CapĂtulo 1
El sentir de las mujeres
Un mar de emociones
Miniatura del libro De claris mulieribus de Giovanni
Boccaccio (Biblioteca Nacional de Francia, s. XIV).
Fuente: Wikimedia Commons.
âÂĄAy, mar brava, esquiva,
de ti doy querella, fazesme que viva
con tan grand mansellaâŠ
Non avré alegrança
nin podré reir
vivré en tristança,
iglesias servir.â
Mayor Arias, ÂĄAy, mar brava, esquiva! (1403)
Las emociones y los sentimientos no entraban en la historia. Encontramos un vacĂo bibliogrĂĄfico e incluso un vacĂo en nuestras propias experiencias. Hoy, a menudo, evitamos expresar nuestros sentimientos. Sentimos, pero pocas veces expresamos lo que sentimos: las emociones pertenecen al mundo interior, son privadas; mejor guardarlas. En los tiempos medievales las mujeres, y tambiĂ©n los hombres, no esconden sus sentimientos ni sus emociones: lloran, suspiran, rĂen⊠en pĂșblico; la gente que lo ve o lo oye, lo cuenta. Ellas y ellos, si saben escribir, lo escriben; si no saben escribir pregonan, cantan sus sentimientos, no guardan silencio ante las penas, alegrĂas, amores o desamores. Por esto han llegado hasta nosotros fuentes documentales y literarias que nos permiten entrar en la historia de los sentimientos, de las emociones, de los estados de ĂĄnimo.
Doña Mayor Arias era una dama castellana, casada con Ruy GonzĂĄlez de Clavijo, noble madrileño, miembro de la corte real, que fue enviado en 1403 como embajador del rey Enrique III de Castilla a la corte de TamerlĂĄn. Su misiĂłn era ir hasta Samarcanda para visitar al rey mongol, que conquistĂł vastos espacios de Eurasia, desde la India hasta MoscĂș, heredero del imperio de Genghis Khan. Ruy GonzĂĄlez escribiĂł la crĂłnica de esta embajada, que se convirtiĂł en uno de los libros de viajes mĂĄs interesantes del Medievo.
Su esposa, doña Mayor, escribiĂł un poema que responde a la ausencia, a la añoranza, al temor ante el viaje que Ruy emprendĂa hacia parajes lejanos y desconocidos. Es un lamento, una queja. Su marido ha partido en una nave desde el Puerto de Santa MarĂa y se ha ido mar adentro. Ella dialoga con el mar, la queja va dirigida al mar que se lo llevĂł, con la esperanza de que el mar lo traiga de nuevo a su lado.
Hay ausencia de alegrĂa; es decir, hay tristeza, pero tambiĂ©n esperanza. No habrĂĄ alegrĂas ni risas hasta que Ă©l vuelva. Quiere mostrar su dolor abiertamente: ânon vestirĂ© colores hasta que mis amores venganâ. Mientras, llevarĂĄ una vida devota, rezando en las iglesias, pidiendo a Dios y a la Virgen, y tambiĂ©n al mar, que Ă©l regrese.
En su poema habla de amor hacia el marido ausente: âTenĂa meus amores que habĂa conoscido, gentil mĂĄs que flores, honrado maridoâ. Sabemos que todos los matrimonios, y no solo entre la nobleza, eran pactados por las familias, pero a pesar de ello, encontramos ejemplos de amor conyugal, que se aparta mucho del amor cortĂ©s de la poesĂa trovadoresca, que siempre debĂa ser transgresor.
Doña Mayor sigue describiendo sus sentimientos: âEl mi amor querido en mi corazĂłn, de mi bien servido con gran devociĂłn, de aquĂ es partido, no se para dĂłâ (PĂ©rez Priego, 1990: 43-47). Quiere pregonar la fuerza de su sentimiento juntando las palabras amor, querido, corazĂłn. AdemĂĄs, manifiesta que ha cumplido con su deber de esposa: servir con devociĂłn a su marido.
TambiĂ©n por aquellos mismos años, en Francia, Christine de Pizan (1364-1430) alababa a Griselda por haber servido y amado a su esposo como es debido. Servir, una palabra inmersa en el lenguaje feudal, que va mĂĄs allĂĄ de lo que serĂa una actitud servil, ya que el servicio al señor comportaba honores. El honor de la mujer casada residĂa en la fidelidad y el favor a su marido.
Doña Mayor siente amor y una gran ternura por Ruy GonzĂĄlez. Se lamenta del largo viaje que ha emprendido en plena juventud, un tema que encontramos en la lĂrica trovadoresca: âDe alegrĂa y juventud me sacio y alegrĂa y juventud me sacianâ, cantaba en el siglo XII la condesa Beatriz de DĂa. En su diĂĄlogo, el mar y sus olas le responden a Mayor Arias que su marido volverĂĄ, precisamente porque ella lo espera. Ruy GonzĂĄlez regresĂł tres años despuĂ©s de su partida.
El poema que comentamos fue escrito por una dama noble, pero recuerda a la poesĂa popular. Encontramos ejemplos en la lĂrica medieval occitana, francesa y especialmente en las cantigas de amigo de la poesĂa galaicoportuguesa, en las que se reproducen los lamentos de una mujer por la ausencia de su amado. Normalmente expresan su tris...