejor amigo, Rod McGrew, me dijo una vez: "hasta el medidor de estacionamiento donde dejaste tu auto camino a casa para comprar algo de alimento para la comida ha entendido el capitalismo".
Todo lo que hace el medidor es estar ahí todos los días, recolectando ingresos pasivos de manera impresionante, ingresos que tú y todos los demás pagan cuando quieren dejar su auto ahí por horas. Todos los días.
Y tampoco te enojes con el medidor de estacionamiento. Los ingresos que genera permiten que la ciudad en la que vives recaude suficiente dinero para pagar servicios públicos para ti y tu ciudad.
Miremos, por ejemplo, a mi amiga Tishaura Jones, tesorera de San Louis, quien usó los recaudos de medidores de estacionamiento para financiar la educación financiera para los residentes de su ciudad. Ella incluso hizo alianza con Operación HOPE y cinco bancos locales (que se benefician de depósitos que hace la ciudad en sus bóvedas) para crear y lanzar la primera ubicación HOPE Inside en el Ayuntamiento de la Ciudad de San Louis, donde ha estado operando con orgullo hasta hoy. Todo esto se hizo sin que representara algún costo directo para los residentes de la ciudad, gracias a las brillantes ideas de Tishaura. (Y, por cierto, las clases de educación financiera, vivienda propia, pequeñas empresas y emprendimiento, están todas LLENAS: eso me encanta y también debería gustarte a ti).
Ahora, de vuelta a un día cotidiano en TU vida:
Vuelves a casa después de comprar algo para la cena, que también se pagó con el dinero de alguien, y tú y tu familia se sientan a la mesa, usando platos, cubiertos e incluso servilletas y toallas de papel que tú o algún ser querido pagó. Después de cenar, quizás te sientas a ver la televisión de pantalla grande que sin duda alguien pagó.
Y así sucesivamente.
Esta rutina continúa hasta que vas a la cama usando cosas y servicios que abarcan cada aspecto y momento de tu vida y que implican el uso del dinero. Incluso cuando estás bien dormido, (tu) dinero está trabajando.
Y luego, como magia, toda la rutina vuelve a comenzar. Cuando te levantas de seis a ocho horas después, todo vuelve a repetirse. Así como la película el Día de la marmota.
Pero la mayoría de nosotros nunca lo nota. Seguimos la rutina, sin percibir el elefante que está en la sala de nuestras vidas. El dinero.
¿Pero, dónde comenzó todo esto? Nacimos siendo brillantes, ¿correcto? Entonces, cómo todo terminó tan mal, no solo dimos un giro por la calle equivocada, sino que tomamos la vía rápida equivocada, en la dirección equivocada, rumbo a la ciudad equivocada.
La respuesta es: nunca recibimos el mensaje de la inteligencia financiera.
Aquí vamos de nuevo: por qué me encantan los puntajes crediticios
Si nunca recibiste el mensaje y eres un miembro inscrito en la clase invisible, puedo predecir algunas cosas básicas sobre tu situación económica. Primero, tus finanzas personales no están juntas, quizás algunas de las facturas que tienes en la mesa de tu cocina tiene sellos rojos que dicen "vencida". Más aún, no conoces (o no quieres conocer) tu puntaje crediticio. Segundo, es probable que tus finanzas familiares no desbordan esperanza. No eres propietario, rentas y no estás ahorrando dinero para la educación de tus hijos. Y, con toda probabilidad, no tienes ningún plan de negocios. No te ves algún día dirigiendo una empresa y no podrías obtener un préstamo empresarial así acabaras de inventar el mejor producto después del cuchillo Ginsu.
En resumen, vas en la dirección errada en lo que respecta a uno de los tres caminos básicos de la independencia financiera.
Comencemos por el principio. Lo...